Leche con chocolate baja en azucares.

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- ¿Qué tal tu primer día? – John entra a mi consulta y toma asiento en el sofá, dejando una pierna arriba de otra – ¿Todo bien con Christian?

Suspiro. Más que bien John. 

- Si. Creo que será un gran desafío, pero ya me conoces – sonrió optimista.

- Lo se. Por eso estamos felices que trabajes aquí –mi profesor sonríe orgulloso – Christian al parecer quedo conforme con la cita de hoy. Andrea, su asistente personal llamo solicitando aumentar los días durante semana para sus sesiones – John frunce su entrecejo – Es algo nuevo. Créeme que me dejo bastante sorprendido su petición – ¿más días? – Crees que sea eso factible. No te quiero presionar. Pero significaría mucho para mí. Christian es una persona que le cuesta mucho relacionarse con las personas y al parecer contigo eso se le da bastante fácil.

- John no sé si sea correcto que nos veamos más días – No. no puedo verlo más días a la semana. Sé que me veré más expuesta de lo que estoy cuando comparto con el – Es decir. No quiero meter presión con el. Por lo que me he dado cuenta, su personalidad es lo bastante especial.

- Lo se. Pero podríamos intentarlo. Viéndolo desde una perspectiva profesional no creo que probáramos qué tal sería que se vieran más días. Si no funciona lo dejamos – maldito seas Christian Grey con esa boca irresistible.

Suspiro.

- Está bien – ordenó unas hojas sobre mi escritorio.

- ¿Y que te pareció el?

- Supongo que bien. Su personalidad enigmática es todo un misterio que descifrar, mezclado con un hombre dominante que busca ejercer un poder absoluto en las cosas – John sonríe taciturno – Ya sabes. Creo que nunca deja de lado su papel de CEO, de su imperio – me encojo de hombros tratando de verme despreocupada.

- Debe serlo Annie. Recuerda que es el dueño de su propia empresa, la cual te recuerdo es una de las más importantes de Seattle y los Estados Unidos – John se levanta de mi sofá con ese aire inglés tan propio de el – Aparte será mejor que lo vayas conociendo durante sus sesiones – toma una figura de mármol que decora mi mesita de centro regalada por Rhonda – Créeme que el señor Grey es toda una caja de sorpresa – deja la figura donde estaba y abotona su chaqueta – Bueno, nos vemos Anastasia. No te quedes hasta muy tarde.

- Adiós John.

Termino de revisar unos pendientes para el día de mañana. Cuando salgo de mi consulta noto que ya no hay nadie el edificio. Solo la luz de la sala de espera se mantiene encendida. Al salir a la calle, acomodo mi chaqueta y me permito inhalar el aire de la tarde. Como extrañaba esto. Si bien mis cuatro años en Londres fueron maravillosos, nunca es malo sentirse como en casa. Emprendo mi camino a un mercadillo cerca del apartamento de Kate. Estos días serán nuestras últimas noches juntas las dos. He encontrado un apartamento que me permite poder costearlo y es de bastante mi gusto, ya es tiempo de vérmelas por las mías, además ya es incomodo que Elliot ronde por ahí cuando se queda en casa. Mientras recorro los pasillos de la tienda, esa extraña sensación de que alguien me mira recorre toda mi espina dorsal. De reojo veo quién está cerca de mi, y en una segunda revisión unos hermosos y penetrantes ojos grises quedan estáticos frente a mi.

Christian Grey.

- Señorita Steele – es el primero en romper el silencio. Se acerca hasta donde estoy parada, quedando justo en frente del carrito de compra – Que coincidencia encontrarla en este lugar.

- No creo que sea coincidencia – sus ojos se abren nerviosos – Digo. Es una tienda de víveres. Las probabilidades de encontrarse son mayores – tomo una caja de leche – Recuerde que los alimentos son la base de la pirámide de necesidades.

Doctora Steele Donde viven las historias. Descúbrelo ahora