—¡¡Sabes que no quiero!!—grito frente a mi.

Su rostro se veía rojo. Sus ojos cristalinos.

¿Yo provoque esto?

—¿Tienes idea de lo que significa?

—¡OH SÍ! ¡Suena horrible la idea de vivir bajo el techo de un castillo por el resto de mi vida junto a la persona que amo!

Ambos estábamos indignados.

—NO ES SÓLO ESO.

Él continuaba alzando la voz y yo arrastraba las manos sobre mi rostro deformándolo.

—Ellos controlaran nuestras vidas, lo que hagamos y digamos, lo que dejemos de decir y hacer ¿¡Quieres eso el resto de tu vida!? ¿No te has dado cuenta? Nos quieren tener sobre la palma de sus manos.

Suspiro cargado de decepción.

—Ni siquiera te has dado cuenta, te lo demostrare.

Se acerco a mi, colocando sus manos en mis mejillas.

Me avergonzaba mirarlo.

Odiaba en lo que estas situaciones nos habían convertido.

—Mírame.—balbuceo.

Y capte con mi visión sus pupilas.

Ahí estaba yo.

Sus labios me tomaron profundamente en un beso que coloco todo en equilibrio. Nuestros cuerpo se enredaban y encajaban en uno en el otro con simplicidad.

Sin ecuaciones difíciles.

Sólo él y yo.

Desnudándonos entre las sabanas, bajo la sencilla luz de velas, sin palabras ni gritos ni quejas. Nada más que su cuerpo y el mío produciendo calor.

Y amor.

Por que aquella forma en que mi corazón latía no era sólo producto del placer; era él volviéndome suyo en cada movimiento de su cuerpo sobre él mío; era yo dominando sus gemidos sobre la cama.

Sabía que allí existía algo más que dos pieles entre sí copulando.

Yo le daba a él vida y fuerza mientras que moría cada vez que succionaba un poco más de mi ser.

Bajo sus brazos moría y volvía a nacer.

Nacía un nuevo yo, más fuerte cada vez.

Fuerza con la cual le protegería, por que ya había tocado el punto de la locura donde sería capaz de matar en su nombre si era necesario.

—Dame tiempo.—repitió abrazando mi cuerpo desnudo.

—Sólo tenemos dos días.

—Debemos hablar con alguien, para que entiendas.

—¿Que debo entender, Tae? —quite sus brazos de mi cuerpo y le mire sentándome a horcajadas de él.

—Hay malos en esta historia, Kook, debes entender quienes son.—acaricio un mechón de mi cabello.No es quien crees.

—¿Estas enojado conmigo?—pregunte.

No podía quitar esa idea de mi al verlo.

Él rió.

—No, para nada.

—¿No te enfada que haya pensado en reinar? Fui ambicioso todo este tiempo, no... no sé por qué pensaba eso, yo...

Hemophobia | VKook EDITANDOWhere stories live. Discover now