Confesiones

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La luz del amanecer entraba por las rendijas de la ventana y se posaba suavemente en las sábanas que rodeaban a las dos chicas que se encontraban en la habitación. Lexa se desperezó: estiró los brazos y las piernas cuan larga era y una de sus manos se topó con el hombro de Clarke. La rubia dormía de espaldas a ella, con la sábana cubriéndole la mayor parte de su cuerpo. Lexa se acercó a la chica, se colocó tras ella y pasó un brazo por su cintura para atraerla más hacia sí. Escondió la cara en su cuello, oliendo su aroma natural, pero el gesto le provocó a Clarke cosquillas y poco a poco comenzó también a despertarse.

—Buenos días —le susurró Lexa al oído, dándole seguidamente un beso en la mejilla. Clarke sonrió, aún en un estado de duermevela.

—Buenos días, preciosa —respondió. Giró su cuerpo para encontrarse con Lexa mirándola con los ojos brillantes y una gran sonrisa.

—¿Has dormido bien? —preguntó la morena. Pasó una mano por su oreja, colocando un mechón de pelo rubio tras ella. Luego siguió acariciando la barbilla de la chica.

—Perfectamente.

Clarke se abrazó a ella, sintiendo el cuerpo desnudo de su chica contra el suyo. Lexa sonrió y la arropó con sus brazos, dándole algún que otro beso en el pelo, que se desparramaba por la almohada sin control alguno.

—Estás muy guapa así, ¿sabes?

—¿Así cómo? —preguntó Clarke con la cabeza escondida en el cuello de Lexa.

—Con esta melena de leona.

Ambas rieron por el comentario. Estuvieron un rato preocupadas solamente de atender a la otra: besos, caricias, abrazos y cosquillas se sucedieron sin importar el tiempo que tardaron en dárselos. Hasta que un móvil comenzó a sonar.

Clarke resopló. Intentó atraer a Lexa de nuevo a la cama, pero la chica se negó entre risas. Se dirigió hacia el móvil: era Octavia.

¡Buenos días! —saludó al otro lado del aparato.

—Buenos días, O.

Espero que hayáis dormido algo, pillinas... —se oyó una risa de fondo. Lexa puso los ojos en blanco.

—Sí, lo suficiente. ¿Por qué nos llamas tan temprano?

¿Temprano? ¡Si son casi las once!

Lexa se giró hacia Clarke, que la miraba desde la cama: tenía un brazo apoyado en el colchón y la sábana se había deslizado hasta dejar sus pechos al aire. Lexa tragó saliva. Porque tenían que coger un avión, que si no... Fue hacia ella y tiró de la sábana, haciendo que la rubia quedase al filo de la cama al estar enrollada en ella.

—¿Pero qué...?

—¡Que son las once! ¡El avión sale en menos de dos horas!

Veo que estáis ocupadas. ¡No tardéis en bajar! —dijo Octavia antes de colgar.

X X X

Ya estaban en el avión, pero esta vez los asientos estaban intercambiados y Bellamy ocupó el que Octavia tuvo a la ida. Miró a Lexa, que estaba demasiado tranquila en comparación con hacía dos días, y reía con Clarke mientras compartían algún que otro beso. Su hermana, que llevaba toda la mañana quejándose de su dolor de cabeza, ya estaba dormida sobre el hombro de Murphy. Estaban detrás de ellos y a un extremo estaba Monty, que jugaba a la Nintendo entretenido.

Las miradas de Bellamy y Murphy conectaron unos segundos mientras el de pelo negro miraba hacia atrás. La tensión se palpaba en el ambiente y Bellamy no tenía ni idea de qué podía decirle al otro chico acerca del momento que tuvieron el día anterior. Todo era tan raro y nunca le había ocurrido nada parecido que la expresión estar confundido se quedaba corta para él ahora mismo. Volvió a colocarse bien y se mordió el labio. No se creía que Murphy, ahora uno de sus mejores amigos, lo hubiese besado. ¿Había estado mal por su culpa? ¿Por eso llevaba todos estos días con ese aire misterioso y sin querer compartir con él lo que le ocurría? Tampoco quería saturar al chico con preguntas, pero no estaba seguro de que Murphy diese el primer paso para un nuevo acercamiento. ¡¿Por qué se había vuelto todo tan complicado en apenas unas horas?!

Amor en juegoWhere stories live. Discover now