4. "Mentiras creíbles".

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Salgo animada de casa lista para un buen viernes. Le he dejado una nota a mamá para avisarle que Niall me llevará a mis clases de inglés. Quizá al estar en casa de él le avise que llegaré tarde o me he quedado a dormir en casa de Sophia, aunque sé que lo último que haré será dormir. Al llegar a la escuela, lo veo ahí… de pie recargado en una pared acompañado de William y Héctor. Al verme me sonríe y camina hacia mí para darme un beso en los labios.

-Pensé que no vendrías –me dice al separase de mí y pasa un mechón de cabello detrás de mí oreja.
-¿Por qué no habría de venir? 
-Quizá porque no querías ir a mi casa en la noche –me susurra y puedo detectar su voz con miles de deseos-. ¿Eso aún sigue en pie? –asiento levemente-. Por eso y más, te adoro –me dice y yo sonrío como una total enamorada. ¡Me adora! Y yo a él. 
-Si se hace muy tarde tengo planeado decirle a mamá que me quedaré a dormir en casa de Sophia –esboza una sonrisa y da un beso en mi frente. Lo tomo por la cintura y me pego a su pecho, oliendo ese perfume que tiene el cual me encanta. Me acerca hacia donde estaba hace unos minutos con sus amigos y estoy nerviosa, nunca he entablado una conversación con ellos. 

-Mi novia, Elizabeth –me presenta para ambos chicos y me sonrojo. Sonrío y agito mi mano de un lado a otro para así decir hola sin necesidad de hablar. 
-¿Qué hay, Elizabeth? –Me dice Héctor y le sonrío una vez más-. Soy Héctor –se presenta como si no supiera su nombre y observo a William, tiene la mirada pasiva y en sus labios estoy segura que quiere reír. Trato de olvidar su comentario nada agradable de la vez pasada.
-Hola –apenas puedo decir y Niall acaricia mis hombros de un lado a otro.
-Nos vamos ya, solo quería presentarles a la mujer que quiero –les dice y yo me quiero derretir en menos de un segundo. William asiente con los brazos cruzados y una sonrisa en sus labios, aquella que no deja de hacer después de haber conocido a Niall. Me siento completa y por fin, siento que daré el siguiente paso hoy. Siempre pensé que eso no se planeaba y me hubiera gustado que por alguna extraña razón las cosas se fueran dando, pero no fue así. ¿Tengo que contarle sobre esto a Sophia? No lo sé. 

Tomo la mano de Niall y el la aprieta suavemente mientras que caminamos por los pasillos. Como siempre, las personas nos observan y creo que me he acostumbrado a ello. Él ya lo estaba desde hace mucho, puesto que como está en el equipo de futbol… todos lo conocen, pero, ¿quién me conocía a mí? Nadie. He ahí el dilema. Al entrar al salón de clases, mi mejor amiga abre un poco su boca y sonrío, diciéndole que estoy más que contenta. Sus amigos llegan segundos después y, se sientan alejados de nuestro lugar. El profesor llega minutos después y comenzamos nuestra aburrida primera clase. 

(…)

-Estoy algo… asustada –le confieso a Niall-. Me han dicho que si no cumplo con la mayoría de las tareas, no pasaré este año escolar por tantas inasistencias –le achico los ojos y el ríe bajito.
-¿Es mi culpa? –se lleva una mano a su pecho y golpeo su hombro suavemente-. ¿Lo es? –busca mi mirada la cual trata de evadirlo y cuando la encuentra, me lanza una de esas sonrisas las cuales él sabe que yo amo intensamente. 
-Sí, lo es. No saldré por un tiempo.
-No te preocupes, prometo no molestarte después de este fin de semana –me guiña un ojo toma mi mano una vez más. 
-Eso espero, tengo que estudiar mucho… no debí haber salido de clases –me abrazo a mí misma y se escucha mi lamento. Voltea a verme con esos ojos de “¿Estás hablando en serio?” y no digo nada, me quedo totalmente callada. Toma de mi mano una vez más y me dirige hasta su auto.
-Ya no te lamentes, no remediarás nada así. Solamente queda… estudiar y es todo. 
-¿Por qué estás tan tranquilo? 
-Me ha pasado dos veces lo mismo, pero en realidad… me importa una mierda –bajo mi mirada al estar dentro del coche segundos después. Él no sabía que yo sabía… no sabe que la chica que está sentada a su lado sabe más de lo que él cree de su vida. Comienzo a preocuparme, ¿qué tal si algo sale mal el día de hoy? Si no mal recuerdo, él ha hecho esto varias veces y se supone que tiene que saber lo que hace. Yo… no sé absolutamente nada y eso me inquieta un poco. ¿Va a dolerme? ¿Sentiré maripositas en mi estómago? Tengo qué, cada que estoy junto a él logro sentirlas. Quito esos pensamientos de mi cabeza y nuevamente estoy feliz, a su lado… en su auto-. ¿Quieres que te lleve a tu casa? –sus ojos encuentran los míos y me quedo sin habla. Le sonrío y él también lo hace. Una de sus manos se encuentra en volante. Toma mi barbilla entre sus dedos y me acerca a él para besarme. Sí… no pueden faltar esas mariposas en mi interior. Aun sostiene mi mentón en sus manos y hago un gran esfuerzo por no salirme de control aquí en el auto. Sus labios juegan con los míos y están suaves… con sabor a menta y a goma de mascar-. No sabes cuánto me estoy resistiendo a no sobre pasarme aquí contigo en mi auto –me susurra y me estremezco. 
-¿Te resistes? –le contesto de igual manera y sus ojos están cerrados.
-No sabes cuánto. Yo te quiero en mi cama, no en mi auto -¡Oh cierra la boca! Me ruborizo. Se separa de mí y enciende el coche mientras que no deja de mirarme.
-Hmm… yo… llamaré a mamá para decirle que tú irás a dejarme a mis clases de inglés ¿sí? –asiente y saco mi teléfono con mis manos temblorosas. La peor parte de todo esto, es que el nota todos y cada uno de mis movimientos terriblemente torpes. Busco en mi agenda el número de mamá y oprimo el botón verde. Le aviso mi plan para el día de hoy e incluyo la pijamada no real con mi mejor amiga mientras que estoy en casa de mi novio –el cual mamá no sabe que tengo-, y al cortar la llamada levanta sus cejas y no puedo decir nada.
-¿Y bien? Veo que le has dicho una pequeña mentira… 
-Sí, lo he hecho. Siéntete afortunado, comúnmente no hago esto. 
-¿Comúnmente, Lisa? Nunca lo haces. Lo sé porque soy el primero en tu vida, ¿o me equivoco quizá?
-No, no te equivocas –le ruedo los ojos y suelta una risita.
-¿Puedes decirme donde se encuentran tus cursos de inglés? –otra de sus sonrisas aparece y asiento.
-Sigue derecho, es el primer local amarillo pollo que veas. 
-¿Amarillo pollo? –suelta una carcajada y niega con su cabeza llevando una mano a su cabello-. Ay, Elizabeth… cuanto me encantas.
-¿Es ahora cuando debo decir que tú también me encantas? –me encojo de hombros y pellizca suavemente mi mejilla. Me he ruborizado con tan solo su corto tacto. Aparca su coche frente a aquel local que le he indicado y le agradezco entre dientes. Toma fuerte mí ante brazo y sus ojos piden algo más.
-Se te olvida algo, Lisa –me dice y torpemente, me acerco hasta pegar sus labios con los míos. No le importa besarme mientras que los autos están pasando y estamos conscientes que nos están observando. Como de su exquisita costumbre, mete su lengua en mi boca y acaricia mis labios con ellas. Me quedo quieta, disfrutando de lo que está haciéndome-. ¿Te gusta? –asiento apenada-. Bueno, es una prueba de lo que pasará hoy –me guiña el ojo y vuelve a su asiento. Salgo casi cayéndome del coche y cierro la puerta para ver como él se marcha. Baja el vidrio automático de su auto y me agacho para tratar de escucharlo-. Vendré por ti a las siete –asiento y él se va de ahí. Yo me quedo de pie, deseando que la hora más larga de mi vida trate de pasar rápidamente. 

(…)

Estoy con él en su auto mientras que con una de sus manos libres tiene su mano entrelazada con la mía firmemente. 
Estoy muy consciente que no he puesto nada de atención en la clase ya que no he dejado de pensar en lo que puede pasar hoy. El camino es silencioso pero nos mandamos muchas miradas, aquellas que hablan. Saco mi teléfono y comienzo a escribir un mensaje de texto para Sophia la cual no tiene idea de mi plan.

“Si mamá te pregunta algo sobre mí, dile que estoy contigo” –envío y al guardar mi teléfono en mi bolsillo el rostro de Niall cambia, lo puedo notar.

-¿Qué mandaste? –me pregunta con una voz tranquila pero encantadora.
-Le dije a Sophia que si mamá preguntaba por mí… le dijera que estaba con ella –le aviso y una gran sonrisa aparece. Me encanta.
-Niña traviesa, me vas a meter en problemas –niega con la cabeza pero su sonrisa sigue ahí… intacta-. No te preocupes, algo me inventaré para protegerte –suelto una risita y al llegar a la cual creo que es su casa me sorprendo, ya que me la imaginaba un poco más pequeña. No sabía cómo era y ha superado mis expectativas considerablemente. Baja de su coche y abre mi puerta como de costumbre. Las luces están apagadas y toma mi mochila en su hombro (acción la cual me encanta). Saca unas llaves de su bolsillo y la usa para abrir la puerta. Entro nerviosa y deja mi mochila al lado de las escaleras. Cierra la puerta rápidamente y me acorrala entre la pared y sus fuertes brazos. Su frente está pegada a la mía y siento su respiración agitada. Sin esperarse y sin delicadeza, estampa sus labios en los míos, ya no vírgenes. Es feroz y está siendo algo brusco, parece desesperado…. Lo cual no veo mucho en él, solo un par de veces. Me dejo llevar, metiendo mis manos en su cabello y a veces paso mis manos por su espalda a través de su camisa. Siento como se le ha puesto la piel como de gallina y al parecer quiere vengarse de eso, ya que su mano está entrando por debajo de mi blusa. Quiero seguir… quiero hacerlo. Sé que su lengua explora cada parte de la mía y quiero derretirme. La muerdo con mis dientes y gime, al igual que yo.
-Oh… creo que te he enseñado bien hacer eso, me encanta ¿lo sabes?
-No… -susurro entre jadeos-. No lo sé. 
-Ahora lo sabes, no dejes de hacerlo… -me dice y vuelve a besarme. Hace que levante los brazos y saca mi blusa al instante, provocándome un escalofrío. Vuelvo a morder su lengua y suelta un gemido, lo cual me hace sonreír entre besos-. Elizabeth… -suplica. Como puedo me deshago de su camisa. Siento esos músculos y abdomen perfecto debajo de mí. Mete una mano en mi sostén y acaricia mis pechos. Me estoy retorciendo en la pared de su casa-. Vamos a mi habitación, ahora –asiento y me carga en sus brazos. No sé cómo lo hace, pero sigue besándome con la misma desesperación. 
Siento su colchón y rodeo mis piernas en su cintura. Lleva sus manos por mis muslos y acaricia ahí… en mi entre pierna. No me ha quitado mi pantalón y lo hace por encima, se siente… no puedo explicarlo. Ahora solo estoy retorciéndome debajo de él. 

-En este momento puedo decirte que sé que no me dirás que no, así que… una de mis ex novias, a pesar de que sabía hacerlo no era buena y tú… oh Dios, solo déjate llevar –me dice y abro los ojos de un momento a otro. Siento esa pizca de disgusto y me separo de él inmediatamente. Me achica los ojos-. ¿Qué te pasa?
-Ah… ¿soy buena en esto? ¿Acaso me ves como un maldito trofeo?
-Yo no dije eso… -me toma bruscamente del brazo y comienza a besarme el cuello con rudeza. Trato de apartarlo de mí y es demasiado pesado, no puedo… no puedo moverlo y comienzo a entrar en pánico-. ¡Deja de moverte!
-¡Suéltame! –le digo y continua besándome con desesperación. Ahora solamente quiero ir a casa-. ¡Niall! 
-¡Joder Elizabeth! –me suelta de repente y pasa una mano por su cabello-. ¡¿Qué es lo que te molesto?! 
-Estás comparándome, no has dejado de hacerlo. 
-No lo hago…
-Lo haces. ¿Tu ex novia no era tan buena como yo? –lo miro incrédula y rueda los ojos.
-Deberías de tomártelo como un cumplido.
-No es así, yo no soy así. ¿Estabas tan seguro que diría accedería? Yo te quiero, pero deberías aprender a decir lo que dices –le digo y salgo de su habitación molesta, más que eso… estoy furiosa por algo que quizá no debí haberte molestado. Camino hacia dónde está mi blusa tirada en el suelo y la recojo con rápido. Me la pongo y lo veo detrás de mí, a unos cuantos metros.

-Lisa… 
-No.
-Por favor, quiero hacerte mía… lo deseo.
-No quiero, respeta mi decisión. 
-Te amo, ¿lo sabes? –Oh, mierda, mierda, mierda.
-Niall…
-De verdad lo hago. Créeme.
-Será después, tengo que irme –su ceño ha cambiado y pasa una mano desesperado por el cabello. Se hinca y golpea el suelo con sus puños cerrados. Al levantar la mirada, está molesto… mucho-. Niall… 
-Lárgate. Vete de aquí –me quedo helada-. Yo solo quería que la pasaras bien, una noche de sexo, tu primera vez. Bien, ¿quieres saber algo? Eres una maldita calienta huevos y a esas personas las aborrezco. Sí, no te amo y me causa gracia que tú hayas creído que estoy enamorado de ti. Deberías de dejar de ser menos inocente y te aconsejo que salgas a explorar a tu alrededor. Creo que tienes que ir a tu casa a estudiar ya que si no lo haces no pasarás este año y no quiero que estés diciéndome que fue por mi culpa cuando tú eras la que me seguía el juego, tú pudiste haberme dicho que no, pero no lo hiciste –recoge su playera y llevo mis manos a mi boca. Mis ojos están aguados, a punto de derramar lágrimas. Estoy destrozada y me están humillando en este preciso momento-. ¡Dije que te fueras! –tomo mi mochila sin pensarlo y salgo de ahí sin mirar atrás. Por fin mis lágrimas salen y no se detienen. Volteo hacia atrás y me maldigo cientos de veces, una y otra vez. Me ha marcado… ha marcado mi vida y de la peor manera, debí haberlo sabido. Caigo de rodillas en medio de la banqueta y saco mi teléfono para llamar a mi mejor amiga. Me ha respondido el mensaje y ni siquiera siento esas ganas de saber qué es lo que dice. A penas contesta no me pide ninguna explicación y accede a quedarme con ella, en su casa… sin mentiras. Trato de apresurar el paso y después de los veinte minutos más largos de mi vida ella abre la puerta y me lanzo hacia ella, sintiéndome protegida. 
-¿Qué te hizo Elizabeth? –me dice y niego con la cabeza, hundiéndola en su hombro. Estoy perdida… estúpida inocencia. 

InnocentDonde viven las historias. Descúbrelo ahora