Capítulo 7 - ¡Era una abeja!

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Dani se despide con un "Eh, que creo que viene ahí mi hermano... ¿Te vemos mañana? ¡Nos pasamos después de comer!" y un pitido me indica que mi amigo ha cortado la llamada antes de que pueda decir "vale". Sonrío, mirandome de nuevo al espejo. ¡He besado a Jesús! ¡He besado a Jesús! Podría bailar. Pero hay algo que no me deja ser del todo feliz mientras me cambio y me pongo el pijama, y es que ya pasa de la medianoche, el día 16 de julio ha comenzado. Hoy mismo mi padre me ha dicho que nos marcharemos sobre el cinco de agosto. ¿Qué pasará cuando yo no esté?  

**

No sé que es lo que me despierta, pero a las diez y cinco ya he abierto los ojos y no soy capaz de quedarme en la cama. Estoy de buen humor. Me visto con unos shorts vaqueros y una camiseta gris después de darme una ducha. Bajo a desayunar, leyendo un whattsapp de mi madre en el que me informa de que se han ido a Sevilla y volverán sobre la hora de comer. Me tomo un yogurt de fresa como desayuno y salgo a la terraza con el móvil y un libro después de lavarme los dientes y peinarme. Me acomodo a la sombra y justo cuando más metida estoy en la historia, alguien me tapa los ojos. 

-¿Quién soy?

Es Jesús. Y sonrío. 

-Teniendo en cuenta que la puerta está cerrada y que has tenido que saltar el muro... O te apellidas Oviedo o vienes a robarme... -Comento con ironía, mientras pongo mis manos sobre las suyas y las retiro de mis ojos. 

Jesús suelta una carcajada y se sienta a mi lado. 

-¿No te falta un hermano? -Pregunto, mientras cierro el libro y lo dejo sobre la mesita- En plan... ¿Un doble tuyo con la pulsera en la mano que no es? -Sonrío, mientras agarro su muñeca derecha.

-No, no sabe que he venido... Es que... Bueno, he venido a hablarte de lo... Bueno, de lo de ayer. 

-Ah... Dime- Y me giro hacia él, intentando aparentar seguridad. Pero tengo que cruzar las piernas porque me tiemblan. 

Jesús abre la boca para hablar pero yo me levanto de un salto al escuchar un zumbido a mí derecha y pego un grito al sentir un escozor en mi mano derecha.

-¡Ay! ¡Una avispa! ¡Me ha picado! -Chillo, como loca, acercandome a la entrada de mi casa.

El gemelo que me acompaña se levanta también y suelta una carcajada breve, mientras me agarra de la mano que tengo sana.

-¡Era una abeja! -Ríe- Ven, que te ayudo. 

-¿Qué más da lo que sea? -Comento, a voz en grito- ¡Les tengo un pánico que no puedo con él! ¡Y me ha picado! 

"Aunque más pánico le tengo a lo que tenías que decirme" Pienso, para mí misma, mientras me agarro la mano, que comienza a enrojecerse e incharse levemente. 

-Repite eso- Jesús y Daniel (Gemelier)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora