#2 Luz

233 21 8
                                    


El caído se cubrió el cuerpo con sus cuatro brazos, pero Seizon había apuntado directamente a su pierna derecha. Con un rápido y poderoso movimiento de su brazo, notó como el filo del machete atravesaba la carne de su adversario. El caído se agachó para intentar agarrarla, pero acabó abrazando al viento, pues Seizon, rodando por el suelo, consiguió esquivarlo.

Se encontraban ahora de pie a metro y medio de distancia, ambos quietos, estudiándose. El caído, en algún momento, había dejado de ser invisible, por lo que se veían nítidamente sus dos largos cuchillos, intimidantes. En los extremos de los brazos inferiores tenía dos afiladas garras, como grandes colmillos. Sus cuatro ojos brillaban a través del casco metálico que le cubría todo el rostro. Aquella criatura era como una máquina perfecta de matar. Seizon había limitado su movilidad al herirle en la pierna, pero seguía estando en una desventaja apabullante. Levantó el machete apuntando a su rival, desafiante. Es algo que le había enseñado su padre adoptivo hacía ya muchos ciclos, cuando Seizon era pequeña. "Cuando te enfrentas a un enemigo poderoso, no debes mostrar debilidad, sino todo lo contrario. Si consigues intimidarlo, le restarás confianza y será mucho más fácil que cometa un error" Seizon recordó aquel consejo y levantó también su otro brazo, vacilante. El caído empezó a reír, lo que pilló totalmente por sorpresa a Seizon. Había presenciado antes su lenguaje a base de chasquidos extraños, pero esa risa sonaba totalmente humana, lo que cambiaba mucho las cosas. Durante mucho tiempo, había cazado todo tipo de animales, pero jamás había usado sus armas para asesinar. El caído era un ser totalmente racional, tanto como un humano, tal vez incluso más que un humano.  No podía matarlo a sangre fría como a un venado. No podía hacerlo porque en esa ocasión existía otra posibilidad, el diálogo. Sus dudas en mitad del combate hicieron que el caído viera su oportunidad para cargar contra ella. Seizon se apartó a un lado de un salto para evitar sus cuatro brazos, pero recibió un corte en la espalda. En ese momento no podía pararse a revisar la herida, por lo que no sabía si era una heridita superficial o un preocupante corte por el que pudiera desangrarse. El caído se quedó de nuevo quieto, mirándola con los cuchillos levantados, y volvió a emitir la misma risa burlona, confiado. Seizon se sintió tremendamente estúpida por haber pensado en algo tan tonto como el diálogo. Estaba claro que el caído no era como un venado, pero tal vez ella sí que era como un venado para él. Era consciente de que se encontraba totalmente acorralada, frente a un enemigo muy superior y que estaba dispuesto a arrebatarle la vida sin pestañear, así que decidió hacer lo que debió haber hecho desde un principio, correr.

Seizon empezó a correr a toda velocidad, bordeando ágilmente los troncos con los que se topaba, ignorando las pequeñas ramas que le golpeaban los brazos y levantaban su piel. A escasos metros le seguía el caído, también haciendo gala de una enorme agilidad a pesar de su pierna herida, pero con mayores dificultades para pasar por ciertos obstáculos. Habían pasado solo unos pocos minutos de carrera cuando Seizon empezó a sentirse mareada. No había comido apenas en días y el corte en la espalda le ardía, sentía como la sangre caliente bajaba lentamente a través de sus piernas. Había abierto hueco respecto a su perseguidor, pero seguía lo suficientemente cerca como para atraparla en el momento en el que parara. No podía dejar de correr, si lo hacía, moriría. Pero entonces tropezó con las raíces de un árbol y cayó de bruces contra el suelo, más duro que el fango anterior. Intentó levantarse, pero las fuerzas le fallaron y volvió a caer, derrotada. A pesar de sus esfuerzos, su cuerpo no la obedecía. Apenas pudo hacer fuerza para girarse y ver como el caído se acercaba aparatosamente entre las ramas. En ese momento el único sonido que era capaz de escuchar era el de su corazón, bombeando con fuerza.

Bum bum.

El caído había dejado de correr y caminaba hacia ella golpeando los cuchillos entre sí.

Era Oscura | DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora