Satisfacción y auto satisfacción parte 1.

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La erección no bajaba, llevabas un buen rato dentro del baño y la estúpida erección no bajaba sin importar que tan duro, con cuanta fuerza o cuanto tiempo llevaras ya moviendo el puño alrededor de esta, nada funcionaba y la fricción comenzaba a resultar dolorosa mientras parecía que esa noche tendrías que ir a la cama con tremenda cosa entre tus piernas.

...Joder...

Sí, tendrías que ir a la cama esperando que la erección bajara pronto para que fuera más fácil el dormir... Tendrías que volver a la cama donde Ishimaru dormía... Volver al lugar donde el mojigato de tu novio dormía con una de tus playeras puestas que en su curvilíneo cuerpo quedaba ligeramente grande y junto a esto... Al desconsiderado se le había ocurrido dormir en ropa interior... Es esos calzoncillos blancos que se aferraban a su trasero y marcaban perfectamente la redondez de estos, en estos estúpidos calzoncillos a los cuales sólo les faltaba tener su nombre y el día de la semana para ser clásicos de él... Lo cual no le quitaba lo tierno y deseable (¿Cómo era posible que esas dos características se juntaran en una sola persona?), y, por sobre todo el muchacho seguía usando esas medías blancas por debajo de la rodilla que, así como le hacían ver un poco tonto le hacían ver extrañamente sensual... Bueno... Que tú eras el que te habías enamorado de este chico con corte de cabello estandarizado y que se la pasaba gritando la mitad del tiempo. Tú debías entender que era lo que habías visto en él.

Subiste los bóxers atrapando tu miembro todavía rígido entre la tela de estos, junto a ello también tenías que subir los pantalones del tipo deportivo que usabas para dormir y caminar con aquello entre las piernas era más difícil de lo que hubieras creído en un principio... Maldito Kiyo... Todo hubiera sido más fácil si él hubiera accedido a mantener relaciones sexuales contigo en lugar de conservar esa idea de "virgen hasta el matrimonio" ¡Joder imbécil! Que no eres una novia que irá de blanco al altar, ¿No podrías dejar un poco esos prejuicios de lado? ...No... Al parecer el monitor de pasillo no podía hacer eso.

Apagaste la luz del baño para luego cerrar la puerta (o intentar hacerlo con ese pomo que estaba roto) y caminar de vuelta a la habitación, por suerte esa noche Daiya no estaba en casa (que de haberlo hecho hubiera escuchado los múltiples y frustrados gemidos que de tu boca escapaban) y después de una sesión de estudios que se había alargado más de lo necesario Kiyo se había tenido que quedar a dormir allí, claro, avisándole a su madre antes y prometiendo que nada malo le pasaría... Claro... Nada malo... Nada que hiciera que el señor Taakaki quisiera meterte a prisión.

Ahora bien, que mientras caminabas con las piernas ligeramente abiertas hacia la habitación te preguntabas qué exactamente estabas haciendo saliendo con este chico... Era tierno a su manera, severo, demasiado intenso y... ¡Oh, carajo! Ese estúpido trasero... Ese estúpido y sensual trasero que viste apenas cruzaste la puerta. El muchacho abrazaba una almohada contra su pecho y aparentemente dormido estaba en una posición más que sugestiva, con una pierna recta sobre la cama y la otra encima de esta como si quisiera tocar su pecho... Jesus santo... Esa flexibilidad particular... No pudiste evitar el morder tu labio inferior antes de llevar un puño contra tu boca para callar otro de esos gemidos tenues y mediocres.

¡Era injusto! Era tremendamente injusto tener a este chico aquí y no poder tocarlo... Bueno... No del modo que a ti te hubiera gustado. Todo por sus reglas absurdas y demás cosas, que si bien podía tomar una ducha con otro tipo creyendo que esto fortalecía los lazos no podía intimar con su novio con el que llevaba ya saliendo meses... Genial Ishimaru... Lo estabas haciendo genial...

Caminaste alrededor de la cama observándolo por un momento, esa figura que se negaba a permanecer debajo de las sábanas por el calor, ese cabello negro que terminaba en su frente con esas cejas que incluso dormido estaban en un ceño fruncido, la nariz esculpida, sus mejillas y finalmente, después de un corto recorrido por su cara esos labios carnosos... ¿Acaso estabas lamiendo tus labios de nuevo al ver esto? Su boca estaba entreabierta y parecía el aliento que salía de esta era tibio (lo cual era lo más lógico) y al ver esto sólo algo había cruzado por tu mente... Y no era exactamente el cubrirlo con una sábana para que no tuviera frio... No... Porque tú eras Mondo Oowada, el más temido y fuerte motociclista que no perdía el tiempo con ñoñerías como esas.

...No... Tú irías mucho más lejos que eso...

...Lo besarías...

¿Ah? ¿Eso era todavía demasiado suave? ...Quizás... Pero cualquier otra cosa hubiera causado la probable ira y decepción del monitor de pasillo, lo que siendo el tu pareja no querias causar... Al menos no en esa noche que él había confiado lo suficiente como para dormir contigo sin insistir en que uno de los dos debería pasar su noche con el suelo.

Te acercaste lo suficiente todavía permaneciendo de pie a su lado y por un momento olvidando (o tal vez ignorando) a la erección que presionaba por debajo de tus pantalones y palpitando se negaba a desaparecer.

-...Joder Ishi...- murmuraste, tu mano seguía deslizándose sobre su mejilla hasta sus labios mientras la otra iba a parar exactamente por encima de la tela de tu pantalón, justo sobre tu miembro erecto. Mordiste tu labio como parecía iba a ser la última vez ¿Estaba en verdad tan mal el tocarte un poco mientras acariciabas la cara de tu novio? ...Era un poco extraño, sí, pero... ¿Qué más te quedaba?

Finalmente, tu dedo tembloroso y maltratado entre múltiples peleas (y peleas con el martillo también en tus prácticas de carpintería) había terminado por quedar entre los carnosos y rosados labios de este chico, sintiendo la suavidad de estos y haciéndote pensar en las pocas veces que los habías besado como para poder disfrutar lo suficiente... Era tan... Perfecto...

¡Cómetelo!Where stories live. Discover now