Prólogo.

9K 177 4
                                    

Navidad.

Si mirabas por la ventana, podías ver como todo el alrededor era cubierto como por una manta blanca que daban muchas ganas de agarrarla porque se veía llamativa, pero cuando la tocabas sólo te dejaba un dolor en la mano porque estaba helado, realmente helado.

Me gustaba estar en invierno sentada en la ventana, cubierta por calcetines, guantes, de todo, y con una taza de chocolate en las manos. Era simplemente perfecto, sin verlo de otra manera, tan sólo poniéndolo desde ese punto, no prefería algo más que no fuera ver nevar.

—Amor, el desayuno está listo.

Volteé mi cabeza hacía la voz proveniente, y ahí estaba. En el umbral de mi habitación de pequeña, aún no comprendo por qué habíamos aceptado hacer una cena con mis padres y los suyos. Pero Joe me dijo que mis padres habían estado preocupados y que se fueran conociendo no iba a ser tan malo, pero claro que era malo.

Mis padres con sus padres, en una misma mesa.

Simplemente me iba a volver loca. Y tanto como Becka cómo Petter habían huído, dejándonos solos en todo esto, dijeron que se mataban dos pájaros de un tiro, pero el único pájaro muerto que conozco es el de Trevor, en paz descanse.

—Ahora bajo —contesto neutral.

No he querido hablar mucho, era la segunda noche en la casa y la verdad pensaba en que lo más seguro es que mi madre había obligado a mi padre de poner cámaras en la habitación y una alarma por si era posible para que Joe no lograra hacer nada.

Aunque claro, estuvimos a nada de poder lograr algo en la ducha hasta que mi tío Zac tocó la puerta como loco maniático diciendo que necesitaba hablar conmigo, pero no era así, era claro que no era por eso, mi madre lo había dejado a cargo y claro que mi tío no quería conocer al ogro que ya conocía.

—¿Te sientes bien? —Se acercó a paso lento.

No era que marcara mi línea de: mi espacio es sagrado, quedate de tu lado. Pero no sé, me sentía distinta con todo lo que ha pasado este último mes, ¡lo sé! Es demasiado rápido, hace un mes pasaron muchas cosas y me he decidido a cambiar, empezando por mi manera física.

No he asistido a el gimnasio, eso lo haré cuando termine Navidad, pero mi ropa es distinta, mi manera de expresarme es distinta aunque creo que no es muy notable, y mi cabello ahora es corto, no corto como un peinado de coco, sino uno que no toca mucho los hombros porque no le llega.

Joe no supo por qué el cambio, pero trató de no juzgarme y decirme que me veía hermosa como me pusiera, así que yo pensaba que él pensaba que lo había hecho para verme mejor para él, no voy a negarlo que eso también es mi cambio, pero ahora no entremos en detalles.

—Sí, me siento bien —bebí un poco de chocolate.

Se sentó cerca de mis pies encogidos y tapados por una manta, agarró uno de mis pies con sólo saber que me tocaba, era feliz.

Supongo que vivía con el miedo de que me fuera de nuevo, pero prometí no meterme en problemas, cosa que dudo que pueda cumplir porque con Jesse es imposible.

—¿Segura? Te has despertado muy en la onda hippie —sonreí.

—¿Onda hippie? —Rió.

—Olvidalo —acarició mi pierna.

Dejé mi taza con chocolate en el suelo, me puse en posición de indio y me acerqué más a él.

—Te amo —murmuró.

Chico Prohibido 3 |Amame|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora