II

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Me senté a ojear un poco el libro y me di cuenta de que es solo un anuario normal de una clase de los ochenta; la graduación XXV. Tenía fotos de cada uno de los alumnos de la sección, momentos que cada uno eligió como su favorito, recuerdos escritos por los alumnos y como siempre firmas en las hojas finales en las que los amigos del dueño le dedicaban palabras. Tenía tres hojas de puras firmas, me puse a ver quiénes le firmaron y les firmaron todos menos una chica llamada Janice. Era una chica muy hermosa de pelo negro liso, lo llevaba al natural, y tenía unos hermosos ojos azules. Me encantó todo de ella, no parecía de la época. Era simple, pero hermosa. Ahora me dio más curiosidad el por qué no le había firmado el anuario, ojalá conociera al dueño para preguntarle.

Me regreso a la primera página y veo el nombre del dueño, Andy Cowboy. Regreso otra vez al lugar donde están las fotos de los alumnos y le veo, era un chico rubio, con ojos claros y una gran sonrisa, pocos sonrieron en la foto, pero los que lo hicieron destacaban por eso. Envidio su sonrisa. Tan viva y radiante, se nota que sus padres no pelean todos los días del año.

-¡Atención a todos las personas de la biblioteca! Por motivos internos nos vemos forzados a cerrar temprano. Por favor, todos los que tengan un libro devolverlo a su debida estantería y el servicio de préstamo está cerrado, no se prestará ningún libro por hoy. Gracias por escuchar y buenas tardes. –Informó una voz femenina en el parlante de la biblioteca.

Una cosa es tener mala suerte y otra es que justo cuando por fin agarro un libro que me interesa no lo puedo disfrutar, bueno, "libro" es un anuario escolar.

Me levanto de la mesa y dejo el anuario en el estante en el que Alice lo iba a poner.

Doy tres pasos y una carga de adrenalina recorre mi cuerpo, quiero llevarme ese libro. Tengo que, de alguna manera me llamó mucho la atención, no alcancé a saber cuáles fueron esos momentos que cada uno les pareció inolvidables, no pude ver que había escrito cada uno, o las firmas que le dedicaron a Andy Cowboy. Regresé a donde dejé el libro y en un movimiento fugaz me lo guardo por debajo de la camisa. Llevaba una camisa y un suéter con zipper, al meter el anuario cerré el suerte hasta arriba y salí con calma de la biblioteca junto con las demás personas. Lo peor que puedes hacer cuando haces algo malo es actuar de manera sospechosa, eso te delata solo. Logré salir de la biblioteca sin que nadie se dé cuenta de mi travesura. Obvio pienso devolverlo después, solo quiero ojearlo un poco más.

Me subo a la bici y pedaleo rápido hasta llegar a mi casa.

Al dejar la bici en el garaje noto algo que pocas veces sucede en mi casa; paz, dulce y hermosa paz, está todo en silencio, al parecer mis padres ya dejaron de pelear. Al parecer la pelea duró poco.

Subo las escaleras y veo la sala de la casa ligeramente desordenada, supongo que es normal, la han dejado mucho peor, después la arreglaré.

Cuando estoy abriendo la puerta de mi cuarto escucho, a lo lejos, un llanto, un llanto que venía del cuarto de mis padres, aunque había pasado a ser solo de mi madre, mi papá ahora duerme en el cuarto de invitados, que dejó de ser el cuarto de invitados y pasó a ser el cuarto de mi padre.

Dejo el libro en mi cama y voy a ver qué pasa. Acerqué la oreja a la puerta y escuché un llanto descontrolado, no es normal, para nada, los llantos habituales de mi madre se limitaban a ligeros sollozos y sonidos nasales. El llanto era con pequeños gritos controlados, como para que nadie los escuchara y era constante. No pude evitarlo y abrí la puerta de golpe. Mi mamá estaba en el borde de la cama, la cama estaba oscura en el lugar en el que reposaba su cara, oscura, al parecer por su llanto. Obviamente al abrir la puerta mi mamá volteó de golpe y vi, vi porque estaba llorando así, tenía una mancha morada en el pómulo derecho, estaba totalmente hinchado. Lo primero que hice fue arrodillarme y abrazarla. Ella empezó a llorar aún más en mi hombro.

-Déjame buscarte una compresa, mamá –Le digo y esta asiente.

Mi madre, una mujer de 42 años, pelo negro largo, tez blanca bronceada, no era ni muy delgada ni muy rellena, estaba en el medio. Una mujer a la cual nunca la había visto de esa manera, tan destruida, tan desmoralizada. Nunca creí que mi padre fuera capaz de eso, oh, créanme que me las va a pagar.

Subo al cuarto y le pongo la compresa con un pañito el pómulo.

-¿Qué pasó, mamá? –Le pregunto con mucha seriedad.

-Tu padre, él y yo estábamos discutiendo y todo se empezó a poner un poco turbio, él rompió algunos jarrones, y para que parara le di un empujón y él, no sé qué le pasó y me lanzó un golpe –Empieza a llorar otra vez-. Nunca me había puesto una mano encima, David, ese no fue el hombre con el que me casé.

-Ni el hombre al que debería llamar padre –Digo mientras salgo con ira por la puerta.

-Ni lo intentes, David, tu padre agarró sus cosas y se fue, él sabe lo que hizo, no creo que se vuelva a aparecer por aquí en un buen tiempo, tal vez nunca –Dice ella desde el cuarto.

Siento una extrema ira dentro de mí. Tengo ganas de golpear la pared hasta que me sangren las manos, pero no lo hago porque ya hubo suficiente violencia en esta casa.

Acosté a mi mamá, traté de que estuviese lo más cómoda que pudiera. Preparé la cena, algo poco complicada, pasta con salsa boloñesa, le llevé la comida a la cama a mi mamá y yo comí solo en el comedor.

Después de eso me encerré en mi cuarto y puse mis altavoces a un volumen bajo, solo un poco de música para relajarme. Las lágrimas empezaron a correr poco a poco por mi mejilla, todavía no podía creer como mi padre pudo hacer tal acto de cobarde, porque eso es lo que es, un cobarde.

Como a las 9 de la noche me mi teléfono suena, es un mensaje de Alice.

9:15 –David, me despidieron de la biblioteca.

9:16-¿Qué pasó Alice? ¿Por qué?

9:17-Al parecer un libro importante se coló en la zona de descarga y los pusieron con los demás libros, todos dijeron que me lo dieron a mí, y me despidieron, no encuentran el libro por ninguna parte, por eso cerraron la biblioteca tan temprano y no dejaron prestar ese día. Era un libro de tapa verde y letras doradas.

9:18- No te desmotives, no te pueden despedir así porque sí. Tal vez mañana recapaciten y te devuelvan tu empleo.

9:18- No creo, pero tendré fe, gracias, David.

Dios mío hice que despidieran a Alice por un libro, por un estúpido libro. Este día no puede ser peor para mí la verdad.

Ya como a las 10 decido terminar de ojear ese desgraciado anuario, por lo menos si la voy a cagar vamos a hacerlo completo.

***

Termino de leer todos los momentos, y las firmas del final. Esta sección tuvo momentos muy característicos e inolvidables, Andy era muy querido por todos, por todos menos por aquella Janice, al parecer no se llevaban para nada bien. Mañana le explicaré todo a la encargada de la biblioteca y haré que a Alice le devuelvan su empleo, espero que sea así, porque si no me voy a sentir muy mal. Al final esa sección me llenó mucho de curiosidad, era un grupo muy unido, voy a googlearlo en mi teléfono, seguro aparecen algunas fotos o un grupo de Facebook de esa sección, de eso grupos de reencuentros.

Le doy a buscar y la página tarda un rato, pero al cargarse las primeras palabras que me aparecen son "Trágico" y "Accidente". Bajaba y bajaba por el buscador y lo único que aparecía eran sinónimos de esas palabras. Entro con miedo a una página y leo todo. Al parecer, después de su fiesta de graduación, el 7 de junio del 89, se fueron en un autobús escolar amarillo por la noche a seguir celebrando, conducido por uno de los alumnos y tuvieron un horrible accidente, en una curva muy cerrada iban a toda velocidad y se encontraron de frente con un camión que transportaba arena, los dos impactaron a alta velocidad y el autobús se destruyó por completo matando a todos los alumnos de la sección. Ninguno quedó vivo, y casualmente todos iban allí, todos murieron. Tenía la esperanza de ver el nombre de Andy al lado de la palabra "Sobrevivió", pero nunca lo encontré.

Bloquee el teléfono y agarré el anuario otra vez y lo volví a leer, una y otra vez, una mezcla de sentimientos llenaron mi cuerpo y lloré hasta quedarme dormido con el libro justo en mi cara. Solo podía imaginar esas felices caras una y otra vez por mi mente. No podía creerlo. 

El AnuarioWhere stories live. Discover now