Capítulo veinticinco

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- Te quiero - dijo al fin.

- Y yo a ti - le respondí.

Volvimos a besarnos como niños pequeños; escondidos detrás de una columna.

- ¡Chicos, chicos, chicos! - exclamó una rubia por el micrófono captando la atención de todos. - El querido Justin se ha ofrecido a bailar un tango con su querida novia Selena.

Sentí una punzada en el pecho, de esas que quiere gritar y patalear.

- ¡Ese es mi chico! - gritó Robert aun abrazándome por detrás.

Una luz iluminó el centro de la pista, donde se encontraba Justin dándome la espalda y su novia morena delante de él en posición de inicio. La música de tango invadió toda la habitación y los movimientos de Justin y Selena también. Todos estaban cautivados ante la actuación de los dos. Tomé de la mano a Robert y la acaricié intentando ignorar mis celos.

- Bailan muy bien - admití para mí misma.

- Supongo que bailas mejor que ella. Ganaste el concurso de hace tres años en la secundaria, ¿no es así? - me preguntó Robert al oído.

- ¿Cómo lo supiste?

- Tu profesor de baile me lo dijo.

- ¿Conoces a Alex? - le pregunté más interesada.

- Me ayudó bastante para saber más de ti.

Sonreí pícaramente. Tomé a Robert de la nuca y lo acerqué a mí para darle un beso. Regresé mi vista a la pareja de bailarines y fruncí el ceño. Justin le daba de vueltas cuando su mirada se cruzó por accidente con la mía. Me di cuenta que me había visto cuando volvió a buscarme con la mirada. Su expresión era de confusión. Lo miré detenidamente y al parecer eso lo distrajo porque dejó que Selena cayera justo frente a él, haciendo que todos volteáramos a verla tendida en el suelo. Justin no dejaba de mirarme, pero me acerqué a ellos para ofrecerle ayuda a Selena, que todavía se encontraba tendida en el suelo.

- ¿Estás bien? - le pregunté mientras ayudaba a que se levantara. Miré a Justin por el rabillo del ojo y seguía mirándome con asombro.

Selena asintió y me sonrió dulcemente. La recargué en mi hombro y la encaminé al baño. Robert llegó por detrás y me ayudó a sentarla en una silla antes de que ambas cayéramos.

- ¿Puedes llevarla con Eleonor? - le pedí a Robert algo exhausta.

- Sí.

Me quedé sentada en un silla viendo cómo todos se iban detrás de Robert hacía la entrada del salón. Solté un suspiro, alcé la mirada y vi que ya tenía a Justin frente a mí. Ya no había nadie en el salón, solo él y yo.

- ¿Qué haces aquí? - me preguntó aún sorprendido.

- Oye, tu novia acaba de desmayarse, y eres el único a quien no le interesa.

- Fue tu culpa que ella haya caído.

- ¿Mi culpa? - exclamé ofendida.

- Sí. Tú te atravesaste en mi cabeza con esos ojos aguamarina.

- ¡Tú la dejaste caer!

- ¡Tú fuiste la razón por la que la dejé caer!

Me levanté y caminé hacia la entrada. Sentí la mano de Justin jalar mi brazo bruscamente de manera que pudiera verlo de frente.

- ¿Con quién viniste? - me preguntó.

- Con Robert, Justin.

- ¿Le conoces?

- Es mi novio.

- ¿Tu novio?

- Dijiste que era libre de salir quien quisiera. Decidí no hacerlo con Harry y hacerlo con él, ¿qué hay de malo en eso?

Lo dejé con la palabra en la boca y me fui hacia donde todos se fueron. Cuando llegué a la entrada pude localizar a William. No quería que me viera así que hice el menor ruido posible, pero no sirvió de nada.

- Hola, lindura - susurró acercándose a mí.

- ¿Qué tal William? - le sonreí fríamente.

- ¿Dónde está Robert? ¿Acaso te dejó sola? - empezó a acerarse todavía más a mí hasta que quedó pegado a mí.

Puso su mano en mi cintura y acercó su boca a mi cuello.

- ¿Puedes soltarme? - le pedí mientras empezaba a forcejear para soltarme de su agarre.

- Vamos, dulzura. Sé que necesitas esto tanto cómo yo.

Bajó su mano a mi trasero y tapó mi boca con la otra. Solté un grito que supe que nadie alcanzaría a escuchar gracias a la mano de William en mi boca. Me llevó a un rinconcito muy oscuro, casi invisible a simple vista. Seguí forcejeando y forcejeando. William me aplastó contra la pared acorralándome para que no me moviera. Con una mano, empezó a desabrochar su cinturón y a bajar la bragueta. Grité más y más. Las lágrimas se empezaron a apoderar de mí.

William subió mi vestido hasta el abdomen y bajó mis bragas. Acercó su miembro ya desnudo a mi entrada y empezó a acariciarla con su masculinidad. De repente se escuchó un grito de una mujer. William se dio vuelta y me dejó caer al suelo. Del salón salió Justin y agarró a William antes de que éste se fuera. Me había golpeado en la cabeza así que no escuchaba nada, solo veía borroso. La silueta de un hombre se acercó a mí, con delicadeza y cautela.

- Ese hijo de puta lo pagará, te lo juro.

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Sex InstructorWhere stories live. Discover now