Capítulo 10: Ascenso

9.3K 573 499
                                    

—Estás loco

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Estás loco. 

Esas dos palabras resumían más o menos el torbellino de pensamientos que tenía con referente a Harry quedándose conmigo.

—Mira, sé que puede sonar como una locura...

—Es una locura.

—Pero verte en la clínica tan sola y débil me hizo pensar y creer que esta es la mejor decisión que podría tomar contigo—concluyó ignorando mi comentario anterior.

—No lo creo.

—Te enumeraré las ventajas.

—No es necesario.

—Número uno—rodé los ojos después de verlo levantar su dedo índice. —Puedo preparar las tres comidas, o seis en tu caso—crucé mis brazos sobre mi pecho. —Y no te estoy diciendo gorda, pero las mujeres embarazadas comen mucho—mordí mi labio inferior intentando no reír. —Número dos, soy muy sigiloso, ni siquiera vas a sentir mi presencia.

—Tu altura es suficiente como para hacerte notar.

—Obviemos eso, no es como si pudiera cambiarlo—alzó un tercer dedo. —Número tres, puedo mover las cosas pesadas por ti.

—El cuarto del bebé está listo, no necesito mover nada.

—Tal vez pienses eso, pero no sabes cuando puedas perder tu celular debajo de algún mueble y tendré que moverlo por ti—fruncí el ceño.

—Habría que ser muy torpe como para tirar tu celular debajo del sofá.

—Ya sabes, esas cosas le pasan hasta al más inteligente—me reí sin poder evitarlo. —Número cuatro, no tendrías que preocuparte por el bien del bebé, estaría aquí por cualquier emergencia, puedes gritar o algo así, incluso podría aceptar que compres una campana.

—Harry—lo detuve colocando una mano al frente. —Realmente apreció lo que... intentas hacer, pero no creo que esto vaya a funcionar por varias razones.

—Si quieres enumeralas, es divertido.

—Para comenzar, no nos llevamos bien.

—Eso es mentira, hemos convivido lo suficiente sin matarnos.

—Apenas algunas horas al día.

—Pasamos una noche juntos—se encogió de hombros y yo pude sentir mi rostro arder. 

—Apuesto a que te acuerdas poco o nada de eso.

—Créeme, recuerdo lo suficiente—me guiñó un ojo luciendo su pícara sonrisa ladeada. 

Carraspeé mi garganta. 

Malditas hormonas.

—No quiero tener problemas con tu familia, tengo suficiente con la mía como para tener que preocuparme porque otros piensen que soy alguna clase de caza fortunas—bufé. —No lo creo, amigo.

Capricho Agridulce » h.sWhere stories live. Discover now