Lo que destruyo al Cielo

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Observaba como sus hijos jugaban juntos en el tras patio de su casa alegres y sin preocupaciones. Si bien debía amarlos a los dos por igual... no podía... no podía amar a Tsunayoshi por más que lo intentara.

Su hijo mayor era demasiado débil para su gusto, era torpe y pésimo en las materias, al contrario de su hijo menor quien era su orgullo y siempre destacaba en cada cosa que hacía en la escuela.

Podían ser gemelos idénticos, pero la diferencia a sus ojos era abismal.

-¿crees que Tsuna cambie?-pregunto Iemitsu sin dejar de mirarlos.

-hmm... las personas no lo hacen por más que quieran...-respondió Nana también mirando a sus retoños.

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Iemitsu observaba como sus dos hijos lloraban luego de asustarse por un perro, aunque lo que captaba su total atención eran esas puras llamas que salían de ellos.

Hitoshi tenía una llama pequeña en comparación con la que brotaba en su hermano. Eso no estaba en sus planes, se suponía que Hitoshi sería el escogido por Timoteo para ser un candidato a sucesor de Vongola, no Tsunayoshi.

-cariño, la cena esta lista-los llamo Nana saliendo de la casa para buscarlos, pero en cuanto vio a sus pequeños llorando se acercó a consolarlos, Hitoshi rápidamente dejo de llorar, pero Tsuna aun lo seguía haciendo-ya, ya mi pequeño niño-trataba de calmarlo sin éxito.

El por su parte mantenía su vista en ellos, ya se le ocurriría algo que hacer, por ahora disfrutaría sus días con su familia.

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-¡vaya, sí que tiene una llama muy pura!-exclamo sorprendido Timoteo viendo la enorme llama que poseía el hijo menor de Iemitsu.

-lo sé, aunque creo que es demasiado para él siendo tan pequeño-opino el rubio (cofteñidocof) sosteniendo a su hijo entre sus brazos.

-tienes razón...-estuvo de acuerdo con eso, aún era un niño y sus llamas podrían salirse de control-¿Qué te parece si las sello hasta que pueda controlarlas?-ofreció a su amigo.

-sería de gran ayuda-agradeció dejando que el hombre se acercara para sellar las llamas de su hijo.

-bien ya está-dijo una vez acabo-debo volver a Italia, nos veremos pronto Iemitsu-se despidió para volver a su hogar.

Iemitsu bajo a su hijo y se quedó mirando por donde el noveno se había marchado hasta que sintió un tirón en su camisa.

-¿podemos volver a casa?-pregunto inocentemente el pequeño castaño al adulto.

-si ya podemos-tomo la mano de su hijo para poder encaminarse a casa-claro que podemos Tsuna...-

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Cuando Reborn llego a la casa pudo notar rápidamente por que habían escogido al menor en vez del mayor. Lo supo en cuanto vio al muchacho en el suelo luego de caer por las escaleras.

-Tsu-kun, eres un torpe otra vez caíste por las escaleras-hablo Nana mirando a su hijo con una sonrisa-tienes que tener más cuidado como Hito-kun-le aconsejo.

-¿Nii-san, estás bien?-pregunto Hitoshi yendo a socorrerlo.

Reborn por su parte solo los observaba, era una lástima no ser enviado para entrenar al hermano menor, pero no podía quejarse. Ya tendría la posibilidad de entrenarlo una vez que no hubiera peligro para su integridad, hasta entonces...

El Cielo DestruidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora