Descubrimiento siniestro

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- ¡Gene, despierta! - decía Gabriel zarandeando a su hermana, aunque esta no quería levantarse-. Tienes que ver esto.

- ¿Qué puede resultar tan asombroso cómo para levantarme de la cama? -reprochaba Génesis mientras se incorporaba y se rascaba los ojos con las manos- ¿Ha llegado el circo?

- No. Ha venido Lizzie. Está esperando en el salón.

- ¿¡Ha venido Lizzie!? -exclamó totalmente despierta-. Sal y entretenla. Saldré enseguida.

Génesis se vistió rápidamente. Se puso una bata sobre la ropa interior con la que había dormido y salió a recibir a Lizzie, una de sus mejores amigas en el instituto. Cuando Génesis abandonó el instituto y comenzó bachillerato perdió a muchas de sus antiguas amistades, ya que no disponía de tiempo para ellas. La única persona que supo entenderlo fue Lizzie, una estudiante de intercambio de su instituto, que mantuvo el contacto telefónico con ella.

Aquella muchacha rusa que apenas sabía hablar el idioma fue la única amiga que comprendió que para Génesis fuesen más importantes sus estudios que sus amigos. Y es que Lizzie abandonó a su família en Rusia para estudiar, además de para evitar ser casada por conveniencia, dada la retrógrada mente de su padre.
La chica estaba sentada en el sillón, con los rizos albinos cayendo suavemente hacia sus senos. Llevaba un elegante traje rojo y se había vuelto alta y definida. Era toda una belleza.

- ¡Hola Gene! -dijo Lizzie levantándose para abrazar a su vieja amiga, a la que hacía años que no veía-. Sigues igual de bonita.

- No puedo decir lo mismo. Pareces una modelo, chica. ¿A qué se debe tu esperada visita? 

- A cosas que te explicaré más adelante. El caso es que me he mudado muy cerca y cuando vi tu dirección en las páginas, decidí venir a visitarte. Te he echado mucho de menos.

- Y yo a ti, Lizzie. 

Las dos amigas se abrazaron. Salieron de la casa y Lizzie subió a Génesis y Gabriel al coche. Mejor expresado, a la limusina. Un chófer vestido de negro las condujo hacia una cafetería.
Gabriel se estaba hinchando a donuts de chocolate, mientras Génesis y Lizzie hablaban. Al parecer, la rusa se había casado con un ricachón. Una eminencia de la biología. Incluso había escrito cinco libros, los cuales habían quedado nominados a Best Seller. La científica felicitó a su amiga, pero se deprimió mucho al ver que ella era la única que no tenía a nadie. A un hombre al que besar. Y se dio cuenta de que aquello nunca le había importado tanto hasta el momento. Lizzie se preparó para proponerle lo que quería a Génesis.

- Verás Gene, si he vuelto es porque voy a casarme. Pero también es para recuperarte. Aunque no te lo creas, no tengo amigas. Ninguna como tú. Por eso quería pedirte que te vinieras a vivir conmigo y mi esposo.

- ¿A tu casa? No. ¿Vivir de prestado yo? Sabes que soy incapaz de eso.

- No vas a vivir de prestado. Lo que te propongo es que te quedes en mi casa con tu hermano, a cambio de cambiar un poco tu forma de vida. Dejarás el laboratorio en el que has estado trabajando y trabajarás en el superlaboratorio de la empresa de mi marido. 

- No entiendo... ¿Por qué me propones eso ahora? Llevamos mucho tiempo distanciadas.

- En ese laboratorio no hay sección de astronomía y necesitamos astrónomos urgentemente, Por favor, hazlo como un favor personal. Te necesito a toda costa, a nivel personal y profesional. 

- Lizzie, no se... Cambiar mi vida de esa forma...

- Me siento muy sola. Necesito a una amiga a mi lado. ¿Por favor?

- Está bien, Lizzie. Déjame unos días para organizar la mudanza.

Lizzie lloró de la emoción. Sabía que iba a costarle convencer a Génesis de vivir con ella. Por un momento, creyó que jamás aceptaría. Y así hubiera sido, sino fuera porque Génesis vio en Lizzie una angustia que también ella tenía en su interior. El miedo a la soledad. Por eso, Génesis decidió  cambiar su vida tan rápidamente. Era una de esas decisiones tomadas en un impulso de positividad que siempre tienden a ser errores.
En cuestión de días su antiguo departamento quedó vacío y cerrado con llave. La científica se mudó a la enorme casa que pertenecía al futuro marido de Lizzie, a las afueras de la ciudad.

Gabriel estaba contento con la idea de cambiar su antigua casa por una más grande, que además incluía un bonito jardín con estanque

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Gabriel estaba contento con la idea de cambiar su antigua casa por una más grande, que además incluía un bonito jardín con estanque. Génesis dejó a Gabriel con Lizzie al llegar a casa y se marchó al laboratorio donde había estado trabajando toda la vida para darse de baja definitivamente. 

Allí, su jefe aceptó su baja con desgana, ya que Génesis era una astrónoma genial. Después pasó por el despacho de Aaron, donde pasó más de una hora. Le costaba despedirse del que se había convertido en un amigo. Se abrazaron y la pelinegra  prometió que su amistad continuaría, aunque dejaran de compartir recinto laboral. Sin embargo, la chica pudo percibir algo siniestro en el rostro de Aaron. Era una sonrisa, pero no una sonrisa dulce. Más bien una sonrisa macabra. Recogió su despacho enseguida. Casi a la hora de marcharse, cuando todo el despacho estaba prácticamente vacío, encontró la investigación que había estado haciendo sobre la misteriosa V-5Alfa, que últimamente había dejado de ser noticia. Génesis se asomó instintivamente al telescopio. La estrella oscura había vuelto a cambiar de posición, aunque a la astrónoma aquello ya no le extrañaba. Se llevó la investigación con ella y abandonó el que había sido su segundo hogar durante años.

A su llegada a la casa de Lizzie, Génesis se estremeció. Durante el trayecto en taxi había estado revisando la investigación con un profundo sentimiento nostálgico. La joven científica observó que los movimientos del astro no eran movimientos aleatorios. Observó el dibujo con mucha atención y comprobó que era indudable. La estrella orbitadora se estaba acercando a un planeta que para nosotros es nuestro hogar.
Otra de las incógnitas que atravesó en aquel momento la cabeza de Génesis fue la ausencia de aquel experto compañero que iba a ayudarla en la investigación sobre V-5Alfa. Habían pasado muchos días, casi una semana, y no había noticias de él. Algo extraño estaba ocurriendo.

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