VI. El otro lado, el mundo de Grace

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Sintió algo ligeramente cálido en su estómago, lo sabía porque su costado derecho agradecía aquella calidez abultada. La cabeza le daba vueltas, pero la respiración de alguien le acariciaba el oído, momento en que su cabeza se despejó de golpe.

Allí estaba él, el jinete de dragón inconsciente, y en el suelo de su dormitorio. Grace se puso en pie rápidamente y contempló el espejo. Solo vio su reflejo en él. Corrió hacia el armario y extrajo una sábana, luego recordó que el espejo estaba empotrado en la pared y que la sábana no tenía mucho borde al que sujetarse. Miró fugazmente al chico que yacía en el suelo, para luego perderse escaleras abajo hacia la cocina.

Un gato apareció de pronto, momento en que Grace profirió un grito de sorpresa. Gafe se enredó entre sus piernas mientras ella rebuscaba en la estantería que había en la despensa, hasta extraer un martillo y varios clavos.

—Lo siento, Gafe, ahora no tengo tiempo.

Grace no pudo evitar fijarse en el comedero del gato, y comprobar que estaba lleno. O sus padres lo habían estado alimentando en su ausencia, o no había pasado tanto tiempo desde que se introdujo en el espejo.

Grace cogió de nuevo la sábana y la colocó sobre el espejo, entonces clavó cuatro clavos en la parte superior de la sábana, de manera que estuviese bien sujeta sobre el espejo.

Un grito seguido del soplido de un gato, hizo que Grace casi se desmayase del sobresalto. Gafe había terminado en el otro lado de la habitación, hasta perderse corriendo escaleras abajo.

—¿Qué narices era esa cosa?

—Me has dado un susto de muerte —profirió ella jadeante—. Es Gafe, mi gato.

—Tú...

Aro dejó en el aire lo que quería decir, hasta que comprendió lo que aquello significaba. Estaba en el otro lado, en el mundo de Grace. Sus ojos se posaron por primera vez en el martillo que sujetaba la humana, para luego fijarse en la sábana de la pared. Ella lo siguió con la mirada.

—Es el portal que me llevó a tu mundo.

Aro se puso en pie en ese momento mientras Grace se fijaba en su atuendo. Parecía salido de una película de las que le gustaban a su madre. Desentonaba mucho alguien como él en su habitación.

—Tengo que volver.

Sin saber por qué, Grace sintió que algo la agarraba desde dentro. No quería que se marchase, no sin saber al menos qué había en el otro lado, y si el resto de sus amigos estaban a salvo.

—No creo que sea seguro hacerlo ahora.

El jinete de dragón la miró a los ojos mientras una extraña expresión afligida se adueñaba de su semblante.

—Quizás han sellado el portal, o ha sido demasiado tarde para ellos. Ojalá estén bien.

—Tú eras quien estaba más cerca del espejo, el aliento del Drifit no les habrá rozado.

Entonces Aro se fijó en la escarcha del costado derecho de Grace.

—¿Estás herida?

Aro se aproximó hacia ella con un claro interés de comprobar su estado.

—Tranquilo, es superficial —dijo ella mientras se alejaba sutilmente de su contacto.

—Gracias por el empujón. Me salvaste la vida.

—Tú también cuando Idón iba a por nosotros. Ahora estamos en paz.

Él le sonrió dulcemente, mostrando el hoyuelo característico de su mejilla, a su vez, Grace sentía que el entumecimiento de su cintura entraba en calor con rapidez.

Los espejos de Whitney RoseWhere stories live. Discover now