Observó que su madre fue liberada por fin, así que tiró con cuidado de ella, dejándola detrás suyo. La empujó para que entrara a la casa, sin quitar la mirada a los hombres desconocidos y más al que trató de llevársela.

— ¿Te encuentras bien? — preguntó en un susurro, tomando la mano de Ume para tratar de tranquilizarse un poco.

Y al no obtener respuesta, la miró por el rabillo de ojo. Observó el temor en la mirada de su mamá, también que contenía lágrimas en sus ojos en el silencio que hacía. Estaba asustada, claro que sí.

— Hijo. — Ume tragó la saliva acumulada en su boca, el peso en su pecho haciéndose algo insoportable — Hijo, ve dentro con Natsu.

Shōyō parpadeó rápido, frunciendo el ceño luego.

— Claro que no. — alzó apenas la voz, enojándose — ¿Cómo crees que haré algo como eso? Ni lo sueñes.

— Shō, ve dentro de casa. — y esta vez usó un tono serio, ahora ella frunciendo las cejas.

Pero el menor la dejó de mirar cuando un brazo apareció en su campo de visión, y reaccionó rápido antes de que agarrara de nuevo a Ume. Miró con rabia en los ojos a los ajenos.

Aún si media casi dos metros, no iba a dejar por nada en el mundo que se la llevaran. O siquiera volvieran a tocar.

— Mira niño, tenemos asuntos pendientes con tu madre así que debe venir con nosotros. Asuntos de adultos, ¿entiendes?

— Sobre mi cadáver. — espetó Shōyō, dando un paso atrás para seguir empujando a su mamá dentro de casa. Aunque ahora ella era la que se rehusaba a seguir.

— No te hagas el maldito héroe, mocoso. — llevó una mano hasta su pecho.

Los párpados de Shōyō se agrandaron y dejó de respirar al ver que sacaba un arma del bolsillo interior de su chaqueta. El sonido que hizo cuando quitó el seguro lo congeló en su sitio y un escalofrío recorrió toda su espalda al sentir la punta de la pistola en su frente.

¿Por qué estaba pasando esto?

Había sido un día como cualquier otro.

Llegó temprano en la madrugada después de su trabajo de medio tiempo y estudió un poco antes de dormir porque estaba preparándose para ir a la universidad.

Después despertó con los gritos de Natsu para que bajara a desayunar. Su mamá hizo huevos con tocino para ellos dos y a Natsu pan tostado con mermelada, como a ella le gustaba.

Al teminar se fue a su cuarto después de ayudar a lavar la losa. Estuvo en videollamada con su mejor amigo y después se metió al baño para darse una buena ducha porque sentía el cuerpo pesado.

Y ahora estaba siendo apuntado a la cabeza, con un sujeto que parecía dispuesto a matarlo sin ninguna clase de remordimiento.

— ¡No! ¡Yo iré con ustedes! ¡A él déjenlo!

Su madre gritó más que alterada mientras tiraba a Shōyō, pero él no se movía. Como si algo hubiera pegado sus pies al suelo, con la mirada enfocada en el arma y sintiendo el frío de la punta de esta.

De no ser porque estaba en shock, se hubiera fijado en el auto que hizo un escandaloso ruido cuando frenó frente a la casa. Y sólo reaccionó cuando alguien tomó la pistola, quitándosela al hombre que estaba a punto de apretar el gatillo.

Shōyō tomó una gran bocanada de aire y casi se marea al sentir la sangre circular por su cuerpo. Su pálido rostro volviendo a su tono natural.

— ¿Qué creen que están haciendo?

Deuda | Haikyū!!Where stories live. Discover now