Epílogo.

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Veo con desprecio ese horrible “no aprobado” en mi examen final, el cual, decidiría si pasaría este año escolar o no y así tener mi certificado para la preparatoria. Me siento furiosa y estúpidamente arrepentida. Debí haberlo sabido. Han pasado ya más de seis meses quizá ya de mi humillación. Para él todo sigue siendo exactamente igual en su vida, ya que yo claramente era solamente una más. Tomo mi examen molesta y comienzo a mentalizarme que pasaré otro año aquí, en el mismo salón mientras que mi mejor amiga avanzará. Ella no se cegó por un amor de verano, el cual yo no viví… ya que esos duran meses. Claramente yo no alcancé siquiera las dos semanas. 

Al escuchar la campana del almuerzo, me levanto inmediatamente y escucho risas a mí alrededor, sé de quién es esa maldita risa la cual ya no soporto. Ruedo los ojos y Sophia me detiene tomándome por mi hombro.

-¿Malas noticias? –Me pregunta y asiento, siendo más que obvio-. Lo siento mucho… 

-Yo me lo busqué, no pasa nada. 

-¿Tu madre lo sabe?

-Bromeas, ¿cierto? –quita la mano de mi hombro y suelto un suspiro. Veo a Niall salir del salón de clases y me ignora. Ahora ya no me siento triste y puedo decir que no me importa. ¿Qué tiene de bueno eso ahora? Nada. Absolutamente nada. Tenía seis meses para prepararme y así aprobar el examen, pero estaba tan triste antes… que simplemente no me importaba nada. 

-Si de algo sirve, conocerás a mi primo. Viene de España –me dice tratando de animarme y sonrío desganada. ¿Qué tiene de eso de genial? La miro con incredulidad-. No te molestes… solamente trato de animarte. 

-¿Cómo se llama? –le pregunto mientras está caminando a mi lado y me observa con atención.

-Rubén. Aprendió a hablar español, no sabía absolutamente nada. Él es de Noruega, a simple vista no parece –suelta una risita y me la contagia. En mi mente trato de repetirme que tengo que estar feliz antes de llegar a casa, ya que posiblemente me castiguen hasta salir de la escuela. Comienzo a pensar en que… no estaré completamente sola, tendré un familiar de mi mejor amiga cerca de mí. 

-Su nombre es demasiado común para ser de Noruega, ¿no lo crees? 

-Creo que mi tía no quiso complicarse en eso –suelta una carcajada y olvido por un segundo lo mal que la había estado pasando meses atrás. Al contarle lo que pasó aquel día, cuando llegué a su casa echa un mar de lágrimas… pensé que dejaría de hablarme o se molestaría conmigo, pero fue todo lo contrario. Bueno, no en realidad. Sé que se molestó, pero hizo lo que nunca en su vida había hecho… lloró conmigo y eso fue peor aún, ya que no dejé de llorar por quizá… ¿tres horas? No lo sé, pero lo que sí sé, es que me quedé dormida antes de la media noche. 

-¿Y cuándo entrará aquí? –le pregunto y caminamos hasta la cafetería, donde pretendo tomar comida que no sea nutritiva para calmar mis ansias. 

-Está en casa, de hecho. Llegó ayer por la madrugada, pero entrará aquí hasta que tu vuelvas a entrar, ya sabes… -susurra y nuevamente esa punzada en el pecho me invade. No quiero repetir año, pero tendré que acostumbrarme a la idea-. … ¿Elizabeth?

-¿Ah? Perdón, no te escuché.

-Te pregunté que si querías venir a casa después de la escuela. 

-Ah… seguro, pero…

-No le digas a tu madre sobre que reprobaste tu examen hasta en la noche. 

-¿Cómo sabías que pensaba eso?

-Te conozco lo suficiente, Elizabeth –sonrío y ella también-. ¿Y bien?

-De acuerdo, pero no me quedaré mucho tiempo –levanta sus cejas y frunzo el ceño-. Está bien, entre más tiempo… mejor. Así no tengo que lidiar con mamá.

InnocentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora