El de 'La Profecía'

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Odio a los engreídos.

(Perdón. Sé que no es la manera adecuada de iniciar con esta nueva misiva, sin embargo era lo primero que quería decir).

Habían pasado ocho meses desde mi regreso al Universo de los Sueños y las cosas habían marchado más bien de la peor forma posible.

Bueno, exagero un poco, soy un experto en ello.

El Universo de los Sueños estaba en paz. Las anomalías en los Puertos del sur habían cesado, los conflictos con Otoño y su poca, aunque yo diría casi nula, participación fueron solucionados, sin embargo, el motor bélico del UnSu seguía partido en pedazos enormísimos y los esfuerzos que Ming, Zara, Kym, René, Lee y yo hacíamos no estaban teniendo los efectos deseados; y para colmo de mis males, el tiempo y las circunstancias se nos venían encima.

En esta ocasión la historia comienza en el Gran Castillo, una fortaleza que se encuentra en el corazón de la zona de Otoño y que alguna vez fue el hogar del Gran Soñador.

Los líderes de Otoño, Invierno y Primavera estaban reunidos para discutir unos asuntos acerca de una innecesaria intervención a Verano.

Me explico: estaban hartos de que la capital fuese aún zona de desastre, la segregación de los Soñadores de Verano les parecía no factible y además querían sancionarnos a todos por la traición de la Asamblea, lo cual para mí ya era agua de otro charco, pero que la mayoría estaban dispuestos a beberse.

Y como buena persona que había sido en los últimos meses, de la mano de Alexander, un chico de dieciséis años, que normalmente aparecía en el UnSu con unos lentes de armazón grueso, de cabello castaño, ojos color verde y tez morena, y Kym, una chica de diecisiete, bastante alta, seguramente jugadora de baloncesto, ojos oscuros y rasgados, tez olivácea y cabello azabache; estábamos ahí defendiéndonos del acoso de Primavera, Otoño y la mitad de Invierno.

Y, ¿por qué nosotros y nadie más?

Bien, nadie en Verano deseaba tener que ver con esos menesteres, alguien debía hacer el trabajo.

—En la historia del Universo de los Sueños se ha intervenido cero veces en la organización interna de las demás zonas con problemas. No veo la necesidad de empezar a hacerlo, mucho menos de sancionarlos. —Abogaba Lía, líder de Invierno, con quien tenía una alianza implícita desde hacía tiempo y desde que habíamos estado involucrados en algunos sucesos importantes—. Mi voto es en contra.

—Lía —respondía Samantha, o Samy, líder de Otoño. Era una chica enorme, de ojos azules, pelo rubio, muy guapa, y principalmente ocupaba el lugar número uno en la lista de rivales de Lía en esta discusión—. El hecho de que tu novio —alargó la palabra más de lo que yo habría querido— haya formado parte de Verano no significa que debas apoyar dicha zona. Estamos a punto de lograr algo justo...

Puf. —Exploté yo, levantándome de forma súbita y grotesca de la mesa en la que hablábamos. A esas alturas del debate quería sacarle los ojos al ochenta por ciento de los asistentes, incluidos los Consejeros de las 4E—. ¡¿Justo?! —Proseguí—. ¿Quieren que hablemos de cosas justas? ¡No las hay! Sus reuniones para decidir el futuro de la zona a la que pertenezco lo único que harán es perjudicarnos. Lo que yo quiero es que nos dejen en paz de una vez y nos permitan avanzar y no perder el tiempo en estas absurdas reuniones que no nos llevarán a nada...

—Estamos viendo por el bien de Verano. Tienen que reconocerlo —el tono de Samantha me hizo enfurecer más, al grado de dejarme sin voz.

Estaba en desacuerdo. Nos iban a pisotear y no podríamos detenerlos. Y por fortuna mis acompañantes se unieron a mí.

Malgar. [Universo de los Sueños #2]Where stories live. Discover now