Capítulo 8

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El sol ya había comenzado a templar el ambiente cuando los primeros rayos de la mañana atravesaron el cielo cristalino. Sofía observaba como los veraneantes, en particular los niños y sus familias, comenzaban el día temprano cerca de la laguna. La muchacha parecía cautivada por la gente que disfrutaba en esos camping.

La tranquilidad de la mañana trajo una sensación de consuelo para ella después de haber visto a Alessandro la noche anterior. Aún así le intrigaba saber si a pesar de la intensa charla él habría logrado divertirse, ya que por el contrario ella, había estado despierta hasta altas horas de la madrugada

Marco se acercó con un vaso de jugo de naranja que Antonella le había preparado.

-Mi mamá dice que te ves un poco débil y necesitas algunas vitaminas- Dijo mientras le entregaba el vaso de jugo.

-Gracias- le indicó después de tomar un sorbo de la dulce bebida- aunque estoy comiendo bastante bien.

-Siempre debes escuchar a mi mamá- enfatizó con un toque de diversión- tiene una intuición casi sobrenatural.

Había estado pasando cada vez más tiempo con Marco, el hermano de Alessandro, que tenía su misma edad, él era sólo unos meses menor. A pesar de que a veces podía ser gruñón, había aprendido a entenderle, él la hacía sentir cómoda y aceptada como si fuera una chica normal.

Sofía inhaló el aire de aquella mañana agradecida de poder disfrutar de aquellos momentos. Donde quiera que ella mirara era todo belleza natural y tranquilidad, atmósfera que la envolvía y le entregaba una energía revitalizante.

Dejó el vaso de jugo vacío en un mesón que se encontraba bajo la terraza. Antes de apartarse de ahí, volvió a mirar el vaso. La verdad, se sentía demasiado positiva y feliz para ser ella.

-Lo sé- Marco le contestó como si supiera lo que estaba pensando.- Así es mamá, una entrometida.

Sofía entrecerró sus ojos al mirarle y no pudo evitar ponerse a reír. Le gustaba esa sensación de sentirse plena.

-¿Qué harás hoy?- Le miró curioso su nuevo amigo

-No lo sé, ¿qué te tinca hacer?. No hemos ido al pueblo, quiero ver artesanías, o podríamos ir a caminar y así entrar en calor para luego apoderarnos de la piscina.

-No sé si lo has notado, pero eso de nadar no va conmigo.

-Pues si, es raro verte en la piscina

- Pasa que no sé nadar- se cubrió el rostro como lo solía hacer todo el tiempo con su largo flequillo

-Pero puedes aprender- subió los hombros- te puedo ayudar en eso de flotar y nadar a lo perrito, son mi especialidad.

-Ridícula- le espetó agradecido de que no se burlara de él.

-Agendado entonces, más tarde si no está merodeando tu hermano y sus super amigos, podríamos comenzar la lección. ¿Te parece?

- Bueno- le miró no muy convencido- Podría ser una buena forma de pasar el tiempo.

Decidieron dirigirse al pueblo a visitar una feria local que se extendía por una larga calle del centro de Quillón. El espacio se había llenado de alegría y luz con la llegada de los puestos de comida y artesanía. La feria estaba abarrotada de gente y los juegos de niños hacían reír a todos los asistentes.

Ambos caminaban con paso lento por entre la muchedumbre. Sofía notaba como las Joyas reflejaban los rayos del sol, mientras que Marco se detenía ante los puestos de hierbas y plantas, preguntando por los precios de etiqueta, con elogios a los vendedores, para así obtener un buen precio para comprar un regalo a su madre.

Finalmente decidieron pasar por un carrito encantador que vendía helados artesanales. Se sentaron en una banca de madera bajo la sombra de un árbol para refrescarse del calor. Sin decir más que lo necesario, miraban a la gente pasar, mientras estaban disfrutando de la compañía del otro. Ambos con una curiosidad insaciable se esforzaban por ver todo lo que ocurría en aquel pintoresco escenario.

Pero como nada en su vida podía ser un lecho de rosas, Sofía comenzó a sentir ese extraño hormigueo electrificante viajando por todo su cuerpo. Aparentemente, por la forma en que Marco se giró para mirarla, él también había percibido algo extraño. Se pusieron de pie al mismo tiempo y con un movimiento de cabeza Marco le indicó a Sofía que lo siguiera.

Sofía obedeció al instante, Marco caminaba demasiado rápido para ella; sus largas piernas cubrían una gran cantidad de terreno y parecía estar volando delante de ella. Casi tuvo que correr para seguirle el ritmo y no perderlo de vista; sin embargo de la nada se le cruzó una señora mayor, por lo que la muchacha chocó con el carrito de compras que llevaba la anciana. Disculpándose con la cabeza gacha ayudó a recoger la fruta que había salido rodando. Al intentar atrapar la última manzana, alguién se la arrebató. Se levantó para agradecer y una fría mirada azul, casi la hizo caer de sus zapatos.

-Eres una presa demasiado fácil- Sofía se enderezo completamente y ya menos asustada, le llamó la atención que aquel individuo vistiera todo de negro y llevara puesta la capucha de su polerón negro.

Retrocedió unos pasos, ya que recordó el incidente del borracho en la botillería.

-No des un paso más- Sofía trago saliva y detuvo su maniobra de retroceso- hay tres sujetos que al parecer te persiguen.

Sofía se giró a mirar, mientras el encapuchado se ponía una mano en el rostro. La muchacha pudo comprobar que efectivamente tres individuos la miraban fijamente, y al hacer contacto visual con ella, comenzaron a acercarse más deprisa. Por unos instantes se sintió acorralada, pero no entendía muy bien por qué, pero su cuerpo se erizó nuevamente.

-Te sugiero corras- le indicó el sujeto, con tono calmado, pero oscuro.

Como si le hubiesen dado la partida en una carrera de velocidad, Sofía emprendió la huida abriéndose paso entre la multitud. Una mano la tironeo fuerte, era Marco que la estaba esperando al doblar una esquina. Y siguieron avanzando, Sofía ya no parecía ir corriendo si no que caminando rápido, ya que su cuerpo en pésimo estado físico, no daba más.

Cuando divisó la entrada de madera de la parcela, volvió a recobrar el aliento y saltaron la cerca. Continuaron agitados pero más despacio hasta llegar cerca de la casona. Se sentaron en el pasto. Marco estaba sudando tanto que se quitó la polera y comenzó a secarse el sudor del cuerpo con ella. El sol quemaba demasiado en ese horario y la temperatura parecía haberse elevado más de lo normal.

Alessandro, quien estaba en la terraza con sus amigos, se les acercó preocupado.

-Ha ocurrido algo- miró primero a Sofía, luego observó inquisidor a su hermano.

-Alguien nos estaba siguiendo- respiro profundo- más bien...

-Comprendo- le movió la cabeza en negación para que no siguiera con la conversación delante de Sofía.

-Allí estás Sofi- Elizabeth venía corriendo hacia ella- Hola Marco, Alessandro- les saludó alegre- Vamos prima que necesito ayuda urgente con algo, luego sigues jugando con el mocoso- Marco se levantó fulminando a Elizabeth mientras se retiraba a la casa.

Sofía aún confundida con lo ocurrido siguió a Elizabeth hasta la cabaña, se encerró en el baño y no pudo evitar que sus lágrimas comenzaran a brotar. 

Sofía La Mestiza. El primer encuentroWhere stories live. Discover now