Capítulo 2

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Habían ido corriendo hasta la torre de Ravenclaw, y en esos momentos se encontraba frente a las puertas de la torre, esperando sin mucha paciencia a que Raven emergiese de ella. No entendía qué era a lo que se refería, pero parecía muy decidida, así que, después de pasar por su habitación y cambiar su ropa totalmente empapada, la acompañó, completamente intrigada por saber de qué se trataba todo aquello.

Es que aún no podía asimilar todo lo que acababa de pasar en el baño. Intentaba no pensarlo demasiado, porque las lágrimas se acumulaban en sus ojos si recordaba la mirada fría que Clarke había mantenido en todo momento. Era como si fuese otra persona, como si su novia, aquella chica increíble que había despertado en ella unos sentimientos que jamás había imaginado, se hubiese esfumado, y aquel pensamiento dolía de una forma insoportable.

Estaba dando vueltas en círculos, claramente nerviosa, cuando su amiga volvió, y su mirada se desvió automáticamente a sus manos, que sujetaban una carta con firmeza. Devolvió la vista a sus ojos y Raven se acercó a ella, apretando suavemente su hombro.

—Raven, ¿qué es esa carta? —quiso saber, porque su amiga no había dicho nada pasados unos segundos.

—Aquí no, Lex —la Ravenclaw comenzó a caminar y ella la siguió a su lado—. Vamos a la Sala de los Menesteres, allí será más seguro.

Ni siquiera asintió, y caminaron rápidamente por los pasillos de la escuela, con cuidado de no encontrarse con ningún profesor, ya que las clases habían empezado ya esa mañana. Y es que era la primera vez que iba a faltar a una, pero Dios, la angustia que sentía en su interior y la necesidad de comprender qué era lo que había pasado con Clarke lo justificaba todo. No había podido perder a su chica para siempre, se negaba a aceptar aquello.

La puerta a la Sala de los Menesteres apareció frente a ellas en el preciso instante que llegaron al muro donde se abría, y se apresuraron a adentrarse en ella, sellando bien la puerta para que nadie pudiese entrar. Se sentó en uno de los dos sillones que allí había y observó su alrededor mientras Raven cogía aire, sentándose también a su lado.

—¿Qué es eso, Raven? —volvió a preguntar como minutos antes, incapaz de esperar más.

—Lo primero, perdóname por no haberte dicho nada de esto antes —comenzó a decir la castaña, conectando sus miradas, y ella negó con la cabeza, haciéndole saber que todo estaba bien—. Clarke vino a mi casa hace unas pocas semanas.

—¿A tu casa? ¿Clarke? —frunció el ceño, porque no entendía nada. ¿Cómo sabía la Slytherin dónde vivía Raven? ¿Y cómo había ido hasta allí?

—Se apareció de repente —contestó la Ravenclaw, aclarándole las dudas—. La cosa es, Lex... Estaba tan extraña, como si supiera que algo le iba a pasar, ¿sabes?

—¿Qué quieres decir? —se enderezó en su asiento, sintiendo su corazón acelerado con lo que le estaba diciendo Raven.

—No sé, Lexa, ahora que sé todo, supongo que tendría alguna misión con los Mortífagos o algo por el estilo, pero ella estaba segura de que algo le iba a pasar —su amiga estiró la mano en la que mantenía aquel sobre y se lo tendió—. Me dio esto para ti, y de verdad, esperaba no tener que dártelo, que Clarke me dijese hoy que no hacía falta, pero visto lo visto...

Suspiró, intercalando su mirada entre su amiga y aquel sobre que mantenía la castaña en la mano, sellado con una C en verde, que le envió escalofríos por todo el organismo. No sabía qué era lo que su novia habría escrito en aquella carta, pero estaba convencida de que no se trataría de nada bueno. Tras unos segundos en los que permaneció dubitativa, tomó por fin la carta de las manos de Raven y la miró fijamente, sintiendo el tacto del papel en sus manos, llevándosela a continuación hasta su rostro para poder olerla, y sintió el escozor en sus ojos cuando, aunque fuera de forma fugaz, reconoció el olor de Clarke.

The Reckless and the Brave (II). I will follow you into the dark.Where stories live. Discover now