Dos copas de ginebra y una taza de té de jengibre

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Antes del almuerzo, Chiara estaba inquieta. Antoine parecía muy grave, tanto que Silvia hizo traer al médico de cabecera de la familia desde Bloomington... y también una ambulancia. Todos en Donore estaban expectantes.

Ryan observaba la escena desde lo alto, lamentando mucho que el viejo Antoine estuviera marchitándose. La hacienda no sería lo mismo sin él. Dixie lo dejó con el Drone para ir y ponerse a la orden, pero justo en ese momento, Ryan notó que el drone empezaba a fallar otra vez.

–Solo no te caigas... –Luchó con los controles y pronto se había alejado bastante.

El GPS indicaba la posición del aparato sobre la hacienda, pero Ryan se ubicó fácilmente por las imágenes. Y lo que vio fue a Brandon, que estaba abajo, junto con cuatro hombres en motocicleta.

¿Qué estaba haciendo?

Aprovechó que el drone era muy silencioso y se acercó discretamente, haciéndolo descender entre las copas de unos abetos.

Ryan creyó reconocer una de las motos, una vieja Yamaha. Algo no le gustó de ese cuadro. Nada que tuviera a Brandon como protagonista podía ser bueno, así que decidió tomar varias imágenes y un video para la posteridad.

El almuerzo transcurrió en un mortal silencio, porque todos esperaban ansiosos el dictamen del médico, que llevaba encerrado con Antoine por lo menos una hora. Silvia daba vueltas a su fricasé de pollo con champiñones sin comer ni un solo bocado.

–¿Tan mal está...? –preguntó Tyler.

–Parece que sí... –confirmó Donna, que tampoco quería comer nada, aunque en su caso no era por estrés.

–¡Dios! Sé que está viejo –siguió Tyler–, pero era más fuerte que cualquiera de nosotros...

–Pobre Chiara –dijo Ferris–. Ella también ha decaído.

Silvia asintió y apretó los labios.

–¿Qué pasa, Joshua? –Chiara miró con ansiedad al médico, que se quitó las gafas y las limpió.

–Está muy mal...

–¿Qué tan mal?

–Muy mal, Chiara... está débil, sin ganas.

–¿Crees que deba llevarlo a Chicago?

El médico suspiró:

–Se puede, Chiara, creo que resistiría el trayecto sin problemas. Pero...

–¿Pero...?

–Pero no creo que valga la pena.

–No puedes decirme eso, Joshua... ¡Es Antoine!

–Por eso mismo lo digo –Joshua se rascó la cabeza y la miró gravemente–. Mira, conozco a Antoine desde hace muchísimos años, y sé que ama esta tierra tanto como te ama a ti. Llevarlo a Chicago podría servir, pero en el estado en que está, dudo que pase de una semana allá...

–¡No!

–Llevarlo, implica separarlo de una de las cosas que más ama en la vida. Eso solo acelerará el proceso...

–Joshua, por favor...

–Sabes que lo que digo es cierto, Chiara. Separarlo de Donore será igual que separarlo de ti. El resultado será su muerte...

Chiara estalló en llanto, Amanda la sujetó y Silvia llevó al médico aparte:

–¿Dices que se va a morir?

Invierno en el viñedoWhere stories live. Discover now