C O L O R S

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Los arcoíris son preciosos, ¿No lo crees? Dan esperanza y alegría a quienes lo ven, obviamente no todos los admiran pero ahí están, pintados en el cielo luego, antes o durante la lluvia, depende de cómo se sientan.

No siempre existieron, hubo un tiempo donde si mirabas al cielo no podías ver un color aparte del azul, las nubes blancas o grises y el amarillo cegador del sol. Lo más colorido eran las atardeceres y amaneceres, con sus bellas tonalidades de naranjas y de rosas. Y lo más obscuro era la negra noche y las terribles tormentas.

Para aquel entonces la población mundial era poca, y a pesar de eso, no era unida. Cada quien vivía con su propio lema, con su propio esfuerzo y luchando por sobrevivir en un mundo solitario. Uniéndose solamente con una pareja con el fin de procrear. No había amor, no había esperanza, no había nombres.

Todos eran así, y nadie se quejaba, excepto siete jóvenes.

Ellos debían seguir con el ejemplo de vida impuesto, debían vivir al margen de todo y solos hasta que llegase su momento de reproducirse.

Sus destinos estaban unidos, debían conocerse, por ser los únicos en la humanidad con sentimientos. Y debía ser pronto, antes de que el tiempo borrara sus emociones y cambiara sus pensamientos.

Entre los cientos de cosas que tenían en común, era el escapar un momento de su realidad, adentrándose al bosque donde podían admirar a la naturaleza y mostrarse como realmente eran a sí mismos. Jugando, riendo y liberándose. Había sido un milagro que jamás se hubiesen visto antes, pero la espera acabó.

Los siete hombres jóvenes se encontraron en el mismo lugar, en el mismo momento.

En un mundo sin sentimientos, estos hombres pudieron sentir por primera vez en sus vidas un calor en sus pechos, y mostraron a alguien sus sonrisas. En un mundo con conversaciones cortas y frías, se escucharon por primera vez largas charlas y anécdotas que se tenían mucho en común.

En un mundo sin relaciones, nació la primera amistad sincera. Protagonizada por siete jóvenes.

Se la pasaban horas y horas ahí, sin saber que el tiempo pasaba. Se divertían y se conocían, formando sus personalidades. Los meses pasaron, convirtiéndose en años, y esos hombres eran inseparables.

En un mundo sin nombre, decidieron ponérselos.

Podían pasarse todo el día nombrando los objetos y seres a su alrededor, y un día, se dieron cuenta de que ellos aún no tenían nombre.

--Quiero ser Azul-- dijo el mayor, observando al cielo, apuntándolo luego de un rato --, quiero ser quién siempre este ahí para ustedes y en quien puedan confiar. Sin importar que no les responda, pueden hablarme y escucharé con calma todo lo que les aqueje.

Sus amigos, sentados junto a un lago asintieron, él sería Azul.

--Yo me llamaré Verde-- habló otro joven, sin ponerse de pie --. Estaré en todas partes, brindando esperanza de que hay vida en nosotros, desde el árbol más grande hasta las pequeñas hierbas en el camino.

Quiero que siempre sonrían amigos míos.

--Mi nombre será Morado-- sus amigos le miraron atentos, deseosos de escuchar sus razones del porque había elegido ese nombre. Sostuvo en alto una flor de aquel que encontró en el camino y que había cortado para guardarla --. Al ver está flor, me transmite su calma. Es tan pequeña, y con valentía e inteligencia creció a la vista de todos, para que pudieran verla, aun sabiendo que aquello podría matarla.

Sonrió, y la posó en la oreja de Azul, le quedaba perfecta entre esos cabellos castaños --Quiero ser inteligente y luchar por mis sueños pero siempre mantener los pies sobre la tierra.

R A I N B O WWhere stories live. Discover now