Día 18 - Guiarte, Cuidarte, Protegerte y Amarte

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El día de hoy se levanto igual que ayer. Nublado.

Cada minuto que pasa se puede oler más y más la humedad en el aire. Parece que se acercan las lluvias de primavera que darán paso a, por lo menos, un mes de seca en verano.

-Hey, estas ahí?- Ella me llama mientras entro con el desayuno a la habitación –No es gracioso

-Que es lo que no es gracioso?- le pregunto mientras enfrío un poco su te antes de dárselo a beber

-Quítame la venda de los ojos, no puedo ver- pude verla esbozar una sonrisa

-No tienes ninguna venda en los ojos- le digo y me empiezo a preocupar

-Vamos, en serio. No es gracioso. Quítamela- sonaba algo nerviosa e inquieta

-Sientes acaso una venda en los ojos?- le pregunto mientras mi animo se descompone por completo –Todavía puedes levantar tu brazo. Siente tu rostro y dime si tienes una venda- le digo mientras mi voz se empieza a quebrar

Ella no me responde, yo no interrumpo. Quedamos en silencio por unos instantes que parecían eones. Hasta que Ella me grita

-Ya se! Ya lo se!- me grita con desesperación y llanto ahogado en su garganta –Solo quería que me dijeras que me sacarías la venda! Que pondrías tus manos en mi cara y me dejarías ver otra vez! Verte otra vez! Ya se que no puedo ver! Ya se que esta maldita enfermedad me ha sacado la vista!- continúa gritando, soltando un gemido ahogado de tanto en tanto por el llanto –Solo no quiero creerlo! No quiero creer que tengo diecisiete años y que no viviré para ver mis dieciocho! Que no viviré para estar con tigo! Que no estaré aquí para evitar que hagas una locura...!

Sin saber que hacer en lo absoluto, recurro a lo único que se que podría calmarla. Con cuidado de no lastimarla, la rodeo con mis brazos y la abrazo fuerte. Dado que ya no puede ver, esta de más decir que se sorprendió por el gesto.

Pongo mi mano derecha en su nuca y le empiezo a decir

-No te preocupes. Yo siempre estaré a tu lado para guiarte, cuidarte, protegerte y amarte. Se lo jure con mi vida, y voy a cumplir mi juramento- le digo con la voz mas tranquilizadora que pude hacer –No importa donde estés, yo te seguiré

-No me estas mintiendo?- me pregunta mientras solloza fuerte

-Por que le mentiría a la única persona que realmente estuvo ahí para mi cuando ya no me quedaba nada?

-Seguirme donde sea que yo este?- se oye algo confundida cuando me lo dice

-Donde sea. No importa con tal de que estemos juntos.

-No me digas que piensas...- la interrumpo antes de que termine

-Si no lo hiciera, estaría huyendo. Un hombre nunca huye. Huir es de cobardes. Eso es lo que me dijo mi padre una vez

"Un hombre nunca huye.

Siempre enfrenta sus problemas con la frente en alto

Siempre pelea hasta la ultima gota de sangre para defender lo suyo y a los suyos

Si debe de enfrentarse a la Muerte, lo hará con una sonrisa en los labios, no importa si no hay posibilidad de ganar

Dar la vida en defensa de los suyos es la mayor gloria que puede esperar un hombre

Huir es de cobardes"

Ella simplemente no sabe como responderme, o solo quiere disfrutar el abrazo, por lo que no dice nada.

Habremos estado unos quince minutos en ese abrazo y Ella finalmente me dice algo

-Prométeme, no, júrame que no harás nada estúpido cuando yo ya no este aquí- me dice con la voz todavía quebrada por lo de hace un rato

-Ese es un juramento que no puedo hacer- le digo mientras me niego a separarme de Ella

-Por que?

-Dos motivos. El primero es que le jure a tu padre que estaría a tu lado donde sea que estuvieses, que te protegería en esta y la próxima vida. Y mi padre me enseño que los juramentos se cumplen.

-Eso no es motivo para hacer lo que quieres hacer- no suena satisfecha con el motivo de lo que voy a hacer –Y el otro motivo?

-Ya te lo dije. Eres tú. A mi ya no me queda nada, no tengo familia o una casa a donde ir, tu eres todo lo que me queda, y si te vas, no tengo motivos para quedarme aquí.

-Eres joven, tienes toda tu vida por delante- trata inútilmente de convencerme

-Suponiendo que te hago caso y no lo hago, seré joven, pero no tengo un centavo para estudiar. Y nadie me dará ningún trabajo que involucre mover peso, puesto que no lo puedo hacer

-Por que?- pregunta curiosamente acerca de levantar peso

-Durante el incendio, mi brazo izquierdo se vio muy afectado, y eso me costo la mitad del músculo de el. Puedo hacer fuerza, pero por muy poco tiempo antes de necesitar descansar mi brazo, además de que tengo un control muy pobre sobre el. Cosas que a cualquiera le tomaría poco tiempo, a mi me llega a tomar horas.

Ella simplemente me mira hablar

-No hay posibilidad de que tú te vayas y que yo pueda rehacer mi vida, recordando todas las noches a quien me dio un motivo para vivirla en primer lugar.

Ella no dice nada en respuesta.

El resto del día fue relativamente tranquilo, nada mas que en vez de ver televisión, le leía algunos libros que estaban en la biblioteca de su padre y algunos ensayos míos.

Al caer la noche, Ella siente que su pierna se separo de su rodilla, por lo que me pide que la descarte. Luego de eso le traigo sus medicamentos

-Abre la boca por favor- le digo mientras abro la ampolla de calmante

-Esa cosa sabe horrible- me dice con voz de niña pequeña haciendo pucheros

-Vamos, es solo un segundo. Después podrás dormir un poco- le digo fingiendo voz de padre

-Suenas igual a papa- me dice riendo un poco

Ella traga su medicamento y un poco de agua

-Lo ves? Ya esta- le doy un beso en la frente –Buenas noches

-Buenas noches- termina de decirlo y cae dormida

Una vez aseado todo, salgo a llevar la bolsa bajo el árbol. La entierro y regreso adentro.

Ya en mi futón y con una de esas malditas pastillas a medio camino de mi estomago murmuro

-Guiarte, cuidarte, protegerte, amarte. Huir es de cobardes

Amor VerdaderoWhere stories live. Discover now