Capítulo 18 "-Pero tú me besaste..."

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Abro los ojos como platos y la mandíbula se me cuelga en el rostro por la sorpresa de sus palabras.

-¡Claro que sí! -exclamo alzando la voz y ellos dan un paso más atrás.

¡Maldición! ¡Los estoy asustando!

Respiro hondo un par de veces y lo único que hago es pasar a sus costados y empezar a caminar lejos de ellos.

¿Cómo es posible que no se acuerden de su hija? ¿Qué está pasando? ¿Tendrá Adam algo que ver? Al fin y al cabo, fue él quien la vio por última vez.

Madison Briel, ¡yo la recuerdo perfectamente!

Pero yo soy un ángel... y ellos no. Para mí existe... y para ellos ya no.

Es como si ella nunca hubiese existido.

¡No es posible que hayan desaparecido todos los recuerdas que tenían de ella!

¿Adam pudo haberla matado...? ¿Realmente lo haría? Analizando las circunstancias en aquel momento, creo que la respuesta sería un sí.

¿Cómo puedo preguntárselo a Adam? Si confiesa que sí, sabré que fue por mí; algo más que le deberé, algo más que cargar en mi consciencia.

Sigo caminando, casi corriendo, lejos de aquellos sujetos. Dirigiéndome sin darme cuenta hacia la boca del lobo, solo me percato de ello cuando mis ojos se clavan en aquella familiar casa.

¿Cómo podría olvidarlo? ¿Cómo podría algún día pasar por aquí y no recordar todo lo que viví? No puedo olvidar las veces en las que papá besó mi cabeza cuando iba a salir a algún lugar y me decía que tenga cuidado, sin embargo, tampoco olvidaré los gritos de mamá diciéndome que era una ofrecida cada vez que salía de fiesta (obligada por Madison) a altas horas de la noche.

Papá; ¡oh, Frederick! Te extraño tanto. ¿Qué pasó de ti? ¿Qué te ha hecho esa mujer?

Quisiera entrar en esa casa, buscar a papá, obligarlo a cargar sus cosas y traerlo a vivir conmigo. ¡Sé que a Daniel no le importaría! ¿Pero qué me detiene? El saber que él jamás accedería.

¿Tan dañino puede ser el amor? ¿Tan manipuladores pueden ser los sentimientos? ¿Qué tanto debe sufrir una persona para abrir los ojos? ¡Para darse cuenta de como están destruyendo su esencia! Lastimosamente, eso nos pasa a todos.

¡Quisiera golpear a aquella mujer! ¡Maldición, la odio! ¡Y me odio a mí misma por odiar a mi propia madre! ¿Pero acaso puede ser llamada así? ¿Pero acaso merece compasión? Yo solo quiero saber el por qué de su desagrado, el por qué de su odio hacia su propia hija.

Quiero entrar. En serio quiero entrar. Pero no lo haré. Siento una mala vibra en este lugar, a pesar de todo.

Tengo un mal presentimiento...

Me quedaría, si no estuviese tan segura de que mis malos presentimientos nunca fallan.

Empiezo a caminar para seguir mi camino, pero algo se interpone en mis pies y me tambaleo al tropezar ligeramente. Bajo la vista y observo una piedra de un tamaño considerable ante mis pies.

Esto parece una película de terror, en la cual la protagonista cae por tropezarse en algo y el asesino la atrapa.

Pero no soy tan tonta. Tengo reflejos. Bueno... no tanto, esto fue suerte.

Paso mis pies por encima de la piedra y sigo caminando como si nada.

No logro avanzar más de tres pasos y me quedo estática en mi lugar.

No-puede-ser.

Siento la horrible presión en mi vientre, como si estuvieran estrujando mi estómago, similar al dolor que solía sentir con el hechizo.

Me resisto, intento mantenerme de pie con todas mis fuerzas, pero mis rodillas me fallan y caigo arrodillada en la vereda. Mis uñas intentan clavarse en el suelo, pero alzo las manos rápidamente para evitarlo.

Respiro profundamente intentado difuminar el dolor. Una y otra vez. El malestar sigue allí, pero disminuye lo suficiente como para hacer que me ponga de pie.

A duras penas lo hago, sosteniendo mi vientre por el dolor latente.

De repente un dolor agudo se filtra en mi cabeza y presiono los dientes con fuerza.

¡¿Qué mierda pasa?! ¡¿POR QUÉ TODOS ME EMBRUJAN O ME HECHIZAN?!

¡Odio esto! ¡Odio a todo el maldito mundo! ¡Los aborrezco con mi vida!

Debe ser esa maldita y despiadada bruja de mierda.

Juro que si la veo frente a mí podría arrancarle la cabeza con mis propias manos.

Me rehúso rotundamente a cerrar los ojos en un momento como este.

¡Fue suficiente, maldición!

Escucho algunos ruidos detrás de mí. Todo pasa demasiado rápido. Me giro con brusquedad ocasionando que el dolor de cabeza se vuelva mucho más intenso, y entonces la veo.

Lucinda; mi madre.

-Mamá... -logro decir demasiado despacio, pero no me da tiempo de nada, ni siquiera de analizar la situación cuando se acerca a mí con aquella velocidad antinatural y sin siquiera tener compasión de mí, posa sus manos en mi rostro y en mi cuello y me desgarra.

Siento como mi cuello se rompe en menos de un segundo y pierdo la consciencia de inmediato.

Ni siquiera siento el golpe al caer al suelo. Ni siquiera siento aquel dolor que me acechaba.

¿Estoy muerta?

ADAM II Where stories live. Discover now