Hazme Feliz.

24

Regresar fue más tardado de lo que pensó, tuvo que estar más tiempo siendo supervisado y casi no había visto a su nena.

Fue raro, ya que la primera vez que la vio era una bola rosa, gritona, pequeña y con una mota de pelillos negros, delgados y suaves. Cuando se dirigían a casa, la contempló aún más, era de piel pálida, su cabello no era tan negro y tenía una mirada verdosa como su padre.

Fue todo un espectáculo, todos sus amigos y familiares fueron a verla, aunque ni Jean ni Irina se presentaron, Isabel se mostró enloquecida por la pequeña, jaloneando a Farlan para que le tomara varias fotos cargándola, Kushel y Carla estaban irradiando alegría, la pequeña no lloró ante tanto extraño y alboroto -sólo cuando Hanji quiso acercarse- miraba a todos con sus ojitos, mostrando una confusión sobre porque estaban tan emocionados.

Como predijo, la relación de Mikasa y Armin duró poco, era como estar con tu hermano, así que lo dejaron por las buenas y llevaron regalos a su autodenominada sobrina.

Claro, no fue fácil.
Parecía que la niña amaba despertarse a altas horas de la madrugada, llorando de una manera tan aguda, que estaban seguros que los perros vecinos a kilómetros podían escuchar también. ¿Lo peor? Sólo se callaba si Eren le cantaba una peculiar melodía, aunque le parecía muy cruel tener que despertarlo cada tres horas sólo para que le cantase  las primeras tres estrofas.

Hablando de eso, Eren parecía haber perdido demasiado peso, se veía pálido y con ojeras, lo atribuyó al cansancio, pero, no le daba un buen presentimiento.

"Every breath you take...
I'll be watching you..."

Poco a poco, Miia se fue acostumbrando a la vida fuera del vientre, pasaban los meses y se volvía más curiosa. Levi se moría de ternura cada vez que la veía balbucear a los pájaros o cuando reía porque se encontraba con su reflejo.
Eren no la amamantaba, de hecho, el sólo cargarla parecía costarle mucho trabajo, lo encontró dormido en varias partes de la casa, por lo que le daba un poco de ansiedad el que saliera solo.
-¿Estás bien, mocoso?-
-¿Por qué lo dices? ¿Estoy obeso, verdad? ¡Te dije que no me dejaras comer todo eso!-
-No es eso, a decir verdad, estás  muy delgado...-
-¿ Y ya no te gusto así?-
-No me refiero a eso, maldito mocoso de mierda, ¿estás enfermo o algo así?-
La actitud de Eren también variaba, se veía decaído y distraído, también  había momentos donde procedía a mostrar una extraña sumisión.
Su carácter explosivo, parecía haber desaparecido.
-Me he sentido algo cansado.- Dudó de terminar la oración. - Y confundido, no puedo pensar con claridad, la otra vez me mareé al dar media vuelta. Pero estoy bien.-
-No quiero saber que te enfermes porque te estás descuidando.-  A pesar de ser más  bajo que su pareja, abrazarlo era muy reconfortante.
No podría vivir sin él.

Era bastante obvio que Miia sería la princesa de papá. Y aún  más, cuando su primera palabra, fue papi.
-¡Pero, claro! ¡La llevas meses dentro de ti, sólo para escuchar su preferencia hacia su padre! ¿Qué recibo yo? ¡Me llama "Ehen"!- Dijo mientras hacía un puchero, recostado en las piernas de Levi.
-No te enfades, Eren. Es una bebé, además, nunca la acostumbramos a que te llame mamá. Así que debe decirte así, porque yo lo hago también.- Contestó, tratando de ocultar su risa.
-Sólo lo dices porque eres su favorito...-
-¡Ehen, Ehen!- Balbuceaba su niña desde su andador, tratando de llegar hacia sus padre, pues sólo ella podía ser mimada por su papi.
-¡Mío! ¡Papi, mío! ¡No, no, no!- Agitaba sus bracitos, en señal de que Eren se levantara de ahí, pues Levi solía acostarla de esa manera.
-Te cela mucho... Creo que te la dejaré en el trabajo.-
-¿Para qué?-
-Para que no se te acerquen esas mosquitas, hambrientas de P-e-n-e.-
Levi le dio un beso en la frente, riendo suavemente.
- Sólo tu haces que mi vida se ilumine.-
-¡Io!- La niña al fin había logrado acercarse al sillón dónde se encontraban.- Claro Miia, tú también.-

Los momentos felices, eran lindos. Pero había momentos en los que su corazón se detenía y su cuerpo no podía moverse a causa del miedo paralizante que lo invadía.
Como ahora. En la mañana todo parecía tan calmado, risas, su niña tratando de llamar su atención, calma. Pero nada en la vida lo había preparado para ver al amor de su vida desatarse, después de haberse doblado a causa del dolor en su cuerpo, minutos después de haber vomitado una considerable cantidad de sangre.
Todo pasó en cámara lenta.
De un momento a otro, estaban en el hospital, había subido como pudo a Eren en el auto, verificando que aún respiraba, parece que su hija también se preocupó porque a pesar de haberla tomado de manera algo brusca, no lloró cuando la subió al auto.

Iba tan rápido como podía, se sentía impotente, si aceleraba demasiado, lo detendrían, pero no sabía que más hacer, cuando Eren  reaccionó y empezó a agitarse, haciendo señas y retorcerse en el asiento, porque algo estaba llenando sus pulmones y le dificultaba el respirar.
En ese momento mandó todo al demonio y aceleró lo más que pudo, tratando de chocar o atropellar a alguien.

Agradeció a cualquier entidad o deidad, la unidad de emergencias estaba desierta, en cuanto vieron a Eren lo trasladaron a un quirófano, sus pulmones se estaban llenando de sangre y cada minuto que pasaba era un minuto el que su cuerpo podía sufrir daños a causa de la falta de oxígeno.
No le habían avisado nada, sólo dio si permiso para operación y se lo llevaron. Por alguna razón, era un flujo continuo y no podían encontrar el origen del desangrado. Eso lo asustaba más.
El sonido del reloj lo atormentaba, pasaban las horas y su esposo no salía. Su niña se había dormido a duras penas en sus brazos, la cabeza le dolía a por la falta de sueño y el estrés.
Sintió que el aire regresaba a sus pulmones en cuanto vio las puertas del quirófano abrirse, pero su corazón se oprimió cuando sólo salió un doctor con una mirada seria y a paso lento, torturador.

Fue entonces, cuando su mundo se vino abajo.

Oh, can't you see?
You belong to me.
My poor heart aches
With every step you take.