Ojos color sol || Hulkeye AU

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Intento recordar como era todo al principio, cuando las primaveras eran divertidas y los veranos eran tristes, también como es tu risa y el timbre de tu voz cuando te molestas, pero todo ello se estanca y no me deja procesar la realidad en la que vivo, y aunque no lo parezca, ésta tampoco es tan irrelevante.

Me cuesta cerrar los ojos y conciliar el sueño con temor que al despertar nada esté ahí. Por lo que supondrás que nada de lo que hago vale la pena si no puedo dormir y que mis días, son después de todo, muy cansados; personalmente me gusta decir que mi cama está infestada de animalillos que me pican tan pronto apoyo el trasero en el colchón y que debido a mi condición, no puedo estar en lugares incómodos como para darme el lujo de irme al sillón, es eso o quemarme el cerebro tratando de hallar una excusa mejor para cuando me preguntan por las bolsas violáceas que adornan mis ojos.

Bobbi sigue viniendo como siempre, procura que el apartamento esté bien, dice que se irá en una semana cuando vaya a Seattle con Lance para festejar su compromiso y porque planean vivir juntos y esas cosas cursis que hacen los recién casados después de la fiesta. No tengo problema en ello, hasta creo que me sentiría mejor sabiendo que ella podría ser feliz de verdad. Mientras, me ayuda lo más que puede a hacer algunas cosas en las que prácticamente soy inútil por el yeso y la vista; me siento especial, y es que desde hace tiempo no me enfermo y nadie me brindaba la atención que me merezco.

No recuerdo con exactitud la última vez que todo se disipó tan claramente en mis memorias, supongo que fue la vez que decidí ir a tu casa cuando enfermaste, cuando Helen no había podido ir a verte y mamá recibió tu llamada pidiendo alarmantemente mi presencia.

Kate había llegado unos minutos antes de que Bobbi se fuera, tampoco era su obligación, pero ella se ofreció y Barbara le tomó la palabra, ella sería la encargada de llevarme al hospital, contigo, para que me quitarás esta cosa del pie. Es curioso ¿no? Porque no había parado de preguntarme por la mujer que vive frente a mi, que cómo se llama, cuántos años tiene, si es que la conozco, si vive sola y Ufff... Muchas más, pero yo solo le había dicho que su nombre era Jennifer Walters y que era abogada, solo eso y ella quedó maravillada. Era mayor que Kate, podría ser su madre de cierta forma. Curioso porque bueno, ella se había catalogado como heterosexual desde un principio, y vaya que era un logro hasta entonces porque mirese que estar rodeada de un grupo de chicos con preferencias sexuales bastante peculiares era digno de reconocerse, ¡Eso me incluye, si!

Como cuando Helen entró a nuestro grupo, ¿Te acuerdas?

¿Crees que no note como la mirabas?

Te había echado ánimos, siempre creyendo que de los dos tú serias el último en conseguir pareja. Esto me había relajado pero para mi sorpresa, no resultó así, fue tu primer novia, tu primer beso, la mujer afortunada y yo, bien, con salud que era lo importante. Bruce, las chicas no buscaban un tipo fastidioso que las tomará de la mano en una relación, no cuando podían poner en duda su elocuencia si se paseaban de la mano conmigo por los pasillos de la escuela.

Antes había intentado fallidamente emparejarte con chicas de otros salones, incluso lo intente con Nat. Pero siempre te molestabas cuando  me acercaba a ti con una tipa, alegando que no necesitabas favores de ese tipo, incluso te llegue a preguntar si realmente te gustaban las niñas, el color rojo de los tomates estaba en tus mejillas y las líneas de WiFi se marcaban en tu frente apenas; entre avergonzado y molesto, siempre manteniendo un equilibrio entre ambas. Se me hincha el pecho de orgullo al saber que casi siempre era yo quien provocaba eso.

Hubo un tiempo en el que no me mirabas y ni siquiera me dirigias la palabra, iba a buscarte a tu casa, llegaba mojado u oloroso, pero siempre hallaba la forma de solucionarlo todo. Compraba galletas o compraba el cartón de jugó favorito de ambos, nos sentábamos en el pórtico y lo compartíamos. Era bueno, bastante.