Con cariño, tu chico de los ojos verdes.


Aun pasando los años esas líneas siguen siendo un delirio para mí.

Sigo teniendo la carta como un recuerdo masoquista, pero creo que todos los somos un poco. No he logrado una catarsis respecto a esos recuerdos, en mi mente aun divagan sus ojos, burlándose de mí, diciéndome a gritos que ya los deje ir; y lo hice.

Deje de esperar. Deje de esperar la llovizna en un desierto donde nunca llueve. Quise olvidar, sin embargo el olvidar es un acto involuntario, pues cuando más trataba de olvidar más me perseguían sus recuerdos.

¿Tan difícil era pedir que ya no quería acordarme de él? Ya no quería tener ni un solo momento guardado en mi recóndita memoria sobre sus ojos, un gesto de él o tal vez el problema de que no pudiera olvidar era el simple hecho de que mi hijo de dieciséis años era una copia exacta de él. Las arrugas a los lados de sus ojos junto con sus ojos verdes me hacían un nudo en el estómago.

—No, mamá solo iremos al cine—repitió como por tercera vez un poco sonrojado por mi comentario de hace unos segundos. — No iremos a ningún otro lugar ni tendrás nietos tan pronto.

Me aguante la carcajada al ver como ambos bajaban la cabeza con unas acaloradas mejillas.

—Bien, Jared regresa temprano y nada de beber alcohol, ¿entendido?

—Sí, mamá.

Mientras contestaba caminaba por la acera con una jovencita de un año mayor que él. Mordí mi uña viéndolos por la ventana. Bien, Destiny tranquilízate, no lastimaran a tu bebé.

—Cariño, ella no le hará nada—murmura una voz que conozco a la perfección— Jared se ve feliz con ella, deja tu rol de mamá osa solo unas horas.

Paso las manos por mi cabello respirando hondo. Dereck tiene razón solo son niños, los niños no hacen nada malo.

—Pero ella es un año mayor, ¿y si le hace algo? No lo sé Dereck, ahora no sé qué pensar, es su primera cita— me senté a la par de él haciéndole un puchero. Su barba se asomaba en su quijada dándole un toque sexy, sí mi marido era sexy a sus 36 años.

—Ni lo pienses esa carita tuya no va a lograr que vayamos tras él—me sonrió acomodándome en sus piernas mientras tecleaba algo en su computadora.

— ¿Por favor?— junte mis manos en suplica poniéndome ahorcajadas en él. — Di que sí, por favor por favor.

Esbozó una sonrisa que causo estragos en mí. Amaba a este sujeto. Amaba que no se rindiera con una persona que estaba herida y haciéndose polvo lentamente.

—Tu ve por Cris y Scarlett y yo preparo el auto— dice mientras quita unos cuantos mechones de mi rostro, sonrió como una niña en dulcería mientras voy corriendo a la habitación para ir por nuestro hijos— y linda, si Jared se entera nos matara a ambos.

Me detengo porque quiero reflexionar si seguir a mi hijo con su cita sea lo correcto. Pongo las manos en mi cintura y le sonrió a Dereck con mis ojos entrecerrados.

—Tienes que dejar tus métodos de persuasión conmigo, ahora no iremos— acuso sentándome en el sofá de la casa. Su mentón descansa en mi coronilla mientras ríe cerrando su laptop.

—En realidad creo que tú eres quien tiene que dejar tu rol de mamá osa, nuestro hijo tiene dieciséis años, es grande como para cuidarse solo y no para que su madre lo siga en su primera cita, linda.

Me cruzo de brazos mientras analizo lo que acaba de decir. Me ahorro el dejar salir un suspiro. Es cierto, Jared ya no tiene cinco años, y sé que él es un buen hombre como para desobedecer lo que le digo.

El chico de los ojos verdesWhere stories live. Discover now