Capítulo 23 Trastornos Históricos

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—Significa la rosa del mundo —susurró Molly—. ¿No leíste los mensajes de John?

—Nop. Siempre suelo borrar sus mensajes.

—¿Y Bell? Ella siempre te decía como se llamaba la bebé.

—Cuando tiene largos temas de conversación, suelo ignorarla.

Molly miró extrañada a Sherlock pero veloz cambió esa expresión al escuchar al sacerdote llamarles. Ella, la señora Hudson y Sherlock dieron un paso al frente a la pila bautismal, y al notar que Sherlock seguía ignorado su alrededor le dio un codazo a sus costillas. Este reaccionó poniendo la mirada al frente y escondió su celular entre sus manos para ponerlas a su espalda. Los niños miraron sorprendidos como el detective podía textear sin mirar al celular.

—¡Wow! —exclamó a voz baja Tommy.

—¡Ay Sherlock! —continuó Bell mientras ponía su mano en su frente.

Justo en dar los votos, Sherlock apretó por equivocación a una aplicación que dio eco por toda la iglesia. Todos le observaron, algunos molestos otros con pena ajena, pero los Watson le miraron hastiados. Se la iban cobrar muy caro al detective.

La ceremonia religiosa concluyó y la hora de la fiesta llegó

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La ceremonia religiosa concluyó y la hora de la fiesta llegó. En el jardín de la iglesia los invitados disfrutaban de conversaciones triviales y un delicioso pastel de vainilla y fresas hecho por la señora Hudson.

Sherlock estaba sentado, texteando e ignorando a las personas a su alrededor y junto a él estaban Bell y Tommy degustando de su pastel. Los niños se divertían gracias a las pequeñas bromas de Tommy con los utensilios, poniéndoselos en la boca como si colmillos de vampiros fueran, logrando que Bell riera por montón. El detective cada vez que oía a la niña reír alzaba la vista impactado. En todo el tiempo que ella vivía con él nunca la había escuchado reír tan fuerte.

—Tommy, te puedes lastimar —mencionó Molly, quién llegaba a la mesa.

—Lo siento tía —contestó con una apenada sonrisa.

Los niños mantuvieron sus sonrisas y continuaron con sus pedazos de pastel. Molly tomó asiento a un lado de Sherlock y un suspiro sacó de sus teclear al detective

—¿No son lindos? —preguntó Molly. Él le miró confuso.

—¿Lindos?

—Sí, Bell y Tommy —dijo con una sonrisa—. Son ese amor infantil...

—¡¿Perdón?! —Cuestionó irónico—. ¿Amor? Molly, son niños, ¡por favor!

Molly volteó a mirarle entre confusa y sorprendida.

—Sherlock... ¿Por qué te pones celoso? —cuestionó sin creérselo.

Al escucharle volteó casi trastornado a mirar a su amiga.

—¿Celoso?

—Si... —respondió mientras alzaba su cabeza— No creas que no he visto como miras a mi sobrino cada vez que halaga a Bell.

La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Where stories live. Discover now