"Cinthya"

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"Las memorias imborrables del amante que espera una segunda oportunidad"


Siempre fui enfermizo, hijo de un padre pintor nunca conocí el placer de viajar como lo hizo él la idea de poder plasmar la belleza del mundo con el pincel era un sueño imposible para mí.

Miraba desde la venta de mi cuarto las aves que revoloteaban en las ramas del árbol, suspire aburrido, postrado en mi cama, sin poder hacer nada más que dormir y comer, en mi había nacido un sentimiento de odio hacia los demás y un odio aun mayor para mi persona, detestaba este cuerpo, lo odiaba con todo mi ser, lo único que quería era la libertad que este cuerpo enfermizo me negaba.

Sentí tristeza cuando al volver mi padre me mostró a la que sería mi prometida, ella vida misma y yo un ser muerto en ella, sus cabellos rubios brillaban como el mismo oro, sus ojos verdes esmeraldas, y su hermosa y tersa piel, el nombre de tan delicada belleza era Cinthya, si bien en un principio la relación de ambos era carente por aquella obligación a la que estábamos condenados a pertenecernos un día mi asombro no pudo evitarse notar al descubrir que aquel hermoso ángel me había elegido a mí a pesar de mi insufrible situación.

Sus lágrimas cayeron al escuchar la conversación que tenía con mi padre, nuevamente pedía que el compromiso se rompiera, no quería atar a una chica tan joven y bella a vivir con alguien como yo, mi situación conllevaba mantenerla a ella en el exilio social y yo no quería ser su verdugo ni carcelero.

Corrió a mí en llanto y me miro con suma tristeza.

–¿Por qué si yo lo amo tanto no puede amarme, aunque sea un poco? ¿Por qué debo amar a quien me odia con alevosía? ¿Tanto disgusto le causa mi persona a su corazón Joven Crawford? –rompió en llanto, aquella joven que amaba con tanta premura y estaba dispuesto a abandonar para verla libre y feliz me amaba, me amaba tanto como yo lo hacía.

Aquella trágica noche abrimos nuestro corazón y revelamos lo más íntimo que resguardábamos en nuestro interior, aquella noche que había empezado con el adiós definitivo se había vuelto el comienzo de nuestra felicidad.

Mi Cinthya, mi amada y bella Cinthya se había vuelto mi musa y la fuerza que me permitió levantarme del lecho del cual no creí levantarme nunca, la fuerza que jamás creí tener me lleno y como si nunca hubiese existido rastro de aquella enfermedad que me había hecho estar postrado en cama me volví un joven saludable y sano.

Viajamos por diversos países, y al fin pude hacer mi sueño realidad, plasmar con mi pincel la belleza del mundo que me rodeaba, para mis 24 años era un pintor reconocido, pero cansado sin lograr encontrar algo que llamara la atención de mi mirada, en mi mente una ligera idea rondo hasta que semanas después alce la voz y me atreví a proponer aquella idea a mi amado ángel.

Lo sabía bien, nada en este mundo era más hermosa que ella, mi última obra antes de retirarme con la gloria de mis éxitos sería una pintura de mi musa, aquella mujer con quien pensaba casarme después de terminarla.

Ella feliz accedió ante mi petición, pero el cuadro que pensé sería el más fácil de plasmar me había llevado más tiempo, ahogado en la agonía de que mis manos no pudieran plasmar la belleza de la mujer que amaba no note el desgaste de ella, que sin dejar de sonreírme seguía inmóvil esperando a que al fin terminara, los meses pasaron al igual que los pinceladas que daban ya casi por terminada la que sería mi obra maestra.

Solo un poco más de brillo, solo un poco más de vida, me decía a mí mismo mientras aplicaba los últimos toques y voala al fin había terminado, era vida, la vida misma de mi amada en un cuadro, para cuando mire a mi musa ya era tarde, aquella dulce flor se encontraba marchita, sin darme cuenta le había hecho de lado como ella misma lo hizo consigo mismo para algo más, para lograr terminar juntos aquello que pensé me haría feliz, ¿Pero acosta de qué?

Un Dios enamorado →【Puzzleshipping/Blindshipping】Where stories live. Discover now