Capítulo 18

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El miércoles de la semana siguiente me encuentro en el baño de la escuela, sopesando los pros y los contra de extirpar el grano en mi rostro. El condenado era pequeño, pero llamativo y había decidido el peor sitio para aparecer... ¡en el centro de mi frente!
Al parecer, la mantequilla de maní y las papas fritas de el fin de semana estaban empezando a hacer efecto.

—Te odio acné —murmuro con odio a mi reflejo en el espejo.

Hoy mis rizos han decidido darme tregua finalmente y he dejado mi cabello suelto. En la mañana tuve algunos minutos para delinear mis ojos y colocarme algo de rubor. Hoy me veía aceptable, incluso me atrevería a decir que estaba linda. Pero aquel grano en la frente simplemente arruinaba la magia.

Decidiéndome a dejar a el grano en paz –por ahora– entro a un cubículo para vaciar la vejiga. Cuando estoy a punto de bajar la llave, la puerta de el baño es abierta y las voces de varias chicas llenan el espacio junto al ruido de tacones chocando contra el suelo. Por supuesto, una de esas voces resulta ser la de Maggie. Vaya suerte.

No estoy orgullosa de admitir que estos últimos días he sido una completa cobarde, ocultándome entre clases de Psicopata Maggie y de todo su séquito de pelirrojas abusivas. No he hablado con Mía —quien me sigue ignorando como si estuviera pintada en la pared—, ni con las chicas de el Código de Rubias, las cuales aún siguen con la descabellada idea de una guerra. En conclusión, he pasado mi tiempo libre refugiada en la biblioteca, en mi trabajo y en mi habitación. Y por eso es que sigo soltera.

Las chicas hablan por varios minutos sobre temas de los cuales no estoy interesada. Después de varias risitas, gritos agudos y quejas, siento que puedo quedarme dormida allí mismo, sentada en el retrete de un baño escolar, escuchando lo que puede ser la conversación más banal de el universo.

—Me enteré, que el sábado en el centro comercial van a liquidar jeans en Burberry [1] —dice una chica, suspirando—. Todo lo que puede pedir una chica.

—¡Oh Dios mio! ¡No puede ser! ¡Tenemos que llegar antes que cualquier otra persona! 

Blanqueo los ojos, impaciente por escuchar algo que valga la pena.

—Chicas, céntrense en el tema —dice Maggie, su voz se escucha amortiguada por las voces en el pasillo— este viernes la misión principal no son las rebajas. Ademas, todos saben que Burberry vende ropa fuera de estilo. Nada que ver con Tommy Hilfiger y su nueva colección. Estoy en la lista de espera para los nuevos Skinny Jeans.

   >>Como sea, me he salido de contexto. El punto es que este sábado tenemos que enfocarnos sólo en una cosa: en Mía Harper. No voy a desperdiciar dos meses de trabajo y tirarlos por la borda así como si nada. Me ha estado dando largas, pero ya no más. Lo sepa o no, ella me va a ayudar a recuperar a Jared Harries.

Maggie dice algo más, pero ya está muy lejos como para que pueda escucharla. Cuando estoy segura de que el baño se encuentra vacío de brujas malvadas, bajo la llave y salgo de él cubículo. Por varios minutos, sólo puedo quedarme de pie frente al espejo en silencio, procesando la información.

—Oh Dios —susurro, sintiendo los nervios en la punta de los dedos.

Yo sabía que esa psicopata tramaba algo.

  Poco me importaba el hecho de que Mía no me hablases desde hacía tres semanas, no importaba porque ella seguía siendo mi mejor amiga. Y si podía salvarla de caer en las garras de chicas pelirrojas abusivas, pues no lo pensaría dos veces antes de intentarlo... aunque no supiera exactamente de qué se trataba todo aquello de el viernes.

Una chica rubia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora