Tercera parte: Tenemos compañía

2.6K 345 125
                                    

Al despertar parpadeé varias veces antes de lograr abrir los ojos por completo

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Al despertar parpadeé varias veces antes de lograr abrir los ojos por completo. Intenté incorporarme, pero me di cuenta que tenía las manos atadas entre sí a mis espaldas. Me hice un ovillo y respiré ansiosamente al darme cuenta de dónde me encontraba. Levanté la cabeza y despegué la mejilla del piso que se movía: estaba en la parte trasera de una camioneta. Tuve que volver a cerrar los ojos durante un momento preguntándome si realmente estaba despierta o todo era una pesadilla. Abrí los ojos, pero ahí seguía.

Me incorporé como pude, con gran esfuerzo, dándome cuenta de la herida que tenía en el abdomen y en el cuello. Era una camioneta blindada, sin lugar a dudas, pues los ruidos de afuera apenas llegaban como un murmullo lejano. Comencé a cuestionarme cuál sería mi siguiente movimiento ¿Podría escapar? ¿Cómo? En algún momento tenían que detenerse y yo no me rendiría. Aunque podrían estar armados ¿Podría burlarlos? Tal vez. Y luego estaba Adam. Yo le había llamado, en cuanto mirase su celular sabría que quería hablar con él, pero ¿cómo sabría hacia dónde ir para encontrarme?

La camioneta circuló durante un buen rato. Comenzaba a abrumarme y la parte trasera era una caja sofocante de metal. Cuando se redujo la velocidad de un golpe, resbalé hacia un lado y las ruedas chirriaron al virar. Levanté la cabeza. Las puertas del conductor y del acompañante se abrieron y se cerraron con fuerza. Se oyeron voces, pero las palabras eran incomprensibles.

Me acerqué a la pared y pegué la oreja para intentar oír tanto como me fue posible.

—No puedes hacerle daño —dijo una voz distorsionada.

—¿De lo contrario qué?

Ese tono familiar de nuevo.

—De lo contrario nada. Ya has probado tu punto.

Hubo silencio donde solo oía mi respiración pesada. Comenzó a formarse un poco de húmedo sudor en donde mi piel hacía contacto con la pared de metal y tuve que limpiarla.

—Entonces, ¿qué propones que haga?

—Pues seguir con esto llamaría mucho la atención. Es la hija de Michael Mason. Déjalo estar.

Se escuchó el sonido de una risa siniestra.

—Por supuesto, ahora tú quieres darme órdenes.

—No te estoy dando órdenes —respondió la otra, con calma—. Llevamos años trabajando en esto, piensa en todo lo que hemos hecho hasta ahora, ¿lo tirarías todo por la borda por un capricho?

—¿Crees que no sé todo lo que hemos hecho? ¡Yo he arriesgado más cosas que tú!

Percibí el sonido de unos pasos y el crujido de un arma. Di un respingo hacia atrás cuando comenzaron una pelea violenta de puños. Los gemidos y gruñidos terminaron luego de unos minutos tras un grito molesto.

—¡Agárrenlo! —dijo la voz familiar, cansado y furioso—. ¡Vamos a seguir con mi plan!

—Suelta la pistola —declaró la otra de manera inflexible.

La Marca©Where stories live. Discover now