No considero que tengo la suficiente voluntad para convivir con mis amigos. No me apetece dar explicaciones, menos que se inquieten innecesariamente por mí. Es uno de esos días donde no puedo dar a relucir mis dotes para la actuación. Me conozco, sé que me costará fingir una sonrisa. Por esa razón decido no asistir al comedor a la hora del almuerzo, pero, para conseguirlo, debo ingeniármelas para huir de mi grupo. Escojo el puesto más cercano a la puerta, ignorando a SongYi que me mira desconcertada por no sentarme a su lado. El profesor culminó la clase unos minutos antes de lo establecido y me escabullo a la facultad de medicina, la más aislada.

Me siento en uno de los bancos de piedra, bajo la sombra oportuna de un árbol. Saco uno de los yogur de fresa de mi bolso y tomo un sorbo con la ayuda de la pajilla. Mi mirada se encuentra fija en el piso, observando las sombras de las hojas que se mueven a un ritmo lento y agradable. Me relajan, me distraen de mis pensamientos. Mi celular está vibrando de manera incesante dentro mi bolso, pero decido ignorarlo. Es obvio quien me estaba llamando, o debería decir quienes. Les escribiré después, cuando este en la comodidad de mi habitación, donde no trendré que enfrentarlos.

Mi visión se ve obstaculizada por unos tenis blancos con detalles en negro y unas piernas cubiertas por unos jeans oscuros.

—¿Charlotte? —pregunta una voz masculina.

No puede ser...

Conozco al dueño de la voz. Aun así, alzo la mirada con lentitud para corroborar su identidad. Sí, he acertado. Me encuentro a SeokJin plantado frente a mí. Tiene el entrecejo fruncido y la cabeza ladeada. A pesar del clima sumamente caluroso, lleva puesto un suéter blanco con cuello bote. Le queda de maravilla y no se le ve ningún rastro de sudor.

—¿Por qué estás comiendo aquí? No me digas que... ¿¡Cerraron el comedor!? —abre los ojos, sobresaltado por la conclusión.

—No, no —me apresuro a negar, agitando las manos efusivamente—. Está abierto, pero... —me debato internamente si debo decirle la verdad o no. No tengo la necesidad ni la obligación de hacer ninguna de las dos opciones. Vamos, podía ignorarlo y ya estaba. Nada de complicaciones de por medio— Quiero estar sola —dije, sincerandome.

Me muerdo el labio. Siempre me ha costado mentirle, incluso ahora que no tenemos contacto.

—Ya veo —contesta con voz serena y su expresión se suaviza.

Saco otro yoghurt del bolso y pretendo que el castaño no está ahí, mirándome con interés. Él espira aire muy despacio y se sienta a mi lado -no sin antes empujarme con su cadera para darle más espacio- con una sonrisa radiante en el rostro. Abre el cierre de su bolso, extrae unos envases para comida y los apoya en sus muslos como soporte. Escucho como traga en seco al revelar la comida, seguramente, preparada por él.

—¿Qué haces aquí? —suelto, dubitativa.

Jin gira el rostro para mirarme, y siento el calor acumularse en mis mejillas. No esperaba ser tan descarada, pero la curiosidad me carcomía por dentro.

—¿No es obvio? —arquea una ceja, juguetón— Te estoy acompañando, Lottie —esboza una sonrisa dulce, una que no había visto en muchísimo tiempo.

Su presencia no me resulta incómoda. No obstante, me desconcierta tenerlo a mi lado. Su brazo roza ligeramente el mío, y a él no parece molestarle ese hecho. Demasiada cercanía. Me alejo un poco para romper ese tacto. Lo veo comer como si nada, como si sus actuales amigos no estuvieran esperando por él, como si fuéramos amigos otra vez.

do you⋟- {j.jk}Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin