Capítulo 16. Momento gris, pero en familia

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ADVERTENCIA ⚠️ : capítulo largooo.
RECUERDEN que le agregué los comentarios o acotaciones que tiene el doc original con las fechas en que los hice (cuidando un poco el spoiler 👀)

CAPÍTULO 16. 
Momento gris, pero en familia

"Si este es el precio a pagar por sentir una porción de cielo, estoy dispuesta a regresar al infierno mil veces más".

No tengo idea de qué hora o día es, sólo sé que me encuentro muy cómoda y no quiero levantarme todavía. Alexander me abraza por detrás, rodeándome con su endiablada calidez. La sensación de bienestar me hace acurrucarme más, disfrutando de lo bien que se siente, mientras el más extraño de los pensamientos me hace sacudir la cabeza confundida. Es una locura querer permanecer así para siempre, pero me permito gozar un poco más sin auto flagelarme como siempre.

A la distancia, un ruido provoca que entreabra los ojos para evaluar la situación. Bien, si es un ladrón, llévese todo menos el refrigerador. Si es un secuestrador, ofrezco a Alexander como víctima, ¿es un trato? Bueno, no creo que alguien quiera por su propia voluntad a un satanás en custodia. Ese hombre es un ogro. Aunque admito que puede llegar a ser un ogro muy encantador y a mí me gustan las cosas feas a veces.

Despreocupadamente comienzo a estirarme como un gato para investigar qué está pasando afuera. Compruebo como Alexander duerme plácidamente, sin percatarse de que ya amaneció. Intento despertarlo porque si yo no puedo dormir, él tampoco. Es un acto totalmente inútil, parece de piedra. Pero qué sueño más pesado tiene este hombre. No me rindo en mi tarea de ser su molesto despertador, pero por más que trato de que abra esos bonitos ojos no lo consigo. Resignada; después de ir al baño; bajo lentamente las escaleras hacia la cocina con mucha hambre. Podría comer un elefante entero y sentirme completamente hambrienta.

—Buenos días, querida.

—¡Santa María, madre de Dios! ¿Amelia? ¡Qué susto me diste, mujer! Casi se me sale el corazón—medio chillo abrumada ante la sorpresa. Había olvidado que ellos se quedarían en la casa. No tengo idea a qué hora llegaron, pero ella luce fresca como una lechuga. —Buenos días— respondo normalizando mi respiración, y acercándome para abrazarla. Amelia también viste pijama, pero cubierta por su exquisita bata gris y un pulcro recogido en su cabello. Por Dios, que mujer más refinada y elegante. Yo cuando me levanto apenas parezco una persona. Ahora mismo debo tener la almohada marcada en el rostro.

—Lamento tanto haberte asustado, no creí que estuvieras tan somnolienta—se disculpa apenada, a lo que le resto importancia. —¿Cómo amaneciste, cariño?

—Con sueño, me cuestan muchísimo las mañanas—confieso en un pesado suspiro, ganándome una sonrisa cálida de su parte. —¿Cómo están ustedes? ¿Y los demás? No los escuché llegar anoche—reconozco percatándome del sepulcral e inusual silencio que inunda el lugar.

—Llegamos algo tarde anoche por lo que todos están descansando.

—Que suerte la suya—respondo sincera—¿ya desayunaste, Am? —pregunto una vez que llegamos a la cocina, la cual también está vacía. Si mis cálculos no me fallan, hoy es domingo. Lo que significa que el personal no está.

—Todavía no, cielo. ¿Qué te parece preparar el desayuno juntas? Así podemos conversar un poco y conocernos mejor—asiento emocionada ante la propuesta. Nunca he hecho esto con una figura femenina que no sea Charlotte; quien es un verdadero desastre en la cocina; y Charlie tampoco es una proeza culinaria que digamos. Afortunadamente tiene a Casy o moriría de inanición y probablemente de hipertensión. Ese hombre tiene un problema con la sal.

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