epílogo

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—uno, dos, tres, cuatro... cinco, seis, siete, ocho...

—perdóname.

—nueve, diez, once, doce...

—yoongi, escúchame.

—trece, catorce, quince, dieciséis...

una mano se poso sobre su rodilla, haciendo que el pelinegro abra los ojos—. por favor, óyeme.

—me hiciste mucho daño...

el pelinegro junto sus rodillas hacia su pecho, para luego abrazarse a ellos.

—sé que me comporté mal, pero si me perdonas seré distinto, por favor...

—tengo miedo...

una mano de hoseok se posó sobre el cabello del mayor, acariciándolo suavemente—. permíteme estar junto a ti...

—¿por qué lo haría? —inquirió en un susurro.

—porque te amo...

—no parecía, no cada vez que me lastimabas.

aquellos recuerdos comenzaron a invadir la mente de yoongi, había sido un estúpido ciego.

¿en que pensaba cada vez que se dejaba golpear por el menor para que este descargue su ira contra él vez de dañarse a si mismo?
¿en que creía cada vez que dejaba que hoseok le manipule a su antojo?

él no era asi, nunca se había dejado manejar por alguien, nunca le habían gustado esas cosas.

es tóxico.

hoseok es tóxico.

—deja de torturarte con esos pensamientos —interrumpio el menor—. prometo que de aquí en adelante te haré feliz, y te ayudaré a salir de aquí.

yoongi subió su cabeza, observando el lugar en el que estaba.
todo era tan blanquecino que incluso dañaba sus ojos.
las paredes, los escasos muebles, incluso la ropa de yoongi.

—no quiero sentirme un prisionero.

—escúchame —la mano de hoseok tomó la suya—. ya he estado en estos lugares, hyung. escúchame, hazme caso, prometo hacer que salgas de aquí —la mano del menor apreto la suya—. mírame a los ojos.

el pelinegro suspiró, y luego giró su rostro para encontrarse con el de hoseok.

seguía siendo tan bonito como le recordaba, seguía siendo hermoso, como lo era junto antes de incendiarse por las llamas.

—te asesiné... ¿p-por qué? ¿por qué me quieres ayudar?

—porque yo te asesiné primero.

el pecho de yoongi se sintió vacío, y luego sus mueñecas ardían.
bajó la vista, y luego subió la manga de aquella camisa blanca que llevaba. se sorprendió cuando vio una venda extensa a lo largo de su muñeca.
se soltó completamente de hoseok para poder librarse de ellas, le apretaban, le dolían, le asfixiaban.

frozajeó unos segundos hasta poder quitársela, liberando cortes profundos sobre esta. en su mayoría eran extensos. algunos eran horizontales, pero la mayoría eran verticales.

aun había un poco de sangre en ellas.

—¿ahora lo entiendes?

—sí, ahora lo entiendo.

APOTROPAICO ━ YOONSEOKWhere stories live. Discover now