Un vistazo al pasado

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- Cielo... te amo– Le dijo mientras sendas lágrimas se escapaban de sus ojos, el corazón de Tom le dio un vuelco dentro del pecho – Me has hecho tan... feliz.

- ¿Por qué dices eso Larissa? – Preguntó él, en ese momento Zabtra rompió a llorar - ¿Qué sucede? Haré... haré lo que sea, iré ahora mismo a traer a un sanador.

- ¡Shhhhh! – Lo hizo callar su esposa sonriendo débilmente – Ya es muy tarde amor, yo... creo que me voy, me siento muy débil pero...

- No digas eso – Le ordenó Tom con rabia pero al mismo tiempo con la voz quebrada por el dolor – No te puedes ir, no lo harás.

- Escúchame Tom – Insistió Larissa – Quiero que me prometas que... lo cuidarás, que harás todo lo posible por... que se convierta en un hombre de bien y no en... ya sabes, no quiero que se cumpla lo que dijo él...

- Larissa... dime ¿Qué voy a hacer sin ti? Por favor no me hagas esto

- Promételo Tom – Le dijo ella acariciándole el rostro – Necesito que me prometas que pondrás tu empeño en criarlo para que sea un ser justo, es... necesario que lo prometas Tom... por favor...

- Lo prometo – Respondió él rompiendo en llanto también.

- Tú me has hecho muy feliz, no puedo quejarme para nada, todo lo tuve junto a ti – Añadió su esposa – Quiero que seas feliz... que sean felices – Miró también a su suegra y al pequeño entre sus brazos – También quiero que me prometas que si... tienes la oportunidad de amar a otra persona, lo harás.

- Eso jamás – La interrumpió él.

- Solo quiero que seas feliz, que abras tu corazón nuevamente, de todos modos yo... estaré en otro plano, estoy... segura. Puedes refugiarte en la naturaleza que tanto amamos, puede que allí me encuentres también, en cada planta que estudies, en cada criatura que te parezca agradable, siempre estaré junto a ustedes, no los olvidaré.

Luego ella extendió uno de sus brazos hacia su suegra y esta tomó su mano.

- También quiero que sepas que también te amo como a una madre Zabtra... que aprecio todo lo que has hecho por mí.

- Yo también te he amado mi niña, eres la hija que no tuve nunca – Le respondió la buena mujer – Y también te agradezco lo feliz que has hecho a mi hijo, eres un ángel.

Larissa sonrió con franqueza y posteriormente miró a su hijo recién nacido envuelto entre esas sabanas sanguinolentas

- Por favor, permítanme verlo... quiero sentirlo cerca

Zabtra le descubrió la carita y terminó de limpiarlo con la sábana, ya le había cortado el cordón umbilical, Larissa lo miró con dulzura y Tom lo vio también, entonces el pequeño abrió los ojos, verdes como los de su padre

- Se llamará Tom, como tú, querido mío

- No quiero que lleve ese nombre – Protestó el hombre – No quiero que quede marcado como yo, lo siento madre pero sabes que detesto ese nombre así como a su anterior portador

Zabtra había bajado la cabeza en señal de tristeza

- Quiero que se llame así por ti, no por él – Fue la respuesta certera de Larissa – Es solo un nombre, un nombre no determina al mago que lo porta... es todo lo... contrario, un mago determina el nombre que lleva

Tom reflexionó acerca de lo que acababa de oír de los labios de su esposa mientras miraba los ojos de ese pequeño que aun sin saber porque lo hicieron estremecer y lo embargaron de una sensación desagradable que difería mucho de lo que normalmente se sentía al contemplar a un bebé, sabía que ella tenía mucha razón en lo que decía, Zabtra también siempre se lo había dicho y él mismo era la prueba viviente de esa afirmación pues era el hijo de Tom Ryddle (lord Voldemort) y aun así se había avergonzado de ese ser ruin y cruel que tanto terror había infundido en esa patria extranjera, por esa misma razón, decidió ignorar lo que sintió al contemplar al pequeño por primera vez.

Rose Eileen Snape y su tercera generaciónWhere stories live. Discover now