VII

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  —Ve, mi querido hijo, ve... 

El rey solicitó que entrara su siguiente visita tratándose de un peligris que rascaba constantemente su cuello.

—Fue todo un éxito—reportó.

—Pueden proceder al paso dos y procuren que no se den cuenta.

—Claro, mi rey.

El peligris abandonó la sala para juntarse con los otros dos que le esperaban impacientes en las afueras del castillo. Dándole unas cuantas explicaciones, partieron a sus nuevos destinos con órdenes claras decididos a cumplir con su misión.

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Cuando Todoroki, Iida, Mei y Kirishima llegaron al cruce de caminos con el que estaban lo bastante familiarizados se encontraron con los mosqueteros que los acompañarían hasta el centro de entrenamiento.

—¡Mucho gusto mis estimados guardianes!—saludó efusivo un rubio junto a un chico azabache bastante tímido—, mi colega y yo los escoltaremos hasta el centro, más adelante se nos unirá una camarada más. 

—El gusto es nuestro. Si no les molesta, ¿podrían identificarse por favor?—insistió el heterocromático con seriedad.

—¡Claro!—mostraron dos símbolos que resplandecían en sus brazos izquierdos con la forma de un espiral con una pequeña estrella al centro, símbolo propio de los mosqueteros del reino—. Creo que con eso es suficiente—extendió la diestra para terminar el saludo—. Mi nombre es Togata, Togata Mirio y el chico a mi lado es Tamaki Amajiki.

El otro sólo intercambió miradas mientras que Togata sonreía contento saludando a todos. Las presentaciones formales terminaron y finalmente partieron a su nueva morada en la que darían comienzo al entrenamiento del pequeño Izuku que venía de la mano del pelirrojo y de Mei meciéndose con cada paso quedando colgado de ambas manos.

—¡Si que sabes divertirte pequeño Midoriya!—exclamó Mirio observando tan peculiar escena.

El peliverde sonrió divertido. Mirio al igual que Tamaki cayeron ante tan inocente gesto. Y es que no podían evitarlo, el niño era todo un amor: vestía un par de botas de piel color café que hacían juego con su chaleco del mismo tono; llevaba pantalones de seda marrón con una camisa blanca de cuello abierto en V  de manga larga, terminando su atuendo con una boina negra que cubría sus verde cabellera. Era un delincuente en versión miniatura, les había robado el corazón al primer intento.

—¿Y si lo adoptamos Tamaki?—preguntó ilusionado al azabache que le veía entre confundido por la pregunta pero posiblemente dispuesto a aceptar.

—¡Imposible!—reprimió Mei para sorpresa de todos—, el mocoso es nuestro—se juntó a Kirishima señalándose como sus autoproclamados padres.

—Pero, yo ya tengo papás—mencionó Izuku soltando las manos de ambos preocupado por la situación acercándose a Todoroki—. ¿Puedo tener más de dos papás?

—Legalmente no. Pero puedes considerarnos parte de tu familia, Izuku.

La alegría del menor se manifestó en una impecable sonrisa de oreja a oreja pues desde hace mucho tiempo tenía esa duda y no había encontrado la manera de resolverla; quería demasiado a Kacchan como para verlo como un padre sintiéndose culpable con el que si lo era. Ahora ya sabía que aunque el rubio no fuera su papá si podía considerarlo parte de su familia y quererlo de esa forma. Se sintió aliviado por el peso que acababa de quitarse y suspiró mirando el firmamento que comenzaba a cubrirse de nubes de tormenta; de esas que son grises y nublan el cielo azul.

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Todos se refugiaron en una cabaña cerca del camino a las afueras del «Páramo». Una fuerte lluvia los tomó por sorpresa obligándolos a buscar algún lugar para pasar la noche, no les agradaba mucho lo que habían encontrado pero igual permanecieron ahí. Debían priorizar la seguridad del menor.

Bakuléfica [KatsuDeku]Where stories live. Discover now