Capítulo 4.

1.9K 151 25
                                    

"Nervios"

Estuve toda la clase de los nervios, mi corazón se aceleraba cada vez que me miraba, cada vez que se inclinaba un poco hacia mi lado... Dios mío, es que era tan perfecto. Por mucho que quisiera quitármelo de la cabeza no podía. Pero tenía que hacerlo, no podía enamorarme de él, era mayor que yo, era mi profesor y además, era absurdo.

Por una parte estaba deseando que se acabara ya la clase, no aguantaba así ni un minuto más. Sin embargo, por otra parte no quería que esta clase acabara nunca, deseaba estar todo lo que quedaba de día ahí sentada, a menos de medio metro de él.

Cada vez que se levantaba a explicar algo en la pizarra pasaba sus dedos sobre mi mesa y, cuando lo hacía, se me aceleraba el corazón de una manera bastante tonta. Ahí, de pie frente a la pizarra, le observé atentamente. Llevaba un jersey blanco de una marca que parecía bastante cara y unos pantalones color caqui que le sentaban de maravilla. Debía medir cerca de uno ochenta y se notaba que iba al gimnasio a menudo. Llevaba una barbita de 3 días que me encantaba.

Debió de darse cuenta de que le estaba mirando. Me miró y me sonrió.

—Señorita López, ¿está usted enterándose de algo? ¿Tiene alguna duda?

—¿Eh?.. Ah, no, no, todo perfecto, ninguna duda.

—Me alegro Nai.

¿Nai? ¿Por qué me llamaba Nai? Así sólo me llamaba Ariadna. Además, ¿qué confianzas eran esas? ¿Y delante de toda la clase? ¿Pero en qué cabeza cabía eso? Acababa de conocerle, sólo habíamos hablado un par de veces y ya parecía como si me conociera de toda la vida. Si seguía así me iba a resultar imposible no enamorarme de él, no hacía más que darme ilusiones. Era perfecto y me hacía caso, ¿cómo no iba a enamorarme?

Al finalizar la clase me levanté lo más deprisa que pude para irme. Quería parecer enfadada, quería que se diera cuenta de que había cometido un error, ya que como siguiera sentándome ahí iba a suspender Matemáticas. Durante esta clase no me había enterado absolutamente de nada, sólo estaba pendiente de si me miraba, de si me sonreía o de si hacia un mínimo gesto hacia mí. Además, ¿no se daba cuenta de que todo esto iba a provocar rumores y cuchicheos acerca de nosotros en el resto de alumnos? Y por lo que veía iba a ser así durante todo lo que quedaba de curso, tres trimestres, nueve meses. No iba a aguantar así tanto tiempo.

Cogí mi bocata de pavo, el tentempié que siempre me hacía mi madre para comer durante el recreo, y salí al patio. Pero, cómo no, le oí a mi espalda.

—Naiara, espera un momento.

—¿Qué quieres ahora? —Contesté lo más borde que pude poniendo los ojos en blanco, estaba empezando a cansarme de sus jueguecitos.

—¿Te importaría venir a mi despacho un momento?

¿Pero qué cojones...? ¿Qué se suponía que había hecho ahora? Ayer estuve toda la mañana fantaseando que me llevaba a su despacho, pero, joder, sólo eran fantasías. Ahora no estaba tan segura de que quisiera ir. ¿No expulsan a los profesores por salir con sus alumnas?

Bueno, quizás me estaba precipitando, a lo mejor sólo quería hablar conmigo acerca de mi comportamiento en clase (cosa que dudo, porque mi comportamiento siempre había sido impecable), sobre mis notas en otros cursos o quizás sólo quería que le informara acerca del centro y le guiara un poco ya que era nuevo. Pero... ¿Por qué yo?

Fuera lo que fuera ya estaba dirigiéndome detrás de él hacia su despacho.


SEPTEMBER. No te fíes de los hombres. © (NO TE FÍES #1) (DISPONIBLE EN AMAZON)Where stories live. Discover now