El secreto de Raphael

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Magnus estaba poniendose la ropa de cama cuando Alec se dispuso a salir.

— ¿A donde crees que vas Alexander?.

— A buscar un lugar donde dormir, nos vemos mañana, que tengas buena noche

— Pero..., esta es tu habitación.

— Lo se, pero yo...  el nerviosismo de Alec era evidente y mientras mordía sus labios, caminó poco a poco hasta la salida, pero Magnus lo tomó de la muñeca y lo jaló nuevamente dentro de la habitación.

— Tranquilo cariño, solo hablaremos un momento y luego dormiremos, no pasará nada mas.

Alec quería estar tan seguro como Magnus, pero sabía que no podría resistir tenerlo cerca y no hacerlo suyo, de solo observar su cama y al moreno frente a él, miles de opciones de como poseerlo llegaban a su mente, el nefilim movió su cabeza tratando de despejarla de esos pensamientos pecaminosos, se dijo que tenía que ser fuerte y no sucumbir a la tentación.

Inconcientemente mientras pensaba en ello se despojó de toda su ropa y se metió a la cama ante la atenta mirada de Magnus Mmm... Alec, no es que me este quejando y la verdad me agrada, pero... ¿Desde cuando duermes desnudo?

— ¿Desnudo? Alec levantó las mantas y enrojeció hasta el cabello — demonios, lo hice otra vez — Agarró la sábana para cubrirse e ir a ponerse algo, pero Magnus se le lanzó encima y lo tumbó a la cama nuevamente aferrándose a su pecho.

En realidad ya lo habías hecho antes, cuando salíamos de fiesta y bebiamos demasiado te desnudabas para meterte a la cama, muchas veces tuve que ponerte los boxers y la pijama para que no te sintieras incómodo al despertar.

— No lo sabía, yo... iré a vestirme

— Me gusta más así. Puedo sentirte — paso sus labios por el cuello de Alec, mientras sus manos recorrian sus abdominales y subían cada vez más hasta que noto un pequeño parche sobre su corazón, pero no le dio importancia — acariciarte, besartejuntó sus labios con los del arrebolado ojiazul que estaba luchando por mantener sus manos quietas.

— Dijiste que hablaríamos ¿De que querías hablar? Alec vio como su moreno amor se quitaba la parte superior del pijama.

— Olvida eso, ahorita quiero todo de ti, menos hablar.

Magnus se abalanzó como un depredador hambriento, pero Alec lo detuvo juntando todas sus fuerzas de voluntad — Aún no, aún no podemos..., lo siento, buscaré una habitación.

Magnus no lo dejó irse, lo vistió con su magia y se acostó a su lado dándole espacio — Lo siento Alec, pero te deseo tanto, aunque tú no...

No tienes idea de lo que me cuesta no tomarte y hacerte mio, pero aún no puedo, sólo dame un poco de tiempo por favor Magnus, solo un poco mas — lo tomó de la cintura y lo atrajo acomodándolo en su pecho y durmieron abrazados.

A la mañana siguiente, muy temprano, Magnus tuvo que salir a hacer un trabajo junto con Ragnor, no quería separarse de su nefilim, pero ya había prometido ir. Por mucho que apresuró todo no pudo regresar hasta la tarde, pero no encontró a Alec por ningún lado y ni siquiera su hermana sabía a donde había ido. Ya se estaba imaginando el peor escenario cuando un golpe lo trajo de vuelta a la realidad — Que te pasa Ragnor ¿por qué me pegas?

— Es para espantar esas ideas estúpidas de tu mente.

— Yo no ...

— Tienes una cara de extreñido que te delata. Ya te dijo que te ama, cree en él y deja de pensar en burradas. Ahora acompañame a merendar que tengo hambre y no quiero un, no, por respuesta. Al ver la mirada de advertencia de su amigo, Magnus no tuvo mas opción que ir con él

Di Que Eres MíoWhere stories live. Discover now