Lame la leche agria de mis pechos...

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Lame la leche agria de mis pechos, y llora, porque una luciérnaga ya no nos alumbra, ya no nos guía. ¿Sabes qué se siente cuando algo pequeño se va, pero arrastra consigo todo el sentido de las cosas?¿Cuando el cuerpo se niega, con amargos alaridos, a aceptar la horrenda realidad? Yo sí, soy víctima incansable de la putrefacción, se abraza a mis memorias, a mi juicio, a mi ser. Soy solo los restos de una calamidad, a fin de cuentas, ¿qué es una madre sin su hijo? Tú, mi inocente y frágil luz, titilaste, tu corazón titiló en un segundo y se apagó, como la estrella más triste, más bella y amada de todas. Jamás escuché las dulces melodías que tenías preparadas, jamás le regalaste una sonrisa, un mirar al Universo. 

Maldigo mil veces a este vientre, porque imagino cómo las viles serpientes de mis propios pecados inocularon veneno en ti, mi niño, ¡en ti y solo en ti! Te hundieron en un mar rojo y me privaron de conocerte. Ojalá hubiera sido fuerte, ¡ojalá hubiera sido otra! No fui tu madre, y ningún otro lo será de mí. Tú duerme tranquilo, mi bebé, tú duerme para siempre y en paz, que cantaré los felices sueños que añoro para ti.

Redacciones: Los suspiros moribundos de una mujer.Where stories live. Discover now