Capítulo 20 #OhQueHermosaMañana

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—¿Se fue? —preguntó extrañada mirando a la niña y luego a John. Su marido era una interrogante andante, no sabía que responder, porque aún trataba de procesar lo que el detective le había pedido. Así que la única respuesta a su esposa fue extender sus manos y encoger sus hombros.

 Así que la única respuesta a su esposa fue extender sus manos y encoger sus hombros

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Mycroft Holmes se encontraba en el parlamento británico desde las seis de la mañana. La reunión con los altos mandos de Inglaterra había llegado y el mayor de los Holmes aún buscaba como librar a su hermano menor de un juicio suicida. Desesperado por alguna idea, de las miles que cruzaban por su cabeza, a sus espaldas apareció Lady Smallwood.

—Buen día, Mycroft —saludó con cortesía.

—Lady Smallwood, buen día —contestó volteando a mirarle—. Hoy amaneció más radiante que otras veces.

—Mycroft me honra con su caballerosidad, pero sé que los halagos no son lo suyo. Ahorremos esa parte y vayamos al punto: ¿Dónde está Sherlock Holmes?

—Le he mandado un mensaje. No tarda en llegar.

—Espero y su hermano sea puntual —respondió seriamente. El mayor de los Holmes cabeceó un sí con lentitud—. Aprovechando este momento Mycroft, debo preguntar, ¿qué ha logrado su hermano ante aquel caso que solicito?

—Pues... —se detuvo y suspiró con amargura— Entre cada avance que realiza con más tropiezos se encuentra.

—Ya veo —respondió Lady Smallwood muy seca—. Pensé que para este día el caso estaría finalizado.

—Mis sinceras disculpas Lady Smallwood. Yo le prometí que mi hermano resolvería este caso antes de la audiencia pero...

—No sé disculpe Mycroft, el que debe hacerlo es su hermano, quien me ha sorprendido en verle tan madrugador —mencionó mientras alzaba la vista para a lo lejos descubrir al detective entrando al lugar. Mycroft volvió a suspirar y no le quedó más que prepararse para lo que se venía.

Sherlock caminó por los enormes escalones del parlamento, al alzar la vista escudriñó a su hermano mayor. Aun no eran las nueve y los regaños ya se veían venir.

—Tu puntualidad es de admirarse, hermano mío.

—Buen día Mycroft —respondió con una falsa sonrisa—. ¿Hoy irradiamos tensión? Porque deberías aprender a relajarte, dejarte llevar...

—¡¿Cómo puedes estar tan tranquilo, Sherlock?! —Interrogó furioso—. Estas ante un juicio, con miembros del parlamento, por la muerte de Magnussen. ¿Crees que te puedo salvar de esta?

Sherlock no respondió, le pasó de lado y continuó caminando. Mycroft le miró frustrado, sabía que no podría defender a su hermano está vez, y en el fondo, Mycroft jamás se lo perdonaría. Mientras Sherlock seguía tranquilo y andante este volteó a mirarle como si nada grave estuviese pasando.

—¿Vienes? —preguntó, como si nada.

—¿Vienes? —preguntó, como si nada

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La Niña que llegó al 221B de Baker Street. 【E D I T A N D O】Where stories live. Discover now