Lo que no ves

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La chica sostenía sus apuntes de historia mientras que el rubio estaba tirado en el suelo, intentando hacer algo parecido a una flexión, pero que siempre acababa en fracaso.

Nada más acabadas las clases, Yaoyorozu se había ofrecido para dar una de sus clases particulares, pero Kaminari no quería desaprovechar la ocasión de estar a solas con Jirou, descuidando aún más sus notas y arrastrando a la chica a su agujero negro, maldiciéndole todo lo que pudo.

Después de insistir, la de cabellos morados acabó estudiando por su parte porque no iban a empeorar sus notas por ese idiota. Tampoco iba a insistir en que él estudiará también porque no lo haría, le molestaría y le entrarían ganas de pegarle.

—Kyouka. —Lloriqueó el chico dejándose caer al suelo por cuarta vez en ese rato.

—¿Qué pasa? —Miró por encima de los apuntes—. ¿Tan débil eres que no puedes ni contigo mismo?

—Claro que puedo, sólo estoy descansando. —Levantó el chico la cabeza, mintiendo claramente.

—Eso será —murmuró ella.

Él volvió a ponerse en posición de hacer una flexión bajo la atenta mirada de la chica, que no sabía si reír o llorar con la situación.

—Túmbate encima mío, verás como puedo contigo.

—¡¿Eh?!

—Venga. —Indicó él moviendo la cabeza.

—Tú estás mal si crees que haría algo así. —Levantó una ceja.

—¡Venga, Kyouka! Será divertido.

—No quiero romperme la cabeza.

—¡Pero si yo te cuido bien! —Se recolocó intentando agarrar la pierna de ella, pero esta la apartó al instante.

—No quiero salir de aquí herida. —Volvió a su posición anterior, vacilando por si él volvía al ataque.

—Entonces ven conmigo al suelo. —Dio un par de golpes al suelo.

—¿Para qué?

—¿Para qué va a ser? Luego soy yo el tonto. —Soltó una falsa risa mientras volvía a tumbarse en el suelo.

A Jirou le entraron unas ganas tremendas de pisarle o tirarse encima suyo haciéndole el mayor daño posible.

El chico le miró esbozando una gran sonrisa como si eso fuera a funcionar para mover a su amiga.

—Venga, luego me pongo a estudiar si eso.

—Como si me importaran tus estudios —bufó ante tal chantaje absurdamente malo.

—¡Venga, Kyouka!

La chica le miró de reojo mientras el rubio se quejaba más y más. Ella chasqueó la lengua y dejo los apuntes a un lado, poniéndose de pie, ya que así no podía estudiar nada.

—No me hagas enredar más —murmuró tumbándose enfrente del chico—. Si tenía que haberme ido sola o quedarme en la clase de Yaomomo. ¿Por qué me dejo engañar por ti? Si no debería fiarme después de lo que le hicisteis hacer por vuestras mentiras a ella en los juego...

El sonido de un rayo; KamijirouDonde viven las historias. Descúbrelo ahora