-Ameliia, te quedarás y me contarás más sobre ti ¿lo harás?-La chica sabía su respuesta así que abrió los labios pero de estos salió la respuesta incorrecta.

-Si-contestó automáticamente, casi se cubre la boca pensando que aquello enmendaría semejante error. Quería decir que no, pero no pudo, se preguntó que si bajo el efecto del alcohol, su voluntad era tan débil que accedía a aquello, pero en el fondo sabía que había sido algo más.

-Es bueno que haya cambiado de idea, en verdad quiero escuchar su historia-alzó sus labios en una sonrisa, vio que la mirada de Ameliia reflejaba confusión-No tienes nada que temer, no te haré nada malo.

Fugazmente acarició con su dedo la suave mejilla de la chica y ella pareció relajarse ante el tacto.

-Entonces no se que espera-se encogió de hombros y caminó de regreso a la barra, seguida por Niklaus-No tengo toda la noche.

-Pensé que ya te ibas- apareció Chuck.

-Yo también lo pensé-contestó y por reflejo Chuck desvío la mirada a su acompañante, asintió entendiendo la razón y se retiró. "Yo ya me iba", pensó la chica y empezó a parpadear como si estuviera intentando recordar algo. Pero de nuevo la voz de Niklaus la sacó de sus pensamientos.

-Bueno, ahora si puede empezar. A menos que quiera otro trago antes de comenzar.

-Ya he tenido suficiente por hoy-admitió y se preguntó por qué estaba por contarle su historia a un extraño, se había encontrado un par de veces con aquel hombre, pero no dejaba de ser extraño-No soy de aquel tipo de gente que tiene una historia interesante...-pareció dudarlo un poco más-Nunca conocí a mi padre, no sé si está vivo o sí  falleció, mi madre nunca quizo hablar del tema. Y ahora nunca lo sabré...

-¿Por qué?

-Ella murió hace poco-Niklaus notó el dolor en su voz, al pronunciar aquellas palabras. Recordó que no era conocido por ser alguien sensible así que su plan seguía en pie-Me dejó al cuidado de tía Camila, pero en cuanto cumplí la edad suficiente aprovechó para que viviera sola en mi antigua casa. Trabajo en este mismo bar para mantenerme.

-¿Cómo se llamaba tu madre?-preguntó el hombre y Ameliia denotó interés.

"¿Por qué quiere saber eso?", quizo preguntar pero de su boca sólo salió la respuesta.

-Wendy Lester-dijo y a Klaus no le quedó la menor duda de que Ameliia era la persona que buscaba, la chica frunció el ceño al ver la expresión del hombre, esta reflejaba satisfacción.

Pero por dentro había una ligera decepción al saber que su vieja amiga ya no se encontraba en esta vida.

-¿Hace cuánto murió?-preguntó ahora confuso.

- Cuando yo tenia 17 años, hace 5 años-la chica no sabía por qué el hombre tenía tanto interés en su madre-¿Por qué tanto interés?

Pensó que tal vez había sonado descortés pero no le gustaba tocar aquel tema.

-No es interés, amor-mintió-Sólo me parece una devastadora historia para una chica como tú.

-Ya le he dicho que no me llame así-lo miró inexpresiva-Ya han pasado cinco años de lo ocurrido, uno pensaría que se hace más fácil a través de los años. Pero solo se hace más soportable.

-Concuerdo, pero conforme pasan los años a mi me resulta más fácil olvidar las cosas-Ameliia levantó una ceja ante la confesión, le calculaba unos 25 años como máximo, 《¿de cuánto tiempo pudo disponer para olvidar cualquier tragedia que ocurriera en su vida?》.

-¿Qué tantas cosas pudo haber pasado usted?-preguntó ahora ella siendo la interesada, los papeles se habían invertido, pero Niklaus no iba a ceder.

-No tienes idea, amor-simplemente contestó sin mostrar ningún sentimiento que le diera una pista a la chica-Creo que no le retendre por más tiempo, puede irse si gusta.

Quería irse desde hace tiempo pero hasta que dijo que podía irse, se sintió capaz de hacerlo, nuevamente se levantó.

-Tal vez nos veamos en otra ocasión-mencionó el hombre, ella se giró a verlo brevemente.

-Tal vez-susurró no estando segura de que había escuchado, pero lo había hecho.

Como no vio a Chuck cerca, decidió irse sin más, esta vez camino hacia la salida a paso lento, el efecto del alcohol aún no pasaba por completo, por lo que prefería ser precavida.

Era una noche fresca, la luna alumbraba el camino. Ameliia se abrazaba a si misma, intentando que con el calor de su cuerpo, el frío no fuera tan molesto.

A esa hora, era mínima la gente que paseaba por las calles, una que otra pareja tomando un paseo nocturno pero que en un parpadeo desaparecían para tomar el rumbo de regreso a su hogar. En su mente, la chica revivia la entera conversación con Niklaus y el aumento de interés al hablar de su madre, pensó que tal vez la había conocido en el pasado pero eso tuvo que haber sido al menos hace cinco años atrás, desechó aquella idea,  pues no tenía argumentos para sostenerla y le parecía algo ilógico.

Sus pensamientos fueron abruptamente interrumpidos por unos pasos, frunció al ceño al no ver a nadie y se preguntó si en realidad los había escuchado o había sido parte de su imaginación.

Mantuvo la respiración por unos segundos e intento agudizar su oído intentando captar algún sonido pero nada, todo era silencio al parecer. El corazón de Ameliia comenzó a acelerarse, no sabía el por qué pero algo le decía que no era nada bueno. Tragó saliva y reanudó el paso, esta vez un poco más rápido.

Algo cayó frente a ella haciendo que se detuviera, un grito ahogado salió de su garganta por el susto y quiso largarse a gritar un poco más cuando sus ojos se enfocaron en la cosa o más bien la persona que había caído a sus pies.

Era un hombre, sus arrugas expresaban que tenía al menos cuarenta años, su semblante pálido tenía los ojos desorbitados y un brillo escarlata resaltaba de su cuello, había dos grandes heridas en este y de este la poca sangre que le quedaba al pobre humano terminaba por salir.

De nuevo la sensación de peligro la inundó, sabía que se trataba de algo más que el cuerpo frente a ella, cubrió su boca intentando no gritar y que su respiración se regulará para poder pensar con claridad porque, claramente, el pánico le nublaba el juicio.

-Buenas noches-saludó una joven voz masculina, la voz la sintió como si la tuviera pegada a la cabeza a pesar de estar al menos a un metro de distancia. Ameliia junto todo el valor que pudo para girarse a ver a aquel hombre, quien la había saludado como si fuera una situación cotidiana.

Sus pies parecían pegados al suelo, pero se las arregló para despegarlos y darse la vuelta, a una peligrosa distancia se encontraba aquel hombre de belleza inquietante. De sus marcados labios escurrían finos hilos de sangre que hizo que a la chica se le revolviera el estómago.

-Perdón por el desastre-dijo en tono calmado y Ameliia notó como la picara sonrisa en su rostro se enganchaba cada vez más.

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Gracias por sus votos y comentarios. Los amo.❤

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