— Si, ahora que ha pasado todo lo de Corina, creo que lo último que quiere Óscar es que me acerque a ti y lo empeore. Aunque, está claro, seamos amigos. — dice sonriendo descaradamente. Le dedico una mueca.

— Pero tú no me haces daño. — digo.

— Ahí es cuando entra otra vez mi amada reputación. — dice cansinamente. Le miro atentamente y él suspira.

— Tienes que irte. — digo leyendo su mente.

— Si. — dice. — Y tú estás a tiempo de llegar a tu última clase. — me recuerda.

— Ah, creo que paso. — digo levantándome, en contra de mi voluntad, de encima de él. Me giro y empiezo a tapar el piano de nuevo.

— Ese no era el trato. Tienes que ir a clase. — dice de repente detrás de mí. — Aunque sea psicología. — Suspiro.

— ¿Qué trato? — pregunto y él me atraviesa con la mirada. — Está bien. Iré. — accedo.

— ¿Sigues empeñada en que vas a ir con García esta tarde? — me pregunta y noto una cierta molestia. Ni siquiera me acordaba que iba a ir con Tomás. "No", pienso.

— Si. — digo. Me vendrá bien estar alejada un poco de él. Tantas horas juntos, planeadas y sin planear está siendo demasiado agotador para mí.

— Está bien. — dice rendido, noto que se aleja de mí y me giro. — Tengo que irme. — dice dando dos pasos hacia mí, mi corazón se desboca. — Te veré por ahí. — dice él sonriéndome pícaramente, se inclina lentamente y yo cierro los ojos hasta que nuestros labios apenas se rozan y me da un beso justo en la comisura de mis labios. — Por cierto, has hecho que me guste el piano. — susurra aún en mis labios, o no en mis labios. No sé dónde está exactamente. Entonces se va.

Me quedo un par de minutos más allí, y luego directamente me voy a clase. Llego de las primeras. Tomás llega poco después de mí y me saluda sonriente, pero se sienta en su sitio, le dije que debía abrirme a los demás y que si estábamos siempre juntos no conseguiría conocer a la gente. Simplemente había sido una excusa para no tenerle tanto encima. Ignoro las miradas reprobatorias de la profesora. Me odia. Tomo apuntes y trato de no pensar en Alex, me encuentro sonriendo cuando le imagino sonriendo y mostrándome sus dos hoyuelos.

Me sonrojo cuando pienso en la forma en la que me besa sin besarme de verdad si quiera, en la forma en la que me toca o susurra. Y cuando me mira de esa manera, mientras sonríe.

Estoy sonriendo sin darme cuenta cuando alguien se pone entre el punto infinito al que estaba mirando y yo. Es Tomás, la clase ha acabado.

— Hola. — dice él sonriendo.

— Hola. — devuelvo la sonrisa mientras me levanto y recojo los libros.

— ¿Qué te ha pasado antes? — pide, parece incómodo. Evito sonreír, me alegra hacer algo por fin que parezca desagradarle a Tomás.

— ¿Con la rubia esa? Nada, olvidémoslo.

— Es mi prima. — dice y yo le miro inmediatamente, no bromea.

— Ah. — digo simplemente. No sé qué espera que diga. — Pues me voy a ahorrar los comentarios desagradables sobre tu prima. — digo pasando por su lado. Él me sigue, como no.

— Creo que Alex y tú os habéis pasado un poco antes.

— Alex no tiene nada que ver. — digo poniendo los ojos en blanco.

— ¿En serio? Porque últimamente parece que tiene que ver, y mucho. — me paro y le observo mientras me mira acusador.

— Lo que ha pasado con tu prima es un problema mío. Alex solo quería ayudarme. Sin preguntar siquiera. — respondo bruscamente.

Déjame amarte.Where stories live. Discover now