[내 피 땀 눈물]

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Después de unos segundos, Yuri finalmente abrió la puerta de su habitación. Estaba nervioso, y lo ponía aún más nervioso el hecho de que Yuuri no hacía ruido alguno a sus espaldas. Las emociones de Yuri estaban a límite, y creía que podría desbordarse por el simple hecho de estar sintiendo lo que su asistente le estaba causando.

Se estremeció cuando escuchó a Yuuri cerrar la puerta de su cuarto, y pasó saliva en silencio, esperando alguna acción de parte del mayor. Se sobresaltó cuando una de las manos de su asistente se colocó sobre su hombro, y un segundo después sintió el cuerpo de Yuuri estamparse contra su espalda. El miembro de su asistente se presionaba contra sus glúteos, y Yuri suspiró de manera temblorosa, anhelando el contacto y frotándose contra el mayor.

Yuuri escondió su rostro en la curva del cuello de Yuri y comenzó a proporcionarle besos y lamidas a toda la zona. Tomó entre sus dientes el lóbulo de la oreja del rubio, y éste simplemente suspiro. La mano del mayor bajó desde el hombro de Yuri hasta sus caderas, recorriendo sobre la tela su pecho y su abdomen. Desabotonó el pantalón del rubio, y Yuri soltó un jadeo al sentir la mano de Yuuri adentrarse en su pantalón y su ropa interior hasta tocar su sexo. El rubio cerró sus ojos con fuerza, sintiendo la mano de su asistente masajear su miembro con lentitud y paciencia. Se mordió su labio inferior y sintió como Yuuri empujaba su propio sexo contra sus glúteos, casi como si fueran movimientos involuntarios. Escuchó un gruñido abandonar los labios del mayor y eso fue suficiente para que Yuri gimiera. No podía seguir así.

El rubio se dio media vuelta para encarar a su asistente, y colocó sus manos sobre su espalda, subiendo las mismas poco a poco hasta su cabello. Le quitó sus lentes y con ayuda de la lluvia que había caído sobre la cabeza de su asistente pudo peinar su pelo hacia atrás. Se veía simplemente encantador. No entendía cómo le era posible a Yuuri ir tan lento cuando él se estaba volviendo loco por estar unido a él.

Su asistente lo empujó hasta la cama y se posicionó sobre él. Lo miró de pies a cabeza, y tras realizar un rápido estudio, Yuuri comenzó a desvestirlo. Empezó con la camisa, deshaciéndose de cada botón, tomándose su tiempo. Descubrió por completo su torso y aventó la prenda al otro extremo de la cama. Prosiguió con sus ya desabrochados pantalones, tomando la pretina de los mismos junto con la de su ropa interior y comenzando a bajar ambas prendas por las largas piernas de Yuri. Llegó hasta sus talones y ahí le quitó su par de tenis, dejando al rubio completamente desnudo. El sonrojo de Yuri se hizo más grande cuando los bellos ojos de su asistente se posaron sobre su cuerpo. Yuuri estudió cada rincón del cuerpo del rubio, admirando las tonalidades de su piel, su abdomen plano, su miembro excitado y sus bien proporcionadas piernas. Pasó su lengua sobre su labio inferior, queriendo tocar cada parte del cuerpo de Yuri.

—Eres mío —murmuró con voz grave acercándose al rostro del rubio. Lo besó en una mejilla y después en la otra—. Sólo mío —repitió, ésta vez depositando su beso en la comisura derecha de los labios de Yuri—, ¿verdad? —preguntó. El rubio asintió rápidamente. Yuuri al verlo responder estampó sus labios contra los suyos y dominó el beso con ferocidad. Lo sujetó de la mandíbula y movió sus labios con desesperación y necesidad, adentrando su lengua en Yuri y saboreando su interior. Después de unos segundos el asistente rompió el beso y bajó su boca hasta llegar a la clavícula de Yuri. Se encargó de saborear la salada tez gracias al sudor que hacía brillar el cuerpo del rubio, y seguido de esto se dirigió a uno de los montículos excitados de Yuri. Envolvió el mismo con su lengua, succionando y haciendo movimientos circulares sobre la suave piel, robándole suspiros temblorosos a Yuri, cuyas manos estaban entrelazadas en el cabello del asistente.

Después de humedecer el montículo rosado del rubio, Yuuri se encargó de prestarle las mismas atenciones al otro pezón. Encerró entre sus dedos el primer montículo, y mientras lamía y succionaba el otro, movía sus dedos al mismo ritmo de sus lamidas en el primero. Pasaron varios minutos más cuando Yuuri finalmente decidió abandonar la tarea. El cuerpo de Yuri estaba sumamente caliente. Ver a su asistente bajar por su cuerpo era la mejor de las fantasías hecha realidad, y quería que aquella tortura terminara, pues la forma en la que Yuuri estaba jugando con su cuerpo era simplemente injusta.

Lust [YuuYu]Where stories live. Discover now