Él, proclamándose a sí mismo un lobo solitario nunca previo relacionarse con otros de su especie, de vez en cuando observaba a los demás demonios hablar entre ellos y hasta compartir risas, cuestión que no lograba entender del todo, para él un demonio debía ser la reencarnación del odio y del pecado ¿Cómo podrían sonreír tan descaradamente mientras jugueteaban por ahí? Se había dicho mentalmente mientras observaba como uno de los 3 perros del infierno corría por la colina que daba al río de las animas junto con el guardián de este, sus ojos no podían comprender como jugueteaban como si de niños mortales se tratasen aquello hizo que en su rostro se dibujara una expresión de disgusto y desaprobación.

Entrecerró sus ojos y suspiro desganado, aquella imagen le molestaba sin lugar a dudas, sus acciones debían molestar hasta su mismo Rey ¿Cómo permitía que la imagen de los demonios cayera tan bajo con este par? Aquel pensamiento le invadió dejando que su frustración opacara su instinto y por ende no se diera cuenta que el par estaba corriendo hacia su dirección.

El estruendo no se hizo esperar, si bien el perro había logrado saltar aquel obstáculo viviente el pequeño no había tenido la misma suerte llevándose con él al joven pelinegro.

–¿Estas bien? –escucho su voz preocupada, aquello le causo fastidio, ¿Qué pregunta tonta era esa? Estaba a punto de decir algo pero se detuvo cuando sus ojos miraron aquellas extrañas gemas color amatista y quedo sin habla –Realmente lo siento, ¿Te hice daño? –pregunto nuevamente el pequeño demonio que bajaba sus orejas en muestra de arrepentimiento como sus 4 colas. Miro su piel blanca como el mármol, su extraño pelo que se dividía en tres colores, en el centro un negro tan profundo como la noche, en las puntas que como los picos de una estrella había un color morado y enfrente unos mechones color dorados que brillaban aún más que sus cuatro colas, pero lo que más le impresiono fueron esos dos orbes que tenían un color y brillo sin igual, si bien ya había visto a demonios con ojos demasiado inusuales como Kujaku Mai, estos tenían un brillo que le dejaban un hueco en el corazón.

–Quítate de encima –clavo sus ojos en los de él y frunció el ceño.

–Lo siento yo –se levantó deprisa y extendió su mano para dársela al joven para ayudarlo a levantarse.

–Tsk –aparto su mano con un toque brusco y se levantó por sí mismo dejando la mano del de orbes amatistas en el aire.

–Yo... yo lo siento –se llevó su mano al costado mientras se disculpaba nuevamente.

–¿Pero qué clase de demonios de pacotilla son? Corriendo por ahí como idiotas –soltó desdeñosamente.

–¡¿Oye que te crees lobo pulgoso?! –Se acercó el compañero del tricolor lanzándole una mirada retadora.

–¿Ha? ¿Escucho bien? ¡Wow ahora puedo decir que lo he visto todo! Un perro rastrero hablando –sonrió mostrando los colmillos.

–¿Quieres pelea verdad? –frunció el entrecejo el rubio que ahora había sacado las garras.

–No pensé que el perro guardián del inframundo fuera masoquista –sonrió ladinamente.

–¿Pero qué...? –el rubio se desencajo por las palabras.

–Tan corto de cerebro, como todo un buen perro –se movió rápidamente para atacarlo, pero el rubio reacciono ante el intento y lo esquivo dejando al lobo con un deje de asombro –por lo visto no eres tan inútil –sonrió nuevamente preparado para el ataque pero esta vez el de orbes miel tomo su mano antes de que el golpe acertara y le lanzo un puñetazo haciendo que cayera.

Sonrió el rubio mientras se dirigía hacia él tronando sus nudillos pero antes de poder hacer algo el joven tricolor le había detenido.

–Jono –musito el chico en voz baja –por favor vayámonos – bajo su cabeza.

Un Dios enamorado →【Puzzleshipping/Blindshipping】Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon