Capítulo 1

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La mañana llegó demasiado rápido, somnolienta, pero ya lista para emprender su viaje, bajó a desayunar un tanto ansiosa. Sofía vivía con su madre, Fernanda Garretón y su tía abuela Sonia Canales. Tres mujeres, para la mayoría resultaría una convivencia fácil de llevar, pero en realidad era sólo una fachada. A Sonia le gustaba mucho tener el liderazgo en la casa, era una mujer orgullosa que siempre estaba dando órdenes. Pero sus intenciones eran claras: aceptarlas, pero sólo hasta que Sofía terminara sus estudios ya que el testamento de su marido lo estipulaba así.

Fernanda trabajaba en la Facultad de Física de la Universidad de Concepción, era secretaria del Decano, pero además, le había dado la loca idea de volver a estudiar, por lo que estaba cursando en vespertino la carrera de Químico Farmacéutico. Sofía estaba orgullosa de su madre, aunque no sabía cómo Fernanda lograba equilibrar todos sus compromisos, por lo mismo no se veían casi nunca.

Entendía que el trabajo mantenía a su madre alejada de casa y también de ella, pero de igual forma Sofía pensaba que Fernanda se afanaba arduamente en sus labores externas sólo para estar lejos de ella, ya que su relación madre e hija no era especialmente estrecha. Luego de la muerte del Tío abuelo Efraín la convivencia se había tornado mucho más difícil de sobrellevar. Sofía quería pensar que era porque aún no había superado la pérdida.

-¿Llegaron nuevos vecinos? Preguntó Sofía, dirigiéndose a su madre mientras preparaba su desayuno.

- Eso parece- respondió cortante

-¿Tienen hijos?- consultó Sofía, sonrojada y nerviosa

- Ni idea- su madre la observó inquisidora- ¿Por qué él repentino interés por el mundo que te rodea?- Sofía comenzó a toser moviendo los brazos en busca de su jugo, mientras trataba de tragar el trozo de pan que se le había ido por el camino viejo, por lo que prefirió dejar la conversación con su madre hasta ahí.

A las 8 de la mañana llegó tío Mario con su familia para buscar a Sofía. Carmen, su mujer, se quedó en el auto, ni se molestó en bajar a saludar, en cambio sus primas, Francisca y Elizabeth corrieron a darle el abrazo de año nuevo a Fernanda.

A pesar de verse con poca frecuencia, inclusive viviendo en la misma ciudad, las jóvenes adoraban a Fernanda. Francisca la idolatraba, ya que le encantaba la forma en que Fernanda vestía, al ser mano derecha del decano, siempre debía andar bien arreglada, desde su castaño y ondulado cabello, hasta la punta de sus delicados zapatos.

Francisca al igual que la madre de Sofía era delgada, no muy alta, su cabello negro se encontraba siempre muy bien cuidado y de un liso extremo. Mayor que Sofía por un año, llevaba una buena vida, llena de caprichos cumplidos y de sobreprotección por parte de su madre, disfrutaba mucho reunirse con personas de clase acomodada y se caracterizaba por vestir siempre a la moda, situación que la había convertido, ya por varios años, en una de las chicas más populares de su colegio.

Elizabeth en cambio, de un estilo más relajado e informal, con peinados siempre alocados y que le causaban más que un infarto a Carmen, mantenía una excelente relación con Sofía, de hecho era su amiga, la única que tenía, ya que siempre le había traído problemas el relacionarse con sus compañeras de curso, pero su prima mayor la entendía perfectamente, era su confidente y consejera. Elizabeth se iría a estudiar a la Universidad de Chile en Santiago. Por lo mismo pretendía sacarle el jugo, ya que sería más difícil verla durante el año.

Subió sus pertenencias a un Mercedez Benz MB 140 blanco, un poco anticuado y se instaló cerca de Elizabeth. Pasado el peaje para salir de Concepción le comenzó a doler el estómago, se ponía nerviosa siempre que salía de viaje. Lo bueno que la autopista hacia Quillón estaba bastante despejada, debía ser por el horario, ya que normalmente ese sector era concurrido durante la temporada estival.

Sofía La Mestiza. El primer encuentroWhere stories live. Discover now