Capítulo 36. J✔

9K 833 265
                                    

13 Diciembre del 2006

—Te miras preciosa Dess.

Vi mi reflejo en el espejo. Me gustaba lo que veía. Mi peso había ido aumento por el embarazo, claro está que no seguiría con mis mañas de no comer. No cuando un bebé crecía dentro de mí.

—Gracias, Gema.

Le sonreí. Mi embarazo era notable y me gustaba. La felicidad ahora también consistía de este pequeñito. Acaricie mi vientre de cinco meses, y suspire.

— ¿Entonces me estás diciendo que Londres te agrada?—Curioseo, Lila. Adonis la veía fastidiado. Era como la tercera vez que preguntaba eso. Hacía más de un mes que habíamos llegado a Londres, y simplemente creo que fue lo mejor que pudimos haber hecho.

—Entonces el bebé nacerá en este hermoso lugar—.Dijo Lila, mientras se dejaba caer en la cama. —El clima es lo que siempre soñé.

—Sí, Lila ya lo sabemos. Lo has repetido los últimos veinte días—, aclaro Adonis, en tono monótono. La susodicha solo rodó los ojos.

1 de Marzo del 2007

Mi embarazo está en la última etapa y de verdad tenía miedo. Miedo de que hubiera una complicación o algo le pasara al bebé.

—Si sigues así te saldrán arrugas y el niño no querrá a una pasa cuidando de él.

El comentario de Adonis lo único que gano fue una mala cara de mi parte. Él se encontraba en la cama mientras yo caminaba por la habitación con un bote de helado comiendo.

—Dime Adonis, ¿Tu ya me conocías?

Su rostro se contrajo y aplano los labios.

— ¿Este es el momento en el que haces preguntas con fin de obtener información?—pregunto pasado sus brazos por debajo de su nuca.

Me hice la que lo pesaba un momento.

—Sí.

—Te diré la verdad. Jamás me han gustado las mentiras. Me parece algo cruel y egoísta el mentirle a una persona con el propósito que sea. La primera vez que te conocí fue en 1865 aquí; en Londres. Había escuchado hablar sobre una humana que poseía una belleza radiante y digna de admirar. Mis dudas y curiosidad aparecieron en el instante que te vi. Ibas con una vestido color vino que contrastaba con tu cabello color cobrizo hasta tu cintura. Tus ojos eran grandes y de un café claro peculiar, llamaban la atención a cualquiera, sin embargo para mí ibas más allá de la belleza. Tu rostro me era figurado en alguna parte de mi recóndita memoria. No descanse hasta saber de donde eran aquellas facciones de suavidad y atracción que poseías.

>> Descubrí que eras hija de Penelope Rich y Agustín Clifford. Pero había algo que no me quedaba claro, tú no te parecías en lo absoluto a ellos ni a tus hermanas. Sabía que había algo más que se me estaba yendo de la manos.

Esbozó una sonrisa comprensiva negando varias veces.

>>Rayder, siendo un ángel de guerra cuidaba de ti. Siempre lo hizo. Yo me entere antes que él que eras tú a quién la profecía nombraba como la maldición o salvación de ellos: los caídos. Observaba como te miraba, entonces supe que ustedes serian un desastre. No había forma de pararlos, lo veías a escondidas y te escapabas de casa solo para verlo. Pero los arcángeles no estaban de acuerdo con qué uno de los grandes ángeles tuviera una hija, entonces lo decidieron. La muerte era la mejor opción. Te vi morir. Vi como él se partía a pedazos mirándote sin vida. Entonces entendí aquí no hay un bando bueno o malo, por qué cada uno de nosotros tiene un equilibrio que provoca el actuar normales.

El chico de los ojos verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora