✨F O R G I V E N E S S✨ [ #21ChumpStreet ]

✨C A P Í T U L O 2✨

Estaba sentado en el borde de su cama mientras revisaba su celular, apartó su mirada del video de gatitos que estaba en pantalla para mirar por la ventana. Ya la había visto de nuevo un par de veces aunque sólo hablo con ella una vez, cuando lo multó, el resto de veces la vio desde lejos: del otro lado de la calle, en una patrulla o caminando con quienes él asume son sus compañeros. Quiso hablarle, acercarse a ella y... Simplemente saludarle, tratar de dejar "aquel tema" atrás pues realmente quería tener algo con ella, así fuera una simple relación ciudadano-oficial, lo que sea menos esa extraña e incómoda relación que tenían justo ahora.

Por lo que había visto ella estaba frecuentado su zona, así que o bien estaba asignada a esa zona o estaban haciendo seguimiento a algún crimen que ocurrió en esa zona; o sólo era una coincidencia.

- ¡Justin, cariño! -la voz de su madre le sacó de sus pensamientos- ¿Puedes ir a la tienda y buscar esto? -pidió mientras extendía una pequeña lista hacia el muchacho desde la puerta-

- Claro ma' -se levantó con algo se desgane mientras tomaba su sudadera a la par que le sonreía a la mujer que le dió la vida- ¿Sólo esto o necesitas algo más? -preguntó con amabilidad-

- Realmente no, aunque si sobra algo de dinero y deseas comprarte algo siéntete libre de hacerlo cariño.

Tomó el dinero que la mujer le ofrecía y salió de la casa, pudo tomar el auto de sus padres pero prefirió irse a pie hasta el abastecimiento más cercano. Quería algo de tiempo para pensar, la tardenoche estaba fresca y bueno... Simplemente le apetecía caminar un poco.

Caminar le ayudaba a pensar, durante su tiempo en la cárcel su principal pasatiempo era caminar y pensar, sobre todo pensar en ella. Nunca lo hizo con sentimiento de venganza, estaba enojado, no lo niega, pero tampoco quería hacerle daño a ella ni a nadie relacionado a ella. Tal vez le daría satisfacción gastarle una pequeña broma pesada o dos, pero sin pasarse de la línea de lo inofensivo, ya saben, de esas que aunque al inicio enojen al otro en un futuro se van a poder reír y van a entender a la perfección los motivos del otro.

Sonrió ante la idea de verse junto a ella en un par de años, riendo y pasando un buen rato.

"Pobre iluso que eres Justin, pobre iluso" pensó, aunque mantenía su sonrisa en alto. Tal vez fuera una ilusión, pero era una ilusión bonita y que no quería sacarse de la cabeza.

Ella a su lado mientras toman café durante un día de otoño, riendo y acurrucados bajo las mantas mientras ven la lluvia desde la ventana. O también en verano, en su lugar especial mientras comen pastelillos, limonada y ríen, danzando al compás de las olas al atardecer. En primavera con su cabello, largo y sedoso, lleno de pequeñas flores mientras conversan en el parque, o ayudandole con sus alergias... ¿Será ella alérgica al polen? A él sólo le daba cosquillas en la nariz, pero era agradable esa sensación.

De un momento a otro entró en la realidad y, con el rostro enrojecido, decidió aceptar que las posibilidades eran casi nulas y que debía resignarse a soñar mientras buscaba la cena dispersa entre los estantes del minimarkert que quedaba a cuadras de su casa.

Justin, pobre e iluso Justin, ¿Por qué sigues soñando con ese desastroso amor juvenil que tantas marcas de ha dejado? ¿Qué encuentras en ese sueño que ya debiste olvidar hace mucho? ¿Por qué amas tanto esa fantasía?

Tal vez porque era eso, una fantasía, algo que es muy poco probable que sea cierto, que la propia definición de la palabra puede decirte que es simplemente un invento, un sueño. Pero se aferraba a ella con todo lo que podía pues en el fondo creía que en serio ella era lo que necesitaba, que no fue suerte ni una coincidencia, que fue el destino.

Y no, no le importaba sonar a cliché de novela adolescente, él en serio lo creía y quería creer que ella también lo hacía.

Quería perdonarla y quería ir para abrazarla, para no dejarle escapar de nuevo ni que pudiera alejarse. Esa chica había logrado incrustarse en su corazón de un modo tan profundo y sólido que no sabia ya si dolía, si le gustaba o si ahora era parte de él y nunca podría quitárselo; pero él estaba atado fuertemente a ese sentimiento y quería que ella también lo estuviera, quería que ella lo perdonara, lo abrazara y no lo dejara irse de nuevo.

No quería arder de amor él solo, cargar con tanto fuego ardía. Quería compartirlo con ella, y sólo con ella, para que dejara de ser infierno y se convirtiera en un cálido cielo.

- Son 20,89 -repitió la cajera por tercera vez, ahora alzaba un poco la voz- ¡Hey! El dinero, se hace fila.

- ¡Claro! Lo siento -murmuró con vergüenza mientras sacaba de su bolsillo el dinero y lo colocaba en la mano de la chica- puedes guardar el cambio -dijo mientras tomaba los víveres y caminaba hacia la puerta- gracias.

Salió del local y empezó a caminar hacia su hogar cuando le vió, estaba fuera de servicio por lo que parecía, se veía linda a pesar de la simpleza de su ropa: unos shorts deportivos, una camiseta blanca, una sudadera, cabello en rodete sin mucho esfuerzo y unos tennis. Una chica cualquiera, diría un cualquiera; para Justin, un ángel en persona.

Por un momento volvió a esa época, donde él era un niño iluso y ella la más linda de su clase, cuando le canto frente a todo el salón o cuando le pidió ir al baile. Cuando las cosas parecían simples e imaginarse con ella no sonaba tanto a ficción ni dolía, donde su corazón la amaba sin sentirse mal por ello.

Donde no estaba confundido.

La siguió con la vista hasta que ella entró al minimarket del cual se acababa de ir. Un poco más y se hubieran encontrado.

- Bueno, mamá ya no tendrá que preocuparse por quien va a hacer las compras -pensó en voz alta con una sonrisa en el rostro mientras caminaba-

Se propuso hablarle, si bien no quería hacerse muchas ilusiones quería al menos verla, quedar en buenos términos y sobre todo: quería el perdón. No sabia si debía, pero quería pedirle perdón y perdonarla, tal vez fuera una estupidez, pero sentía que eso le haría bien a ambos.