Ella no dijo nada, solo lo observó con los ojos abiertos.

—No puedes hablar enserio— susurro al final en voz baja.

—Hanna...

— ¡No! Ehan. ¡No! yo no quiero volver a ver, hablar o tan siquiera estar cerca de tu familia— dijo Hanna con la voz temblorosa.

Ella no podía creer la propuesta de él. Su familia son las personas que más daño le han hecho en el mundo. Y para ella son seres despreciables, no quería a sus hijos cerca de ellas, le importaba una mierda que llevara la misma sangre.

— ¡Por favor! Piénsalo, los gemelos merecen conocer a su familia, ellos son los únicos nietos y de momento los únicos herederos de las empresas familiares; no puedes negarles eso Hanna.

—Yo no quiero negárselos, pero recuerda que tu padre me mando deshacerme de ellos. No lo quiero cerca de mis hijos Ehan... ¿Cómo quieres que los presente? ¿Niños, quiero que conozcan a su abuelo el cual por cierto los quiere ver muertos? Trata de explicarles eso...

Ella dejó de hablar, solo de imaginar la posibilidad sentía el miedo recorrerla el cuerpo entero.

—Mi madre y yo evitaremos cualquier mala intención Hanna; confía en mí. Ella está deseosa de conocerlos, y yo quiero que mis hijos la conozcan a ella y a Marco.

Ella lo observo con temor y se cruzó de brazos como si tratara de protegerse; pensar en reunirse con la familia Hilton era como invitarla a tomar él te en medio de un tiroteo.

— ¡No Ehan! No estoy dispuesta a aceptar esto, es tan...horrible, no puedo llegar y aparentar que no odio a tu padre, no puedo fingir que Marco me agrada a pesar de ser el tío de mis hijos...

— ¡Lo sé! ¿Sí? Lo sé. Pero entiende a mi madre, ella no tiene la culpa y también la vas a castigar por algo que ella no hizo y que de haber sabido lo hubiera evitado...Solo...piénsalo Hanna. No se lo puedes negar a nuestros hijos.

No. No. No.

Todo en ella gritaba ¡No! Pero... no había nada más que ella pudiera hacer, Ehan tenía Razón; no podía negarles a sus hijos ese privilegio... al final, ellos eran los únicos herederos del imperio Hilton.

—Yo...lo pensare— accedió Hanna girando y caminando a la puerta pero una mano la detuvo.

—Hanna, espera. ¡Dios! Estas temblando... — le dijo Ehan preocupado, ella estaba pálida y su cuerpo sufría pequeños temblores— Estas aterrada.

—Yo...yo no puedo— susurro ella con la voz quebrada— tu no lo entiendes...Los odio Ehan. Los odio con todo mí ser...ellos...

—Eso no es sano Hanna— trato de tranquilizarla— es dañino vivir con tanto rencor...

Hanna lanzó una risa irónica.

— ¿Y me lo dices tú? ¿El hombre que por odio y orgullo me hecho de su vida?— dijo con ironía.

—Es diferente Hanna...

— ¡Ah Claro! Si tú lo haces está bien pero yo no puedo...

—No me refiero a eso; además. Las situaciones son diferentes; entiendo tus restricciones pero no debes castigar a mi madre y los gemelos por algo que hizo mi padre.

Hanna lo observó con molestia y preocupación, a pesar de tratar de comprender lo que él le decía. El dolor no la dejaba pensar con claridad. Necesitaba relajarse o explotaría ahí y todos en la empresa se enterarían de lo que ocurre.

—Yo...yo necesitó tiempo Ehan. Déjame pensarlo— suspiro.

—Mi madre lo está planeando para este domingo; puedes llamarme mañana y decirme que has decidido.

Nuestra Segunda Oportunidad. Saga: NYC N° 3Where stories live. Discover now