Capitulo 6. Tuya, una vez más ?

40.3K 3.4K 263
                                    



Narra Sara.

Sus ojos marrones se perdieron en la oscuridad de la noche, su respiración caliente se mezclaba con el aire frío sobre mi rostro. Me sentía incómoda. Era el mismo hombre, el primero, pero sería un error hacerlo con él nuevamente.

—Quiero sentirte. Quiero repetir el placer que provocas en mi cuerpo cuando está dentro de ti—habló Paul con los ojos cerrados, moviendo su nariz tiernamente sobre mi mejilla.

Suspiré lentamente, cerrando y apretando los ojos, sintiendo cómo el miedo atrapaba mi cuerpo. Parece tonto, lo sé, pero hay una gran diferencia entre entregarte a alguien por un simple revolcón o entregarte por deseo, y el último me asustaba más, avergonzándome y haciéndome sonrojar.

— No creo que...—sus ojos se fijaron en mí, dejándome muda, mientras que la luna se encontraba detrás de él, brillando al lado de las estrellas—. Tengo miedo—confesé con voz temblorosa, mirando para otro lado.

Se quedó callando, mirándome, estudiándome e interpretándome, hasta que decidió hablar.

—La primera vez que te hice mía pensé que tenías experiencia. Ahora entiendo tu miedo, pero déjame mostrarte las otras caras del deseo.

Su mano acarició lentamente mi rostro, depositando después un corto beso en mis labios. Su cuerpo se levantó lentamente, quedando de rodillas a mi lado, y un segundo después estaba cargándome entre sus brazos hacia él.

— ¡No!—grité divertida cuando había entendido su intención.

— ¿No te dije que no acepto quejas?—contestó de la misma forma graciosa cuando ya había entrado al mar.

—Esta vez no—reí, coloqué mis brazos alrededor de su cuello, no quería verme ahogada—. No sé nadar.

—Mejor—me guiñó el ojo, dejándome pensativa.

— ¡Ah, tonto!—grité en el momento en que sentí el agua fría en mi piel.

De un momento a otro me encontré con el cabello y toda la ropa mojada. Aunque mis ojos estaban cerrados, todos mis sentidos estaban en alerta, abrazándolo con toda mi fuerza.

—Me estás asfixiando— empezó a toser riéndose.

—Perdón—abrí los ojos liberando su cuello de mí, agarré.

—Te voy a soltar ahora—dijo, serio y tranquilo.

— ¡No, no, no!—negué con vehemencia—. Por favor—pero ya era tarde. Sus manos agarraron mi cintura y poco a poco me alejaban de su cuerpo—. Paul, no—sollocé.

—Tranquila. Mira, puedes llegar al suelo con tus pies —sonrió con ternura, tomándome de la mano y dando unos pasos hacia mí.

El mar estaba tranquilo y frío. Es irónico cómo todo el día el mar está lleno de gente y de noche, después de usarlo, la gente lo abandona. ¿No será que a veces hay que darle gracias por su presencia?

— ¿En qué piensas?—preguntó Paul, rodeándome con sus brazos ligeramente.

—En el mar, siempre te recibe con la misma belleza—sonreí mirando a lo largo—. Es tan misterioso, creo que su misterio lo hace favorito ante mis ojos.

— ¿No era que te gustaba más la montaña?—preguntó con una mirada confundida, llevando su mano a la cabeza.

—Ni al caso—reí en voz baja—. Todo lo que supones saber de mí resulta ser al revés de la realidad.

—Sí—levantó las cejas, admitiendo con la cabeza—. Ya empiezo a darme cuenta de eso.

Su mirada escondía secretos que no podía descifrar, la oscuridad de sus ojos era igual de misteriosa que el mar, el fuego y el dolor.

Siénteme ©®Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt