Un nuevo hogar

234 37 13
                                    


El peregrino se detiene unos momentos observando su nuevo hogar, atento a sus instintos, calibrando riesgos. Luego decide que el lugar es seguro, alejado como está de aquellos extraños seres de aspecto horrible, que tantas desgracias y espantos un día le ocasionaron. Ha recogido unos pocos materiales para acondicionar su morada y unos restos de comida, hallados como en un regalo, le han proporcionado una suculenta cena. Cuando el mundo se oscurece inaugura su lecho, cierra sus ojillos inquietos y sueña con vuelos en picado bajo miles de soles abrasadores. Y el amanecer le sorprende cantando melodías de esperanza y de gozo, y cuando los primeros rayos de luz acarician su cuerpo, una fuerza sin nombre le impulsa a descubrir su nuevo entorno, en busca de alimento y amigos. No tarda en encontrar nuevos compañeros y cantando canciones de maravilla se bañan de sol y vuelan y celebran. En el ocaso la fuerza sin nombre le dice que es la hora del regreso; pero a lo lejos vislumbra a uno de aquellos extraños seres: le parecen gigantes dotados de una fuerza bruta, muy torpes en movimiento, sin embargo peligrosos, pues dominan la magia y emplean trucos muchas veces infalibles y fatales. Los cree ladinos y desconfía de ellos sobre todas las cosas. Su organismo, en apariencia tranquilo, se acelera entrando en estado de alerta. Así que espera hasta que el gigante se pierde entre las sombras, desapareciendo; pero un velo de tragedia se ha cernido sobre su pequeño ser, desconcertado y con el corazón desbocado se debate aleteando en su inesperada cárcel. Y el amanecer le sorprende cantando canciones llenas de melancolía, porque un nuevo hogar, con barrotes de hierro, le rodea ahora.

CuenticosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora